Virginia Woolf, El lunes o el martes. Periplos, Revista de Arte y Literatura. N° 2

in #equipocardumen6 years ago (edited)

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Virginia Woolf, el lunes o el martes/ @marlyncabrera*

Amigos lectores en Steemit, esta lectura crítica sobre el cuento “Lunes o martes” (1921) de la autora británica Virginia Woolf constituye mi aporte para el segundo número de Periplos, Revista de Arte y Literatura editada por @EquipoCardumen.

De antemano, agradezco su lectura y los invito a visitar nuestra Editorial en el perfil de @equipocardumen, aquí, donde podrán acceder a los enlaces y leer a su gusto las otras publicaciones.

¿Dónde encontramos “Lunes o martes” y qué es realmente?

“Lunes o martes” ("Monday or Tuesday" en su versión original en inglés) es el cuento epónimo de la colección de ocho cuentos Monday or Tuesday de la autora británica Adeline Virginia Stratford, mejor conocida como Virginia Woolf. El libro fue publicado por la editorial Harcourt, Brace and Company, Inc. en Nueva York, 1921.

Concretamente, podemos afirmar que “Lunes o martes” es un relato (de trescientas tres palabras, desarrollado en seis párrafos) en el que una garza ha emprendido su vuelo de rutina, se supone que un lunes, durante el cual observa su entorno, primero desde la altura del cielo y luego tan cerca como la interioridad de una casa, sin llegar nunca a conocer la verdad que aparenta buscar; al final del relato, se sugiere que lo mismo ha de suceder al día siguiente, el martes, por lo que da igual que sea un día u otro; de allí el título. Pero además, podemos leer este texto como una metáfora de la imposibilidad humana para conocer la realidad (objeto de estudio), independientemente de cuánto podamos acercarnos a esta, dada la inconstancia introducida por el transcurrir del tiempo y así nuestro propio devenir, quedando como alternativa al ansia por el conocimiento aceptar la contemplación y representación poética del mundo a través de las palabras.

Al igual que en el resto de los relatos de la colección, el tono es primordialmente reflexivo, aunque dada la belleza de las descripciones, las aparentes distorsiones de la realidad ejecutadas a través del juego engañoso de la perspectiva y mimetizadas en una estrategia estética de flujo libre de la consciencia (stream of consciousness, o de monólogo interior), se puede intuir un tono poético, a veces incluso melancólico (aunque no tan evidente como en “La marca en la pared”, por ejemplo, el último relato de la colección).

La autora de obras únicas como Una habitación propia, Las olas y Orlando nos presenta en esta oportunidad un texto tan breve como complejo, además con una clara naturaleza metaficcional, dada por la discusión del tema de la percepción de la realidad y sus opciones de representación a través de la palabra, i.e. la ficción.

Mi lectura:

Ya que es un cuento bastante corto, me daré el lujo de ir párrafo a párrafo, explorando el tema de la imposibilidad de conocer, que es precisamente de lo que se trata mi reflexión.

Fuente

En el primer párrafo de “Lunes o martes”, Woolf establece un narrador observador objetivo peculiar, que desde la tercera persona indicará las observaciones subjetivas de la garza (que, por cierto, no es la protagonista):

Perezosa e indiferente, sacudiendo con facilidad el espacio de sus alas, conocedora de su camino, pasa la garza sobre la iglesia, bajo el cielo. Blanco e indiferente, ensimismado, el cielo cubre y descubre sin cesar, se va y se queda. ¿Un lago? ¡Quítale las orillas! ¿Una montaña? Sí, perfecto, con el oro del sol en las laderas. Cae desde lo alto. Helechos o plumas blancas, siempre, siempre…

El carácter “perezoso e indiferente” de la garza apunta bien a su falta de interés en lo que le rodea o a sus limitantes epistemológicas. El hecho de que sea “conocedora de su camino” nos dice que recorre una ruta habitual. Su vuelo, “sobre la iglesia, bajo el cielo” nos habla de su ubicación física, y quizá de su estatus como ser cognoscente en el mundo terrenal: por encima de la visión religiosa (¿ciencia?) o de la institución religiosa, por debajo de la divinidad (¿verdadero orden regulador del mundo?). Este párrafo, en sus pocas líneas, ya invita a la elaboración de complejas hipótesis sobre el carácter ontológico del conocimiento.

El hecho de que el ave “sacuda el espacio de sus alas” la define como víctima, por decirlo así, de su propia parcialidad, al no reconocerse en la narración dos fenómenos esencialmente: la independencia que el espacio objetivo guarda respecto de su individualidad y la infracción a la objetividad por el uso de la metáfora.

Fijada la naturaleza subjetiva del sujeto cognoscente, entendemos que lo que la garza observa puede ser indiferentemente una cosa u otra, un lago o una montaña, dependiendo de cómo se/lo ve a medida que su vuelo avanza.

La variabilidad en la percepción de la identidad de las cosas sujeta al desplazamiento, que es tiempo (transcurrir del día y de ese día hacia el siguiente), puede leerse como una analogía de la observación que conlleva la especulación científica, mediante la cual lo que el hombre determina que son las cosas (o deben ser) está sujeto a su propia visión sesgada y a las tendencias especulativas de su tiempo; a su vez, este sesgo es producido por su incapacidad de ver un todo sin antes escrutar lo que él mismo ha determinado como individualidades; tal cual le ocurre a la garza, quien, a pesar de recorrer el mismo camino muchas veces, no avanza hacia un cambio, no evoluciona en su método, sino que continúa presa de su propia subjetividad. Habrá quizá una alusión a esta rigidez de pensamiento en el carácter perezoso del ave.

La conducta del ave nos revela al hombre que, deseando conocer lo que son las cosas y creyendo que la observación le resultará un método efectivo, encuentra que debe decidir si lo que ve es un lago o una montaña, pero es incapaz de percibir que el solo hecho de tener que decidir esto amenaza su lógica. Esta lógica, explico, afirma que se puede conocer por la observación (objetiva) de las cosas, pero luego hay ambigüedad y debe bien cometerse una de dos violaciones:

  • aceptar que una misma cosa puede ser dos o más a la vez, por lo cual su naturaleza única o bien no existe o es indeterminable, o
  • aceptar que la observación objetiva es en realidad subjetiva, con lo cual se niega el primer principio lógico por el cual no puede afirmarse y negarse la misma cosa en un mismo enunciado.

Cuando se asume una realidad improbable como premisa mayor, para hablar en términos del silogismo clásico, y sobre ella se construyen premisas menores y conclusiones que solo se comprueban volviendo a la citada premisa mayor, se habla de petición de principio, una falacia lógica (Petitio principii). Entonces, si asumo que puedo conocer la verdad del mundo si lo observo con objetividad pero tal objetividad le está negada a mis sentidos, y si, además, de tal observación que presumo objetiva construyo un razonamiento lógico al final del cual concluyo que lo que veo lo veo porque mi observación ha sido objetiva y es por tanto, cierto (verdadero), estaría incurriendo en una falacia lógica formal, que al no advertirse y corregirse, se desplaza al pensamiento —así de peligroso es el lenguaje.

El narrador en “Lunes o martes” es la voz de la consciencia humana en su construcción de una perspectiva. Esa voz, hecha de palabras (valga el énfasis), proyecta su propia imperfección en su entorno, pues su incapacidad de plasmar más allá de las percepciones propias de los sentidos aliena el razonamiento, haciéndolo egocéntrico: “perezoso e indiferente”. Esta consciencia hecha perspectiva, hecha lenguaje, otorga al cielo la capacidad de cubrirse o descubrirse, sugiriéndole al lector con esta conjetura arbitraria —entre otras— que además no es consciente de la insuficiencia de las palabras tanto para entender como para exponer lo observado.

Ya sembrada la duda sobre la naturaleza de lo cognoscible, inmediatamente, en el segundo párrafo, el lector conoce sobre el deseo de la garza de conocer la verdad.

Valga destacar que en este punto, un lector cuidadoso ya sabe que la garza es una representación de la raza humana en su afán (perezoso e indiferente, ya está claro) de observación del mundo, “siempre, siempre” (eternamente, pues no se resuelve jamás) con la expectativa de determinar qué son las cosas en realidad:

Deseando la verdad, esperándola, destilando laboriosamente unas pocas palabras, deseando siempre (se inicia un grito a la izquierda, otro a la derecha; ruedas golpean divergentes; omnibuses se conglomeran en conflicto), deseando siempre (el reloj asevera con doce claras campanadas que es mediodía; la luz vierte escamas de oro; niños se arremolinan), deseando siempre verdad. Roja es la cúpula; de los árboles cuelgan monedas; el humo sale lento de las chimeneas; ladrido, alarido, grito. «Compro metal»… ¿Y la verdad?

El movimiento de la ciudad se hace presente; sabemos que la visión es más cercana ahora. La realidad observada solo ofrece fragmentos, aquellos que el ave es capaz de apreciar conforme sobrevuela el área. La analogía continúa; cada día de vuelo puede compararse a los periodos, épocas si se quiere, de la sociedad, con sus modas y tendencias transitorias y recurrentes. La noción del transcurrir del tiempo es introducida por “doce claras campanadas” que signan la división del día y así la división del tiempo y así de la apariencia ostensible, solo desde la observación fragmentada del mundo.

En la medida que avanza el día, el entorno se ve diferente, tal cual se observa más adelante al caer la noche. Y así, queda implícito, ocurrirá que después de la medianoche, habrá que decidir si conservamos lo que hemos visto que es el mundo un lunes tan pronto se coteje con la realidad observable del martes. Pero no nos adelantemos; sigamos, que es un vuelo corto (apenas un poco más de una cuartilla).

En el tercer párrafo, los datos se aglomeran; hay caos. Las informaciones recibidas exigen meticulosidad de parte del observador o este no comprenderá nada:

Como rayos orientados hacia un punto, pies de hombres, pies de mujeres, negros o con incrustaciones doradas (Esa niebla… ¿Azúcar? No, gracias… La commonwealth del futuro), la luz del fuego salta y deja roja la estancia, salvo las negras figuras y sus ojos brillantes, mientras descargan una camioneta fuera, la señorita Thingummy sorbe té en su mesa escritorio, y las vitrinas protegen abrigos de pieles.

Al ser negras las siluetas (léase la metáfora de la oscuridad como ignorancia), el narrador nos informa sobre la omisión de los detalles de tales figuras; se deja ver que la realidad se ha vuelto inaprensible (“Esa niebla”) e inenarrable (“las figuras negras y sus ojos brillantes”). Entra la poesía; en primer lugar, un símil: “Como rayos orientados hacia un punto”, alude a la “orientación” del proceder humano: de manada, de borregos.

La realidad se presenta en el cuarto párrafo como un conglomerado de devenires.

Las identidades son una suposición. “Cacareada, leve cual hoja, rizada en los bordes, pasada por las ruedas, plateada, en casa o fuera de casa, reunida, esparcida, derrochada en diferentes platillos de la balanza, barrida, sumergida, desgarrada, hundida, ensamblada…”. Al final, la pregunta: “¿Y la verdad?”

Llegado el quinto y antepenúltimo párrafo, la visión se adentra en la intimidad del hogar: “Recordar ahora junto al fuego del hogar la blanca plaza de mármol. De las profundidades de marfil se alzan palabras que vierten su negrura, florecen y penetran. El libro caído; en la llama, en el humo, en las perecederas chispas…”. Es poesía; es la imaginación elaborando significados a partir de la letra escrita: lo efímero de las “perecederas chispas”. Llegado este punto hay que leer y evaluar el correlato, pues aparentemente la narración ha perdido su hilo.

La realidad ahora se imagina, se supone; es una idea que está por desvanecerse: “o ya viajando”; como el vuelo de la garza, o junto con este, la observación se consolida como un transcurrir y la realidad como cambio: “la bandera en la plaza de mármol, minaretes debajo y mares de la India, mientras los espacios azules corren y las estrellas brillan…”. En cuanto a la verdad, queda la pregunta: “¿la verdad?, o bien, ¿satisfacción con su proximidad?”. Por más cerca que mire, la verdad es inaccesible; aunque queda claro que se puede acceder a ella desde la poesía, de la figura, de la metáfora; pues la subjetividad humana es una condición total e inexorable.

En esta clasificación de métodos fallidos de observación en búsqueda de lo objetivo, quedan implícitas todas las disciplinas mediante las cuales el ser humano trata de acercarse a cualquier objeto de estudio. En general puede decirse que “Lunes o Martes” trata del pensamiento humano, ya sea científico o poético —o de otra clase; es decir, ya sea que abarque la realidad desde la distancia de la cercanía física, seguirá habiendo una distancia epistemológica, una separación de paradigmas: el humano y el real-objetivo.

En el sexto y último párrafo, la garza, esa perspectiva que vuela, duda, se acerca buscando confirmación de sus hipótesis solo para perderse en un mar de significados, retorna “perezosa e indiferente” mientras que la naturaleza sigue ocultando (“velo”) el saber (“sus estrellas”), las luces que nuestra mente ambiciona:

"Perezosa e indiferente la garza regresa; el cielo cubre con un velo sus estrellas; las borra luego.

“Lunes o martes” de Virginia Woolf habla de la imaginación como único método posible y verdadero para la determinación ontológica de las cosas. ¿La protagonista? Pues ya bastante se ha dicho que es la propia consciencia humana; en lo personal, prefiero llamarla perspectiva y es un juego que se reproduce en el lector en una puesta en abismo que lo atrapa en la incertidumbre vertiginosa de las pretensiones científicas de su especie.
.

Habrá quienes nunca lo comprendan y quienes nunca estén felices al respecto.

Entonces, ¿qué puedo decir de “Lunes o martes” en tres líneas?

Dan igual las eras; el ser humano ensayará torpe sus ciencias. Es una pretensión banal del hablante querer que sus palabras se parezcan a lo que nombran y aun más, que sean eso que nombran.

Ustedes dirán cuántos autores de ficciones y filosofías ya nos han dicho lo mismo. Tal vez aceptarlo sea la locura y por eso Woolf —hermosa, brillante, un río turbulento, una suicida— fue de las locuras más furiosas.


Fuente


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@marlyncabrera (Marlyn Cabrera)*. Nacida en Cumaná, en 1979. Escritora. Profesora de Composición Escrita en Inglés y Literatura de la Universidad de Oriente, Venezuela, con investigación en las áreas señaladas.



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Sort:  

Hermoso y profundo análisis.

Ay, qué sorpresa ver la caricatura de Woolf de tu mano adornando los comentarios de un post mío.

¡Agradecida, @sansoncarrasco!

¡Un abrazo grande! ♥♥♥

(Me la robaré para mi deleite personal.)

?La verdad?
La verdad es que la culebra venía cayendo en tirabuzón desde las sagradas alturas, entonces los Dioses la envolvieron en un pañuelo blanco y unas hojitas palmípedas le crecieron entre lunes y martes, y ahora vuelan, vuelan dentro de su corazón.

Es un hermoso mito de la garza, @acostacazorla. La pintas bonito. Woolf tuvo excelente gusto en escogerla para su relato (en mi humilde opinión) y a ella seguro le hubiese encantado esta ave fantástica de tu metáfora.

¡Abrazo! ♥

Muy bueno, @marlyncabrera. Una lectura profunda, con voluntad de penetración estética en un texto que se erige sobre la complejidad referencial y la imposibilidad de la representación. La metáfora es tal vez su artificio más colorido, su vuelo, para, por una parte, vestir con los ropajes de la existencia lo que existe como materia semántica, y, por otro, recorrer, iluminando, el centro mismo de la falla cognoscente.
Hermosísimo texto y hermosísima interpretación, teóricamente impecable.

Gracias, @adncabrera. Pues Woolf es ciertamente una genio de la metáfora; me gusta (incluso más que aquí) cómo la logra en "Azul & verde", de esta misma colección.

¡Abrazo! :-)

Tu trabajo ensayístico-crítico, @marlyncabrera, es de una gran densidad, lucidez y arte de la palabra. Y lo haces de un modo, como creo que debe hacerse el trabajo interpretativo textual: deteniéndose en las palabras, en sus posibilidades significativas, sus correlaciones, etc., y tratándose de Virginia Woolf, más aún. Además, asumes una perspectiva temática que resulta muy sugerente. ¡Gracias! Un abrazo.

Gracias, @josemalavem. La verdad es que Woolf atrapa una vez que empiezas a dialogar con ella.

¡Un abrazo! :-)

Me encanta @marlyncabrera, el análisis tan minucioso que haces de Lunes o martes Woolf con esa personalidad única y con su ficción llena de pinceladas poéticas sorprende siempre. ¡Gracias por compartir!

Gracias, @evagavilan. En efecto, mucho sprefieren hablar de prosa poética en el caso de este relato (entre otros); yo lo veo como un cuento, uno con un protagonista fuera de serie.

¡Saludos, woolfianos! :D

Delicioso, excelente y completo trabajo, @marlyncabrera. Magistralmente tus palabras atrapan como las de Woolf. Desconocía este relato y como bien dices, hay mucho de poesía en él y de palabras:

Es una pretensión banal del hablante querer que sus palabras se parezcan a lo que nombran y aun más, que sean eso que nombran.

Dices tú! Tan opacas, limitadas, cambiantes

Algunas de nuestras palabras
son barcos cargados de especias;
vienen o van según el viento
y el eco de las paredes.

Dice Montejo y yo les creo! Un abrazo fuerte.

Gracias, @nancybriti

El trabajo de Woolf me lleva y me trae.

Simpre es una luz leer tu comentario.

¡Un abrazo! ♥

Como siempre tus publicaciones me resultan brillantes @marlyncabrera. Tremendo ensayo y mejor reflexión de este cuento de Virginia Woolf. Tu trabajo va delicadamente desglosando cada palabra de esta magnífica escritora. Además, muy perspicaces muchas de tus apreciaciones. Un gran saludo y felicitaciones por la calidad de este post

Si te gusta, me gusta, @marcybetancourt

La primera vez que leí este cuento (hace como veinte años) quedé buscando el resto; me llevó un rato largo entender que estaba completo.

¡Saludos, queridísima! ☻

Uf! Me sorprendiste con este ensayo. Aquí logras, a partir del texto de Woolf, tocar temas profundos de epistemología, ontología y metodología. Con tu permiso utilizaré este texto para mis clases de investigación. Mejor descrita la relación entre "realidad" y "subjetividad" imposible. Bueno, ni qué decir de la relación entre "verdad-verdadera" y "verdad-relativa". Sí, en efecto, quedan las dudas, todas las que se pueden decir y muchas que quedan en el tintero, lo cual nos indica que estamos en el camino correcto: el de la duda. Todos mis elogios para ti, mi querida @marlyncabrera.

Favor que me haces, querida @solperez
Imagínate, me siento honrada de que precisamente tú me digas eso. Úsalo y reúsalo a tu gusto; yo, complacida.

¡Un abrazo grande! ♥

Excelente artículo, @marlyncabrera. Esto era lo que necesitaba hace unas semanas atrás. Gracias por aclarar todas mis dudas al respecto de tan curioso relato. Saludos.

¡Ajá! Pues creo que has debido llegar, si no recuerdo mal, a las mismas conclusiones, @snowy-june

¡Gracias por pasar por aquí y dejar tu comentario! ♥

Sí, así mismo fue. Siempre es un placer leer sus posts.

Gracias, @snowy-june
Igual digo. ¡Un abrazo! ☻

Admiro a Virginia Woolf por su posición única frente a la identidad de la mujer. Sus escritos han sido una poderosa inspiración para críticos y no tan críticos. Dentro de su producción literaria siento una gran identificación con Una habitación propia, por estrictos motivos personales.
Este ensayo crítico que hoy nos muestras es una auténtica voz interpretativa que, a mi juicio, es muy acertada. El vínculo filosófico que estableces entre las perspectivas de la autora al describir los ángulos del vuelo (posiciones epistémicas) con la naturaleza misma ave (mujer) nos sitúa inmediatamente desde lo ontológico que guía nuestra natural y original forma se ser y sentir narrada por, quizás, una de las voces más lúcidas de la literatura en proponer el fluir del pensamiento como procedimiento para plasmarlo desde su forma primaria.
@marlyncabrera, es un excelente trabajo de investigación y una propuesta a apostar por la mujer en todas sus formas (opinión muy personal)
Te felicito de todo corazón.

Una habitación propia de Woolf es un ensayo que toda mujer debería leer. Es una de mis obras favoritas de VW y me gustaría comentarlo algún día, @sandracabrera.

A diferencia de esta obra emblemática, "Lunes o martes" es un texto que pasa desapercibido. Por eso lo he escogido. VW merece que se conozca su trabajo.

Además, no podría estar más de acuerdo contigo, VW tiene una "posición única frente a la identidad de la mujer", que merece, por cierto, las lecturas masculinas también.

Gracias por tu sentido comentario, @sandracabrera

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