FRENTE A LA VENTANA MIRANDO LA LLUVIA

Estoy sentada frente a la ventana mirando cómo cae la lluvia en forma torrencial. Llueve desde la madrugada, parece un diluvio. Estoy bien abrigada, porque hace mucho frío, tengo las manos y los pies entumecidos, mientras tanto me tomo una taza de Guarapo de Café.

Veo como la calle se llena de agua, se inunda, arrastrando ramas de árboles caídos y basura, y pienso en todas aquellas personas que pasan corriendo, que tienen que salir a esta hora a trabajar. Es triste salir a la calle con el terrible problema de la falta de transporte, dado que ya no hay camionetas, solo esos camiones donde cargan el ganado y ahora llevan a la gente. Allí tendrán que subir, pues no hay de otra, hay que llegar al sitio de trabajo, porque si no se corre el riesgo de ser despedido; y vayan a ver, tener que trabajar por un salario, un sueldo que realmente no alcanza ni para comprar un cartón de huevo y mucho menos para comprar un kilo de carne.

Pero así y todo hay que hacer el sacrificio, de levantarse temprano, todos los días, porque todos tenemos obligaciones y responsabilidades, familia a la cual mantener y hay que hacer el diario sacrificio, sin importar que haya que salir mojándose, bajo esta lluvia a riesgo de enfermarse.

Sigue lloviendo más fuerte, arrecia el viento, el cual ya tiene un tono huracanado, pareciera que quisiera arrancar el techo de la casa. Ya no se ve absolutamente nada a través de la lluvia, es prácticamente una blanca cortina, de lo fuerte de este chaparrón que está cayendo. Para los que viven en el campo y tienen una tierra sembrada esta lluvia es una bendición. Sigo pensando Dios mío, pero los que vivimos acá en el pueblo, en la ciudad, que no tenemos esa siembra, o forma de trabajo distinta, tenemos que salir al trabajo diario, bajo esta inclemente lluvia. Me comienzan a doler las piernas y las caderas, mi Osteoporosis, se manifiesta.

Quisiera no seguir pensando en esta tragedia, quisiera poner la mente en blanco, tener otro tipo de pensamiento pero no puedo. En lo que menos debería pensar es en comida, pero es inevitable. Porque a esta hora debería estar desayunando. Y pienso aunque no debo, en una Arepa con unos huevos fritos revueltos, queso, jamón, mantequilla y café con leche, Dios!!!
Hacerlo es torturarme, porque no tengo nada que comer.

Mejor termino de tomarme este guarapo de café, que hice con la borra que quedo del café que colé el día de ayer, a esperar que termine de llover, para salir a la calle a mi rutina diaria, a la rutina que estamos sometidos todos los venezolanos, a ver si hoy tengo suerte y consigo mis medicinas.