El Guerrero Jaguar - La prueba de la montaña, parte 2

Las carpas eran grandes, cabían allí 4 personas con su equipaje respectivo. Les establecieron a todos que debían armar sus carpas, eso se tornó en un problema, no muchos sabían cómo montarla. Al final los recreadores facilitaron la tarea, pero ya era mediodía. Fue el momento que realmente cada uno pudo hacer lo quisiese.

Rony se dirigió a buscar su almuerzo en la cafetería, alejándose lo más posible de Carlitos. Percibía un cambio bastante grande. Antes se entendieron como buenos amigos y muchas veces el representó el papel de líder, pero la cosa había convergido. Carlitos poseía un aura de fiestero, que de alguna manera lo repelía.

Con la comida en mano se dirigió a una zona boscosa, se adentró sin miedo, solo en aquel lugar de la naturaleza se sentía más tranquilo y controlado. Rony era persona seria, rara vez tenía impulsos emocionales, entre los que podía contar se encontraba Marcella.

Pensó en ella mientras deambulaba en medio de los árboles, aspirando la fragancia que emanaba de estos. No quedó en buenos términos con ella después de lo sucedido en el gimnasio; no quiso entablar conversación con ella, incluso cuando le visitó la noche que estuvo hospitalizado. Concluyó que era muy peligroso contarle a ella, o a otra persona lo que estaba viviendo.

Dejo la comida en un sitio y comenzó a practicar Taekwondo. Hasta el momento dominaba solo dos Tuls o las Formas, que eran movimientos para el perfeccionamiento y desarrollo técnico del arte marcial. Extrañamente, esa la rutina lo podía calmar, inclusive en aquel momento que se sentía tan desamparado. Cuando hacía los movimientos imaginaba a los dos desconocidos, aunque Rony estaba claro que en solo dos semanas no sería un experto. Por eso en las peleas de ejercicio él insistía en ser el saco de boxeo, terminaba aprendiendo varios trucos en el combate.

Lanzaba puñetazos y patadas certeras, casi sentía fluir la fuerza del dios por sus puños. No sabía el porqué, pero el entorno influía en su estado de ánimo, se sentía capaz de destrozar el tronco de un árbol con solo un golpe. Quizás la influencia estaba en Tepeyollotl, dios de las montañas, era una probabilidad.

Hizo el intento de comunicarse con el dios, pero era rutinario su ausencia. La última vez que hablaron fue hace cuatro días, la sesión si fue algo reveladora. Tepeyollotl le contó que si seguía entrenando la mente y el cuerpo podría usar las habilidades de este, sin necesidad de transformarse, casi a la par que la mujer pelirroja y el británico. Deseaba llegar a ese nivel, le preguntó a su vez sobre los antiguos usuarios del dios, pero se negó a darle esa información.

Le dijo el típico argumento trillado:

“Aún no estás preparado”

No le reconfortaba, era vital saber quién fue el primer guerrero jaguar, o quien había sido su antecesor. Por otra parte, el nombre le encanto a Rony y lo adoptó como suyo.

El resto del día transcurrió sin incidentes. Al volver con los demás, lo hizo a tiempo para ir a una excursión al Mirador. Todos los chicos iban cantando, en algunos de los casos agarrados de la mano. Los únicos que no hacían eso andaban en solitario.

-¡Vamos chicos, no sean tan secos!- exclamaba de vez en cuando una recreadora.

-¡Eso es para homosexuales!- respondía a veces un amigo de Carlitos, o el mismo Carlitos.

Rony solo asentía en silencio, sentenciando con la mirada aquella actividad.

El Mirador resultó un rincón tranquilo. Contaba con una pequeña construcción de madera, donde las personas podían sentarse a admirar la ciudad de Caracas, desde se podía ver el centro de la urbe. A Rony no le impresionaba tanto, como a los demás, prefería ver los árboles de eucalipto. La vegetación de este tipo se había apropiado del terreno, secando a su alrededor las demás plantas que pudiera haber crecido, solo las enormes raíces de los eucaliptos. Sin embargo, no dejaba de ser hermoso contemplar los gigantescos árboles.

Se escuchaba en la lejanía el picoteo de un carpintero, el chocar de las copas de los árboles y el susurrar del viento al pasar por las hojas, en resumen, era hermoso.

-¿Por qué tan amargado vale?- manifestó Boris, haciendo énfasis en la última letra. Observaba a Rony desde cerca.

-No lo estoy, no lo percibes ¿Verdad?- terció y se fue acostando entre las raíces. Alzó la vista hacia las copas de los árboles.

-¿Qué voy a percibir? ¿Estas loco?- se mofó su amigo, puso cara de asombrado.

-La naturaleza… Su sonido es hermoso, no se explicarlo. ¡Es maravilloso!-expresó con una sonrisa en los labios.

-¡Eh!- Boris miraba a Rony de manera escéptica. –¡Si que estas raro viejo! ¿Eres tú realmente?

-Tengo mis momentos de relajación- comentó sin dejar de reír.

Eso era cierto, casi se sentía drogado. La tranquilidad absoluta. Deseaba quedarse allí toda la vida.

…

-¡ESTÁ AQUÍ!- susurró la sombra, -¡QUIERO QUE VAYAN POR EL!- exigió, su orden se extendió por toda la caverna.

Reparó en los movimientos apresurados de Maverick y Anack.

-¿Dónde está?- preguntó Maverick manifestándose, estaba estoico, no quedaba resto de dudas en su cerebro.

-Esta solo, estoy seguro… No siento a Cristian- informó. -Se encuentra algo alejado de nosotros, en un centro lleno de gente…-. Estaba tan agitado por esa oportunidad, que olvidó transmitirle lo que advirtió en esos momentos.

Maverick no captó su agitación.

-¿Voy con Anack y el nuevo?- preguntó Maverick.

-No- murmuró. Su nebuloso cuerpo vibró un poco, extendió sus filamentos y le transmitió la información necesaria para hallar al muchacho.

Después partió una parte de su sombra y con esfuerzo creó un ente.
-¡El los vigilara!- anuncio, seria sus ojos y oídos.

Lo meditó mucho, pero le otorgó al ente un collar de dios, era uno de los pocos que estaba en su poder y uno de los más peligrosos. Lo veía necesario, el chico lo ameritaba.

Anack apareció riendo, sabía porque lo hacía, en la mente de ella la única palabra que resonaba era revancha.

-¡Permiso para actuar como quiera!- clamó Anack, sus pasos sonaron fuerte y decididos al aparecer.

-No dejenselo a él- con sus pensamientos les señaló a aquella sombra que había partido de su cuerpo. -Ustedes solo manténganse al margen, si se sale de control… ¡Ataquen!- ordenó, todo sus componentes se ampliaron de la ansiedad.

Anack contrajo la mirada, sintió su rabia bullir como una hoguera. Tuvo que imprimirle la orden mentalmente de quedarse al margen, no quería que nada saliera mal, podía ser su única oportunidad de por fin tener a su merced a Tepeyollotl.

---