Novela: La noche transparente. Cap.28

in #busy6 years ago

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Jesus-Rafael Soto, "Untitled"

Llegar a Heatrow fue como regresar a un pasado incómodo. El cielo inglés estaba gris como siempre y lluvioso, como si se tratara de una galla de la católica; con un rostro que no dice más que lo patética que es, con ojos siempre llorosos porque ningún tipo se la coge bien; ni su su triste y patético novio, con quien lleva, de seguro, más de tres años de noviazgo y con quien se casará y la única aventura que tendrán (además de los cachos, que saldrán más adelante en sus monótonas vidas) será la luna de miel, en los destinos ya acostumbrados (Margarita, USA; París o Italia, para los que tienen dinero) me reí un poco y el narco se volteó a verme, como que se timbró y de pana como que estaba pensando que yo era un agente que iba a deternerlo. Pero nada, bajamos y punto, todos pasamos por los controles; vino un vehículo a recogernos y me fui con el agente Mc Caulling, junto con Nabir, para el Scotland Yard. Allí, fui aislado y Nabir también.

No importó, quería descansar; no sé, pasar un rato, incluso, aburrirme: dejar por un momento esta lucha contra fuerzas mayores que yo y que ni conozco y que al vencer siempre surge una nueva batalla, un nuevo enemigo, más fuerte que el anterior y que también te hará sufrir. Estoy buscando lo imposible, estoy venciendo la mortalidad. El edificio es una base militar disimulada de edificio moderno. Mi interrogatorio duró poco, más bien consistió en corroborar los informes. Salí a la hora y me encontré con la sorpresa de un agente del BND, a quien acompañé a la embajada, donde sí debía rendir un largo y extenuante interrogatorio.

Buscamos nuestros pasaportes y partimos, rumbo al aeropuerto. Compraríamos ropa en New York. En un tiempo record de tres horas, ya teníamos los pasajes, los permisos e íbamos rumbo a la capital del imperio del miedo. Compré más flores, aunque no sabía qué hacer con ellas. Me dieron ganas de comerme los nuevos tulipanes. En fin, llegué a casa de los padres de Patricia y el recibimiento no fue tan agradable. Marcelo me veía con cara de cabrón y la mamá de Patty me veía con unos ojos que delataban su resentimiento y arrechera hacia mí, así que no anduve con mariqueras y me fui al ataúd y le puse las flores encima, luego me separé y me fui caminando, buscando un rincón para llorar, pero eso fue imposible, todo el mundo me estaba viendo. Contó Julia con la emoción despreocupada característica:
— ¿Y no estaban murmurando? —preguntó Karen, con bastante interés y tacto, sabía que tenía que andar con cuidado en este terreno:
— La verdad, es que algunos sí lo hacían, me parece que la gente sabía de las vainas, pero nadie le iba a decir nada a la familia, a menos que estuvieran dispuestos a soportar los comentarios de tener una hija lesbiana, o bi, como sea y bastante puta; pero en el fondo, tenían ganas de caerme a gritos. Alguien vino a ponerle flores, y puso a un lado las mías, me dio arrechera; fue la guevona de Fabiola, quien se cree mejor que nadie... —Karen interrumpe, confundida, con una pregunta bastante pertinente:
— Pero, ¿nadie sabía bien cómo era la vaina entre ustedes dos? —Julia comenzó su respuesta agarrando una mano de Karen:
— La cosa es que todo el mundo lo murmuraba, pero, ¿quién iba atreverse a decir algo así, frente a su familia? La gente estuvo murmurando todo el tiempo y ponían a Patty como si fuera una heroína. La mamá se desmayó y el papá estaba que mataba a Pedrito, quien fue el primer novio de ella, la desvirgó y según las malas lenguas, la preñó, aunque se dice que la familia la obligó a abortar. Ella no me dijo nada de eso. Lo cierto del caso, es que Dean me mencionó en una oportunidad que ella escondía ciertas cosas bastante grotescas, Dean no me dijo; pero escuché una conversación entre ambos, en donde Dean dijo “me has arrastrado a tu círculo vicioso de mentiras y de accidentes en donde la gente termina en un mundo de mierda y tú te vas a un maldito centro comercial y desafías el límite de crédito de las tarjetas de crédito y ya, y te tiras a Julia o a cualquiera y ya, o te drogas y ya; pero, ¿sabes? No es tan fácil como crees. La gente sale lastimada”

Y ni ella ni él me comentaron nada más al respecto. Pero Dean siempre fue cuidadoso con las relaciones con Patty, incluso, más que contigo y conmigo. Al principio, creí que como ambos eran profesionales, podrían enfrentar lo que sea, y podían hacerse cargo; pero cuando comenzó a estar conmigo, me di cuenta de que era más cuidadoso aún, y me pareció algo raro; pero no quería pensar en nada más. Cuando las cosas se pusieron feas, Dean no intervino. Creo que fue mejor así, Patty buscaba jodernos, quería dominarme y hacer lo que le diera la gana y tenerme sometida y la vaina no es así, creo que pensó que se creyó la gran vaina y así se jodió. —ella terminó su relato y Karen confesó:
— la verdad, es que no hice más que marcar mi terreno, ella sola se volvió mierda. Pero me arreché cuando se quiso meter entre Dean y yo, cuando la gente sabe que ésa es una vaina sagrada, más que un matrimonio. —Y Julia la miró con ojos bien abiertos, sabía que aquello era verdad y eso le dio ganas de besarla, pero se contuvo. Y Karen, lo presentía, pero tampoco hizo nada.

El avión 747 de la Boeing y en servicio para American Airlines tenía el número 93. La cuestión es que una piensa en eso. Recuerdo que la vez que vine a New York, luego de los ataques, en septiembre del 2002, nadie y digo, NADIE, quería volar en American y menos en un vuelo de número 93 o de cualquiera de los que se estrellaron ese día. El boleto de vuelta me lo dieron gratis, y no por mis millas de viajera, sino por una promoción especial (claro, la promoción era que si te arriesgabas a volar con ellos, después de los ataques, te daban un boleto gratis) Dean estaba lejos, y no sabía mucho de lo que estaba pasando (o más bien, lo que estaba viviendo) y me disculpé un momento con Julia y me fui a otra cabina, donde está el baño y allí estaba un teléfono, desde donde llamé al número de Dean, contestó:
— Buenos días, es Karen, Dean. Debo suponer que estás bien. Mira, tuve un problema con la exposición y voy a New York. Espero que puedas reunirte con nosotras, estoy con Julia, ¿Sabes? Debo contarte algunas cosas. Por favor llámame. —Karen vaciló un momento. Dean la llamaría desde una línea segura y aún no estaba del todo claro. El teléfono sonó y Karen contestó. Dean empezó a contarle todo lo que había pasado, desde el momento en que salió de la clínica, donde metieron a Marú hasta ese preciso momento, en que hablaban por teléfono.

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