Novela: La noche transparente. Cap.29

in #busy6 years ago

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Jesus Soto, "Multiple I, (Jai-Alai Series)", 1969

Karen pareció ir al baño, pero la verdad es que desde hace rato la noto extraña y lleva un rato por ahí y la gente va al baño y entra y sale y ella debe estar hablando por teléfono y se fue para allá precisamente para no hablar frente a mí. Eso me molesta, pero aproveché la oportunidad de hacer un par de llamadas de importancia. Saco del bolsillo de la chaqueta un papel que tiene dos números, marco el primero, que es de Venezuela, código del estado Amazonas. Sonaba ocupado y notaba curiosamente que me iban creciendo ciertos nervios, pero por fin atendieron:

— Aló, buenas, ¿con quién hablo? —me dijeron desde el otro lado, se oía bastante mal, señal lejana.

— Buenas, habla con Julia Stein. Por favor estoy localizando a Marú Aguiar, ¿se encuentra por allí? —contesté con amabilidad, pero también quería tapar los nervios que sentía.

— Sí, señorita Stein. En un momento se la paso. —Me dio un poco de risa, pero claro, mi voz de niñita me delata. Ya no tenía nervios. Tenía que decirle unas cuantas cosas a Marú y preguntarle otras más. Luego de eso, tal vez no volvería a hablar con ella en la vida. Ella iba a morir y es justo que comience a hacer las pases con este mundo, o al menos eso es lo que la gente piensa para autoconsolarse.

— ¡Julia, hola! ¿Cómo estás? —me contestó ella. Era raro escuchar su voz. El ánimo de marú vino a enrarecer aún más el ambiente, pero ella tenía mejor disposición para escucharme, creo que quería escucharme:

— sí… bueno… este… bien. No se me ocurrió nada más, no me sentía cómoda. Es curioso que las personas, en momentos importantes, nos expresamos torpemente:

— ¡Ok! Sí bueno, yo sé que esto es medio raro. Pero no hay mucho peo contigo. No estabas allí. Así fue mejor, tal vez Patricia te hubiera empujado para que murieras con ella, como Romeo y Julieta. —Ella estaba poniendo la cosa fácil, así que decidí aprovechar y decirle lo que me está atormentando desde hace rato:

— mira Marú, sé quién te pegó esa mierda. Fue Adrián. Me lo dijo José. Las veces que tú y yo estuvimos juntas no hicimos más que tocarnos; pero tú y Patty si tiraban de verdad, verdad. Así que creo que tú la contagiaste. Por eso Adrián se quería casar contigo, él no sabía que estaba contagiado; al parecer ocurrió cuando fue al carnaval en Rio hace como un tiempo. Según me contaron, se revolcó con cuánta gente se le topó, incluyendo con hombres, transexuales y todo y bueno, no me consta; él mismo me lo dijo. Dean me dijo que ustedes se protegían, él se protege y todo bien con él. La cuestión es que conmigo en medio, todo era un poco más complejo, pues Patty tal vez quería contagiarme y así ganarle a Karen. Ella sabía el cuento; pero Dean le prohibió abrir la boca y la animó más a seducirme; aun sabiendo que eso jodería las relaciones entre nosotros; pero él quería salvarme, salvarla y salvarse. Te salvó de la muerte en ese puto techo; pero no pudo evitar la muerte de Patty, de todas formas, ya estaba enferma, le estaba dando meningitis y ella decidió hacer su última jugada. Bueno, ¿qué te parece? —dije todo aquello de la mejor manera posible y yo misma me sorprendí. Marú se quedó callada un momento, luego:

— sí, pensé que había sido culpa de Patricia, no se me ocurría otra cosa. Pero sobre quién la contagió a ella, es otra cosa; mira tú no lo sabes, pero ella era dama de compañía. —En ese momento, entró otra llamada. Vio el número y reconoció que era el del abogado de la familia de Patty, contestó; dejando en espera a Marú:

— Buenas, ¿con quién tengo el gusto de hablar? —Dije, con amabilidad y sorpresa, aunque sabía que aquella llamada nada bueno podía traer:

— buenas. Habla con Eduardo Yanez, de Yanez, Pujols y Asociados. Administro los bienes de Patricia Borges. Descubrimos que Patricia, tristemente fallecida en fecha reciente, dejó un testamento. Julia quedé en la dimensión desconocida:

—Espere un momento. —y volví a la otra llamada:

— mira, Marú, tengo que decirte algo más y tal vez quieras hacer lo mismo, pero necesito atender la otra llamada. Te llamo tan pronto pueda. Bye. —Y colgué, tal vez ella dijo algo, pero no sé, tenía que saber lo que tenía que decir el abogado: — buenas, disculpe, estaba hablando con otra persona. —dije, apenada.

— Mire, disculpe, ¿dónde se encuentra? Se oye lejos. —me dijo aquella voz, en tono chismoso.

— Estoy en medio del océano volando, estoy de viaje. —El sujeto se quedó callado. Pensaba, de seguro, en lo cara que le saldría la llamada y pensó en cortarla pronto, pero no sería así. Vas a pagar, maldito leguleyo avaro.

—Mire, ¿cuándo regresa? Tenemos que… —decidí cortar de una vez con el asunto:

— mire, señor, no pienso regresar próximamente así que dígame de qué se trata. —dije con brusquedad, o hablaba claro, o me dejaba en paz.

— Verá, el testamento de Patricia establece que su ropa, sus prendas y además las llaves de un apartamento en Colinas del Club Hípico, en Caracas, junto con una cantidad de 40.000 dólares son para usted, previo cumplimiento de una cláusula especial: debe cortar todo contacto con Dean Cassady y Karen Imbergarden… —Escuchar aquello me dejó fría. Aquella puta me daba esa herencia a cambio ¿de?...

— Espere, ¿tengo que hacer todo eso para recibir esa herencia? Sí, si lo cumple, todo es suyo, de lo contrario, pasará a manos de su familia, tal como ella misma lo ha especificado.

—puntualizó el tipejo ese. Yo ya le tenía la respuesta:

— Bueno, está bien; yo tengo dignidad, así que dele todo eso a la familia de Patty. ¿Algo más?

—Dije todo eso bien asertiva y cortante, no quería saber nada más de ese asunto: mi culo no tiene precio.

— ¿Está segura de su decisión? —Lo dijo como diciendo “pendeja, aprovecha esa vaina” pero yo seguía firme en mi decisión:

— ya le di mi decisión, señor. Ellos lo necesitan más que yo. —Estaba malandra, pero me lo tomé de joda y todo.

— Bueno, ejecutaré el testamento de acuerdo a su voluntad. Debe saber que no podrá retractarse, una vez dejemos de hablar. —dijo, en tonito altanero que me sacó más la piedra.

— Señor, dele y que le vaya bien y me les manda saludos, por cierto, dígales a quién ella le dejó todo esto, en realidad. —le dije, sabiendo que Patty habría hecho esto sin que la familia se enterara.

— Sí, ésa es otra cláusula y para que se cumpliera, ella contrató a otro abogado. Bueno, estos bienes irán para la familia de Patricia, como usted manifiesta renunciar a esta herencia. Hasta luego y que le vaya bien. —El tipo colgó, estaba arrecho porque yo no tomé ese suciedad. Karen regresó y se sentó. Llamó a la azafata y le pidió un Whisky. Se lo tomó y pidió otro. Yo también necesita un trago. O dos. Le dije:

— ¿Qué te pasa? —le pregunté y le tomé la mano y se la apreté.

— Dean mató a unos terroristas. Vamos a encontrarnos con él en el JFK. ¿Y tú qué? —Karen sabía que yo había pasado mi trance también:

— llamé a Marú y me enteré cómo se contagiaron. Resulta que Patricia era dama de compañía y Adrián le pegaron SIDA en Brasil. Además, Marú vive ahora en el Amazonas, supongo que tendrá su chamo por allá y luego se morirá por esos lares. Ah, por cierto; el abogado de Patty me dijo que ella me dejó una vaina, bastante buena, por cierto, su ropa, el apartamento en terrazas del club y cuarenta mil de los verdes; a cambio de que no los vea más a ti y a Dean. No joda, como si me estuviera muriendo como una puta miserable, como ella. ¿Qué se creía esa puta? —Y Julia dije eso con tal gracia que nos reíamos y seguimos bebiendo. Llegaríamos ebrias a New York. Ojalá Dean pueda reírse.

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