El primer libro de literatura infantil en Venezuela

in #castellano6 years ago (edited)

Fuente de la imagen

Desde los comienzos de la vida republicana en Venezuela, una de las preocupaciones de los fundadores patricios consistía en transmitir a las nuevas generaciones de niños y niñas la formación en virtudes y moral ciudadanas como soporte educacional. Los años de la guerra independentista y la crisis económica en ese entonces no permitieron la instauración de un sistema escolar extendido y permanente, por lo que las cátedras de moral tuvieron escasa presencia en el país.

Fue en la década de los años 30 del siglo XIX cuando esas aspiraciones comienzan a cristalizar con la aparición paulatina del concepto de la formación moral asociada a la ciudadanía, por lo que las condiciones estaban dadas para la aparición de obras de tipo moralizante en el ámbito escolar. El interés primordial de los años finales de la década del 30 y hasta muy entrada la del 50 se centraba en la exigencia de infundir e inculcar el hábito de la lectura y, por supuesto, el interés por el destinatario de esa intención, los niños, tomando en cuenta la guía moralizante.

Esta idea, ciertamente, estaba relacionada con la escuela, con libros propios de los requerimientos curriculares como la lectura de manuales, ediciones clásicas de literatura y cultura que incluían comentarios orientadores dirigidos a la infancia. El principal medio para dar a conocer y ofrecer obras destinadas a la población infantil y adulta, además de los ámbitos escolares, era la prensa, las imprentas y editoriales. Es de hacer notar que algunos libros se leían directamente desde el idioma original, o traducidos. Estaban los que provenían de autores de lengua española y los de producción nacional, en textos que cumplieran con las exigencias de la moral.

Fuente de la imagen

Las lecturas que mayoritariamente circulaban entre los niños eran el relato y la poesía, en especial la fábula, y en escasa medida la novela. En general, se trataba de obras para niños tales como cuentos, fábulas, axiomas y apotegmas de carácter moralizante. Y para los adultos, comprendían un conjunto de tratados, diccionarios, enciclopedias, biografías, libros especializados y otros, que servían para fortalecer para unos y otros la disciplina y el hábito de la lectura y para ampliar la información y cultura de la población.

Curiosamente, el género teatral escrito no se destinaba especialmente a los niños, aunque no se le negaba la asistencia al mismo. Alcibíades (2004) refiere la asistencia de niños a las salas de teatro. La función social que se le otorgaba a la representación, hacía posible la permanencia de ese público infantil.

En 1855 Manuel Antonio Carreño traduce del francés Los cuentos de mi hija, en tanto que para 1856 se hizo conocido el pequeño libro en idioma francés titulado Cuentos para uso de la juventud, de Madama Guizot. Otros textos donde se mostraba la preocupación por el tema moral dirigido a la infancia, se presentan a partir de 1861 con El maestro de los niños. Educación moral de la infancia, cuyo autor es Antonio Alverá de Grás. En 1866 se da a conocer el Libro de oro, del chileno José Victorino Lastarria, que contenía un apartado didáctico dirigido a los maestros. El libro de los niños, de Francisco Martínez de la Rosa, de nacionalidad española se reimprime en 1870 y fue una de las obras de literatura infantil más divulgadas y conocidas.

El primer libro infantil

Fue el año de 1865 cuando un suceso editorial da origen a un hito cultural en lo que se refiere a la literatura destinada a los párvulos. Nace la primera producción literaria propuesta a un público infantil por parte de un autor venezolano. Amenodoro Urdaneta es considerado el iniciador de la producción venezolana de literatura para niños con El libro de la infancia. Con la aparición de esta obra se inicia el fortalecimiento en Venezuela de la actividad creadora de la literatura para niños en base a las exigencias morales para el futuro de la nación.
Fuente de la imagen

Amenodoro Urdaneta era hijo del prócer general Rafael Urdaneta y de doña Dolores Vargas París, nacido en Bogotá el 14 de enero de 1829. Dedicó su vida a las letras y al magisterio, donde se dedicó no sólo a enseñar sino también a escribir textos para difundir el conocimiento. Formó parte de la Asamblea Constituyente de la Federación y firmante de la Constitución de 1864 como Diputado por el estado Guárico. Fue presidente del estado Apure en los años de la Guerra Federal y murió en Caracas en 3 de enero de 1905 a los 76 años de edad (Cardot, 1978. p.p. 75-81).

En 1874 sale a luz las Fábulas para los niños, de Urdaneta. En 1892 se dan a conocer las comedias infantiles El bautizo de un muñeco y El collar de perlas, del venezolano José María Manrique, así como también otras piezas dramáticas para niños, escritas por un venezolano llamado Inés Ramón Henríquez (Alcibíades, M. op. cit. 109-115).

Es sugestivo aclarar que los textos didácticos, tales como los silabarios y libros primarios de lectura, incorporaban pasajes literarios a los fines de asegurar el cumplimiento de los propósitos pedagógicos que presentaban los manuales escolares. Dentro de este aspecto, se siguen leyendo títulos y volúmenes como Catecismo de urbanidad, de Evaristo Bombona en 1869; Las páginas de la infancia de Ángel María Terradillos, 1870; Lecciones de la infancia: páginas de la infancia y la adolescencia, cuyo autor es Teodoro Guerrero, obra publicada en 1874, además de otros manuales tanto de autores venezolanos como extranjeros.

REFERENCIAS

Alcibíades, M. (2004). La heroica aventura de construir una república. Familia nación en el ochocientos venezolano (1830-1865). Caracas: Monte Ávila.

Cardot, C. (1978). Páginas biográficas y críticas. T. 2. Caracas: Academia Nacional de la Historia.

Coin Marketplace

STEEM 0.30
TRX 0.11
JST 0.033
BTC 64223.84
ETH 3158.34
USDT 1.00
SBD 4.29