Las dos orillas del golfo de Paria (3 de 3)

in #castellano5 years ago

El revolucionario americano

El periplo vital de Francisco de Miranda (llamado siempre Francisco Miranda por el autor trinitario) es reseñado en el libro de Naipaul con respeto y admiración, aunque no desprovisto de cierta mirada crítica y a veces despiadada ante algunos aspectos de la vida o la personalidad del héroe venezolano.

Archivo:Francisco de Miranda by Tovar y Tovar.jpg

Miranda, por Martí Tovar y Tovar. Fuente

De alguna manera, el presuntuoso joven caraqueño, inventor de genealogías, el militar español mediano y comerciante poco escrupuloso, se va convirtiendo, por obra de los éxitos y los fracasos, por el largo exilio que lo lleva por Europa, Rusia y Norteamérica, en el ideal –la figura, la imagen, más bien- de la revolución hispanoamericana.

Precedido de esa gloria, arriba a Trinidad con la intención de preparar la primera expedición hacia las costas venezolanas, en 1806. Llega con amplias recomendaciones del gobierno británico y es recibido con todos los honores y toda la colaboración posible por el gobernador de la isla.

En ese tiempo, en Puerto España convivían las autoridades coloniales británicas, los hacendados franceses que huyeron de la revolución en Haití, los esclavos africanos y los agentes venezolanos de la corona española, así como venezolanos opuestos al régimen español.

Desde antes de Miranda –y hasta bien entrado el siglo XX-, Trinidad fue puerto de refugio para conspiradores y exiliados venezolanos, y, por supuesto, para los agentes encargados de vigilarlos.

retrato de Francisco de Miranda


Fuente


La estancia de Miranda en Trinidad está claramente separada en dos mitades: antes de la expedición y luego de ella. Como todos sabemos, el desembarco de Miranda fue un fracaso. La población no se sumó a su intento revolucionario. Miranda se encontró con un pequeño grupo de mercenarios a su servicio, pero sin apoyo popular debió retirarse otra vez a Trinidad. Aquí comienza la segunda parte de su estancia.

Defraudados en sus aspiraciones de establecer un enclave amistoso para Inglaterra en territorio español, y que el triunfo de la acción mirandina les hubiese garantizado, los británicos se muestran ahora distanciados de Miranda. Ya no puede vivir en la casa del gobernador, no recibe dinero, es insultado en las calles, se hacen burlas de su persona.

Al tiempo que Miranda comienza a transitar la amargura del fracaso, se produce en su ánimo una suerte de identificación entre el paisaje y el ambiente trinitario y venezolano.

Miranda redescubre, con asombro y nostalgia, los paisajes de su adolescencia y juventud en este país extranjero. El momento y los sentimientos que lo acompañan son complejos. Por un lado, es uno de los peores momentos de su vida, cuando la realidad se enfrenta violentamente con lo que siempre ha creído su destino manifiesto; por otro, ese descubrimiento del paisaje natal lo conduce a momentos más serenos, menos públicos, en los que trata de comprender su propia trayectoria vital despojada del ropaje heroico que lo ha acompañado por largos treinta años. Es inevitable que Miranda, como Raleigh y el mismo V. S. Naipaul y muchos otros personajes de su libro, se sienta incompleto.

Buscadores de una realidad y un origen que los defina plenamente, Trinidad y el golfo de Paria parecen simboliza para estos personajes una posibilidad de “compleción” apenas entrevista confusamente, aunque solo eso: una posibilidad, una esperanza, una meta.

Las dos orillas

L golfo de Paria definitivamente tiene dos orillas. V. S. Naipaul no deja de recordar que Trinidad es, geográficamente, una extensión del territorio venezolano, y que en sus viajes a nuestro país encontró el paisaje de su infancia pero a “escala continental”. Vinculadas por la historia y la geografía, y separadas por el idioma y los prejuicios, las dos orillas viven en permanente tensión. Ignorándose unas veces; mirándose con suspicacia, otras. Los venezolanos deberíamos entender que todo contacto con Trinidad nos enriquecería. Y lo mismo vale para el lado trinitario. El libro de V.S. Naipaul es un puente sobre las aguas.


Un camino en el mundo, de V.S. Naipaul.

Círculo de Lectores, 1995.





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Que pudiera yo agregar ademas de los elogios...una reseña fantástica que nos acerca un poco mas, así como esta obra literaria, al universo de Miranda, un héroe incomprendido, un humano muy complejo, y tan sencillo a la vez. Gracias por acercarnos a esta obra estimado @rjguerra

Gracias por tu comentario, amigo @humoalex. Miranda es inmenso y excepcional en sus contradicciones.
Saludos.

Tal como lo refleja el tema musical de Ismael Rivera, Miranda fue un incomprendido, un ser humano gigante con un destino un tanto cruel pero que marcó el destino de la Patria!!

Magnífica reseña. La historia de Venezuela y Trinidad parecen tener más puntos en común de los que hasta ahora se dan por sentados. Es triste que a pesar de tanta proximidad geográfica las dos culturas estén tan distantes. Por lo menos la costa de Paria debería ser bilingue, el intercambio comercial más substancial y moderno, y sin embargo nada de eso existe.
Muy por el contrario, cada día se abre más la brecha. Las fauces de la serpiente y el dragon que nos une-separa se cierran sobre la ola migratoria y los escándalos de explotación sexual y narcotráfico. Un triste final para una historia (las relaciones de estas naciones) que prometía tanto.

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