Estimados amigos, he tenido en estos días muchos problemas con la conexión a internet. Esto ha limitado la escritura de mis post; pero he preferido hacer estas entradas, que aunque no son lo que habitualmente acostumbro a escribir, me han permitido tanto pensar como reflexionar en otros ámbitos que igualmente fortalecen mi área de actividades: la educación.

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Llegar a construir una visión sobre la educación como esperanza de movilización social y progreso personal es una tarea que el tiempo y el trabajo realizado son adecuados ejemplos para dejar huellas como testimonio.

La educación como forma de vida, más allá de los recintos educativos, es la respuesta al círculo de la pobreza, es la que puede liberar la mente y los pensamientos para, no sólo mirar todas las posibilidades que nos plantea el camino, sino tener la certeza que poden ser parte real de nuestros planes para tener una mejor calidad de vida.

Creo fielmente en la educación, creo que puede liberar vidas. Creo que puede combatir la oscuridad. Creo que puede abrir caminos insospechados. Creo que puede abrir puertas que se creían cerradas.

Soy optimista, trabajo en el campo educativo. Trabajos con niños. Cuando los miro, siento que este país está poblado de milagros. Porque los milagros existen. En mi escuela hay 687 milagros que pueden aún hacer de este país algo grande. Esa grandeza que nosotros, sus maestros, vemos en cada gesto, en cada mirada, en cada intención y en cada posibilidad que tengamos para ayudarlos, animarlos, estimularlos, convencerlos de que sí se puede y que nadie les diga lo contrario.