AUTORRETRATO

in #cervantes5 years ago

Saludos, amigos todos de la comunidad de Steemit.

En esta oportunidad les entrego otro de los cuentos del Libro de Blacamán y otros relatos. La particularidad de este relato, es que no es personal, ni es un relato familiar. Es dedicado a la amistad, consolidada en el tiempo por más de 50 años.

Autorretrato

A mi amigo José Manuel Hernández

Después de recitar de memoria la poesía de García Lorca, le gustaba ver por la ventana. Motivado, se dispuso a captar la infinitud de tan benevolente recuadro de metro y medio, situado al frente en la pared contraria a su cama desde donde veía apacible aquel retazo de jardín. Entusiasmado, disfrutaba la fiesta de la análoga paleta salpicada por algunas flores de caobas, de sutil aroma. Las mariposas, disfrazadas de lazos alados, tomaban un descanso de baile sobre aquellos árboles elevados, hasta quién sabe dónde. Se propuso un juego tentador, anotar tantos verdes como pudiera aprehender a simple vista. Tomó el guaral de la zaranda colocada en su biblioteca, esa cuerda era justo del ancho de la ventana, y, en una suerte de juego ancestral comenzó a anudar, como para siempre recordar, cada matiz. Cuidadoso, hizo la primera lazada por la punta derecha, por allí comenzaría con los tonos amarillentos, entre un nudo y otro iba dejando algo de distancia por si encontraba luego un verde intermedio, finalmente al caer la tarde capturó a los más oscuros. El tiempo había transcurrido, sin darse cuenta del sol. Un duende observador, se preguntó: ¿Qué tanto puede comprender un chiquillo cuando apenas se reconoce, y es ahora, que comienza a entender sus deseos? Al terminar la diversión, en la soledad de aquella noche, el niño hizo un juramento secreto, algún día llegaría a ser un pintor de ángeles de cielos verdes, dicho esto colocó la cuerda anudada dentro del poema.

“Verde que te quiero verde.
Verde viento. Verdes ramas.”

Una mañana descubrió un nido vacío de canarios colgado de la ventana de su cuarto, estaba tejido con las hojas secas del jardín. Se preguntó, qué haría con aquel regalo, entramado de sabiduría. Al día siguiente vio como se llevaron el nido unos azulejos. En su lugar estaba un nuevo libro, las obras completas de Walt Witman.

"Creo que una brizna de hierba no es inferior a la jornada de los astros
y que la hormiga no es menos perfecta ni lo es un grano de arena...
y que el esfuerzo es una obra de arte para los gustos más exigentes...”

Ahora si veía el sol pasar detenidamente. Llegó a ser un buen investigador pero, sólo para aportar una mejor visión del complejo mundo de los creadores. Con el tiempo decidió conservar tres libros, los dos anteriores y un poemario de Antonia Palacios.

…“Constrúyete de nuevo como lo que nace de pronto, sin origen. Levanta un nuevo gesto, el que nunca has usado. Deja que la casa sucumba en su conjuro, en su lluvia de polvo. Aléjate sin miedo. Vuélvele la espalda a ventanas hundidas en el aire, muros derruidos que el silencio arrebata. Deja atrás las puertas confinadas y mira hacia lo lejos...”

Después donó la huidiza zaranda al Museo de los Niños y la cuerda anudada se convirtió en su único objeto de valor.

Hoy se despertó con una picada en la pierna hecha por un minúsculo bicho, porque, de haber sido grande sería absolutamente transparente, como los habitantes de los glaciares. Tal vez llegó por la ventisca colada por la misma ventana de siempre, siempre verde, por donde entra una luz verde matizando aún más el moaré de las sábanas de seda. Se levantó de la cama, percatándose de la mancha roja expandida sobre el vibrante tejido, la mancha no era muy grande, tampoco pequeña, era del tamaño de un rostro, el de él.

Hasta el próximo relato

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Cómo todos los de este libro, una experiencia.
Ese final es perturbador. Realmente bueno.

Gracias @adncabrera por tu visita y tu comentario. Bienvenida siempre.

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