HISTORIA CORTA | La Criatura del Monte Haven

¡Saludos, queridos Steemians!


A petición de algunos lectores, les comparto el día de hoy, traducida al español, la historia corta con la que gané el Concurso de Historia Corta en 24 Horas que nuestro buen @mctiller anuncia religiosamente los días lunes de cada semana. Si les gusta la ciencia ficción, la idea de crear una historia en un período muy corto de tiempo o simplemente quieren practicar su inglés... ¡Síganlo, estén al tanto de sus anuncios y anímense!

Sin más que decir, les dejo con La Criatura del Monte Haven.


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Crash Site, Johan Törnlund (Fuente)

Digan lo que digan de un cantinero, nunca dirán que no ha visto mundo.

Y quince años sirviendo tragos en este sitio me han dado mucha experiencia y un poco de terror, la verdad.

Pero nada te prepara para ver a un chico roto.

Quebrado por aprender algunas cosas acerca de la vida muy rápido.

Era una tarde cálida y seca en Jesse’s, cerca de la vieja, pero honrada granja Mackintosh. No es como si llevo con frecuencia la cuenta de todos los tragos que sirvo en un día así. Trabajadores sucios y sudados van y vienen, pidiendo cualquier clase de bebida con la que puedan aguantar un día de porquería como ese. Chiquillos que no podrían aguantar una semana trabajando bajo ese sol infernal se cruzan con vaqueros viejos y experimentados llenos de actitud y escasos de paciencia. Y a ambos les sirvo con gusto, sin hacer preguntas, más allá de “¿Qué se te ofrece, Ray?” o “Qué calor de mierda hace, Jim”.

Claro, eso hasta que Ryan llegó, a las 3 en punto.

Ryan es un buen chico, no me malinterpreten. Tiene 22 años, y es sólo un aprendiz en el granjero. Pero siempre termina su turno antes que los demás, para que pueda tomarse un trago o dos de whisky o, aún mejor, cortejar a algunas de las chicas que trabajan en el cabaret de la zona. Las matronas de por ahí dicen que es todo un galán, saliéndose con la suya de lo que fuera, incluso flechando a las novatas más hermosas entrenadas por Mariah. Quitándoselas del brazo a clientes mucho más maduros y experimentados que él, incluso a los más ricos.

Y no saben cuánto le gusta perderse por las llanuras fuera de la granja, cerca de las colinas rojas del Monte Haven. Siempre había una forma de saber que él andaba por ahí, explorando, mirando hacia el cielo; o lo veías regresar más feliz que un niño en Navidad, o más cubierto en polvo y lodo que cualquier otro. Con una sonrisa enorme y brillante en su cara.

Esa tarde, Ryan entró de golpe en la taberna, respirando agitadamente, pálido como si hubiese visto al diablo de cerca.

No que mucha gente se hubiera dado cuenta. Entre el calor, el montón de tipos jugando póquer y emborrachándose a fondo blanco, y la pianola tocando la canción del día, fue un alivio que Ryan entrara de una forma mucho más calmada que en otras ocasiones.

Se sentó frente a la barra, lentamente. Sus manos, cruzadas sobre la madera, temblaban.

La frente de Ryan estaba rociada de sudor hasta la coronilla. Lo suficiente como para sospechar que podría haber matado a alguien, quizás a un cliente envidioso del cabaret. O que había extraviado a alguna de las chicas que llevaba a las montañas.

Después de atender a otros dos clientes y limpiar el sudor de mi propia cara, me le acerqué.

‘¿Volviendo a las andanzas, Ryan?’, le dije.

El chico no respondió ni una palabra. Era como si no estuviera allí. Sólo estaba mirando a la nada.

Tomé un vaso cuadrado vacío de la despensa y le di una buena limpiada antes de llenarlo de agua fría, colocándolo justo frente a él. El sonido del cristal chocando con la madera apenas lo despertó de su shock.

‘¡Oh!... Hey, señor Miles… Gracias’

Ryan tomó el vaso de agua entre sus dedos. El vaso hizo un sonido perturbador, un tintineo a medida que temblaba mientras él trataba, en vano, de beber de él.

‘¿Estás… bien, Ryan?’

Ryan fingió una sonrisa.

“Sí, señor Miles. Es… Es sólo que es un infierno allá afuera, es… es sólo eso”

Por supuesto que no le creí nada.

‘Pues cómo no. ¿Qué te sirvo?’

Ryan logró recuperar la compostura y tomarse el vaso de agua entero. Pero sus manos aún temblaban, perdidas.

El vaso se resbaló por sus dedos y chocó contra la madera de la barra, apenas salvándose de caer al suelo. Ryan se llevó las manos a la cabeza, con los codos contra la madera. Se dio un golpe con la palma de la mano izquierda. Una… y otra vez.

‘Basta, por favor… ¡Ya basta!’

No. Ryan no estaba para nada bien.

‘Hey, niño… ¿Qué ocurre? ¿Necesitas una habitación?’

Ryan suspiró. Trató de dejarlo ir, escondiendo su rostro detrás de sus manos a medida que trataba de respirar con calma otra vez.

‘No… No estoy bien, señor Miles. Es que… es que usted no va a creerme’

Bingo. No que pudiera dirigirle palabra alguna al respecto, así de llena como estaba la cantina.

Le serví otro vaso de agua fría, que se tomó en un abrir y cerrar de ojos.

‘Chico, no te preocupes. Sólo dime que pasa. Ya he visto una que otra cosa de este lado de la barra. No es tan fácil sorprender a un cantinero, ¿sabes?’

Ryan estrujó sus ojos con las palmas de sus manos. Sus nudillos estaban inflamados, con trazas de sangre en la piel, demasiado oscura como para saber cuánto había pasado desde la golpiza. Pero definitivamente peleó con alguien.

‘Sólo deme whisky. O ron. Le contaré cuando todos se hayan ido.’

Sin decir palabra, acepté las condiciones de Ryan. El chico se bebió casi tres cuartos de una botella él solo, como si quisiera lavarse el alma entera con licor. Su palidez bajó, pero sus temblores no. Por una hora o dos, traté de atender a los otros clientes como si nada, haciendo lo posible por distraer a cualquiera que le conociera para que nadie lo estresara o molestara más de lo que ya estaba.

Al caer la tarde, pude entender que el chico no peleó contra alguien, sino contra algo.

Cuando todos se fueron, cerré las puertas, dejando apenas ventanas abiertas para que el aire frío del crepúsculo pudiera pasar sin problema. Ryan aún estaba sentado en el bar, con su picardía escondida en algún lugar entre el cansancio y la melancolía.

Me senté en la barra, dejando un banco entre ambos.

‘Dime, chico. ¿Qué pasó allá afuera?’

No sé cuánto tiempo pasó hasta que empezó a hablar. Pero lo que me dijo no era ni remotamente lo que esperaba. Para nada.

‘Estaba en las colinas, señor Miles. Como siempre. Estaba caminando, viendo el paisaje. Las briznas de pasto, el viento pasando por las faldas de la montaña. Hacía mucho calor, pero nada fuera de lo normal. Al menos hasta que vi humo a la distancia.

Pensé que, quién sabe, quizás el sol prendió un arbusto en llamas o algo así. Pero cuando me acerqué, el hilillo de humo que vi se hizo más grueso y negro. Como el humo de una chimenea, y había un olor muy fuerte en el aire. Me pareció que el humo venía del otro lado de la colina en la que estaba, así… que fui hasta allá.’

Ryan se quedó callado, como si esperase que le preguntara algo más acerca de su historia.

‘Continúa.’

Después de tomarse de un sorbo el poco whisky que quedaba en su vaso, siguió hablando.

‘Crucé la colina, escalándola hasta la cima. Cuando llegué allí… Igual no va a creerme, señor Miles, ¿qué hago contándole esto?’

Suspiré.

‘Tú fuiste quien entró a mi cantina pálido como un muerto, niño. Creo que merezco saber qué pasó’.

El esbozo de una sonrisa se dibujó en la cara de Ryan. Pareció relajarse, quitándose el sombrero de la cabeza y poniéndolo en la barra al tiempo que me pedía otro trago.

Una vez me levanté y fui al otro lado de la barra para servírselo, comenzó a hablar de nuevo.

‘Vi… Vi una cosa en forma de círculo, clavada en la montaña. Toda golpeada, como si hubiese caído del cielo, y el humo venía de ella. El suelo bajo esa cosa estaba en llamas, en llamas de un fuego verde y raro. Apenas podía respirar a través de todo el humo, pero… yo sólo quería ver qué había ahí adentro, ¿sabe?’

Ryan era un chico valiente.

Terminé por darle la botella. Un simple vaso de licor no iba a ser suficiente para el resto del relato.

‘Anduve por la arena y las rocas, apenas evitando el fuego. Cuando me acerqué a la cosa… algo pasó. Ese redondel de hojalata tenía, no sé, algo como una escotilla. Y algo la abrió desde adentro, y cayó como si fuera una tabla de hierro al suelo’

Ryan no estaba imaginando cosas. Eso no era un espejismo causado por el calor. La certeza en su voz estaba comenzando a darme más miedo que lo que estaba contándome.

‘Lo que no entiendo, chico… es por qué no saliste corriendo al pueblo apenas viste eso’

Ryan me miró frenéticamente. Sus ojos estaban llenos de desesperación.

‘Me quedé paralizado, señor Miles. Yo… Yo quería regresar al pueblo, quería buscar a alguien, pero no pude. La negrura en el agujero de esa escotilla… Sentí que estaba llamándome.

Comencé a caminar otra vez… Poco a poco… Pero entonces… No, no puedo decirle esto, señor’

Puse mi mano sobre el hombro de Ryan, teniendo serias dudas acerca de quién tenía más miedo de los dos.
‘Sólo dilo, niño.’

Ryan suspiró largamente antes de seguir.

‘Una… una criatura cayó al suelo, a través de la escotilla, señor Miles. Una cosa horrible y asquerosa que no era de este mundo. No podía serlo. Aún respiraba, tratando de levantarse del suelo con sus… manos, garras, no sé qué diablos eran esas cosas. Tenía la piel seca y escamada, manchada de marrón y aguamarina… Y tenía una cabeza deforme y horrenda, llena de bigotes y espinas.

Caí de golpe al suelo, llevándome las manos a la boca y callándome para que esa cosa no me escuchara. Pero lo hizo.

Alzó su rostro para verme. Tenía ojos como los de una mosca, pero con párpados. Y dientes. Dios, dientes feos, tiritantes. Afilados como navajas’

Ahora quien estaba sirviéndose un vaso de whisky era yo, sin aliento alguno en la garganta. Apenas podía escuchar el cuento del chico, ni más ni menos.

‘La… la espalda de ese monstruo se encorvó, como si fuera un gato o un animal salvaje. A punto de saltar sobre mí y atacarme. Y lo hizo. Corrió por la arena, cojeando, pero lo hizo. Y se abalanzó sobre mí en un parpadeo.

No sé qué se apoderó de mí, señor Miles, pero agarré una piedra del suelo y se la lancé directo a su cara espantosa. El golpe fue tan fuerte que lo hizo caer a unos metros de mí.

Seguí en el suelo unos instantes, viendo el aliento de esa bestia ceder a medida que comenzaba a ganar de nuevo el mío. Me levanté del suelo, tomando otra piedra en mi mano antes de acercarme a esa cosa’

Ryan clavó sus dedos en su sombrero, aún en la barra, como vaciando su dolor en algo.

‘Prosigue.’

Después de un instante que pareció una hora, Ryan terminó su historia.

‘Le… Le vi de cerca. Estaba muriendo. Y fui a darle el golpe de gracia. Lo apedreé a morir con la roca y luego lo molí a golpes con mis propias manos, señor Miles. Y me sentí aliviado. Pero…’

‘¿Pero qué, niño?’

‘… No estaba muerto. No en ese momento. Sus garras se levantaron del suelo y se clavaron en mi cara, sosteniéndola contra la suya a medida que gritaba y abría sus ojos completamente hacia mí. Como si estuviera viendo a su Dios. Y me hizo verlo también.

Vi el cielo claro y estrellado, señor Miles. Vi el vacío del espacio.

Vi mil cosas redondas, como la que cayó del cielo. Organizadas como si fueran una tribu. O una armada.

Y vienen en camino, señor Miles. Vienen hacia nosotros.’

Me quedé sin palabras. Ryan sólo tomó su sombrero y salió de la cantina, sin decir otra palabra.

De más está decir que Ryan nunca volvió a visitar el Monte Haven.

Y yo tampoco.


¡Hey! ¡Gracias por leerme!

Espero tus comentarios con tu opinión acerca de este y los próximos artículos, historias y opiniones que compartiré contigo en los próximos días. Como siempre, si te gusta, vótalo; si te gusta mucho, republícalo; y si te encantó, ¡sígueme! ¡Porque ahora es cuando vienen cosas buenas!

- JD

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hola me gusto tu pots que tal si nos ayudamos entre si la cosa es que tu me sigas y en mi ultima publicacion me des un voto tuyo y un seguimiento(me dejas un comentario para saber)y yo te dare el seguimiento y votos futuro,bueno tu decides

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