Existir todavía (Libro): una mentira editorial.

in #cervantes5 years ago (edited)

Uno de los últimos libros del autor (Imagen recortada)

Según la sinopsis escrita en la contraportada del libro en la edición de Seix Barral:

"En Existir Todavía, Benedetti explora el goce de vivir, para nombrar desde el asombro los recuerdos de su experiencia, el ahora y la apuesta al futuro. A los 83 años, la voz melancólica del poeta le rinde homenaje a la existencia, y la mirada se extiende hasta capturar el alma de las cosas más queridas."

Sin embargo, mi experiencia al leerlo fue muy diferente. Benedetti no habla del "goce de vivir" ni "rinde homenaje a la existencia", mucho menos "apuesta al futuro"; más bien se queja, increpa, injuria, reclama y se despide, no con el goce de haber vivido, sino con la resignación de ver llegar el final de su existencia. El libro fue publicado en 2003, cuando el escritor uruguayo tenía 83 años y contiene 83 poemas, “por eso encaja un poema en cada año”, separados en seis secciones. La mayoría de ellos tiene un aire triste, nostálgico, de pesadumbre y los temas más recurrentes a lo largo del libro no son los más alegres: muerte, soledad, derrota, guerra, tristeza, resignación y esa nada que, según las creencias del autor, nos espera al traspasar la frontera de esta existencia hacia la vida en el más allá.
Lo primero que se percibe al inicio del poemario es la preocupación de Benedetti por su muerte. Tenía 83 años, sabía que no le quedaba mucho tiempo y por ello la sombra del cese de la vida cobija gran parte del libro. En el primer poema escribe “la parca desde lejos me hace un guiño” y el siguiente habla del horizonte, que no es más que ”la frontera eterna de la muerte”. En Contrastes, el escritor se pregunta: “Por qué será que los poetas / se acuerdan siempre de la muerte”. Desde distintos ángulos, otros poemas rondan el mismo tema: Losas es un poema lúgubre, aunque con algo de ternura, que describe un cementerio; Caída narra los últimos instantes de un suicida y en Biblioteca, el poeta termina su reflexión pensando en “cuando una noche yo me extinga”. Ya al traspasar, sobre el papel, la frontera de la muerte, Benedetti describe en Fantasma una experiencia que me recordó la película A ghost story con Rooney Mara y Casey Affleck:

Al final me di cuenta
soy un fantasma triste
cuando mi brazo abraza
son bisagras de aire.

Si hablo lentamente
las palabras son humo
y si estoy silencioso
mi suspiro es de hielo.

Paso con decisión
por las puertas cerradas
y veo otro paisaje
de bosques y azoteas.

Con todo la nostalgia
no me deja tranquilo
y me trae el recuerdo
de cuando era mortal.

La sombra de la muerte no regocija a Benedetti, evidentemente, y es porque para él “La vida breve ocurre entre dos nadas” y la existencia “es tan sólo una deuda a corto plazo”. ¿Qué puede esperar él al final de todos los finales si no cree que haya algo más allá? En otro poema, se pregunta “para qué consumirnos a la espera / si todo va a caer en el olvido”.

Pero no es sólo la idea de su muerte lo que apesadumbra al escritor uruguayo, también el presente lo desalienta. En Infancias habla de la infancia desatendida, los huérfanos, niños hambrientos, desamparados, que son “la vergüenza del poder”; En Interrogantes, la pantalla muestra guerras y presidentes asesinos; en otro poema declara que “siempre habrá un dios para apoyar la guerra”; en Mi ciudad, habla de la capital del desempleo; Aguas habla del valor material que tendrá el agua en el futuro cercano y de cómo, según él, se cotizará en bolsa, la darán a gotas a los jubilados, la controlarán los grandes capitales y los pobres tendrán la lengua reseca; y hasta titula un poema GWB con evidente referencia al ex presidente de los Estados Unidos. De este desencanto con su mundo actual, se desprende otro de los temas recurrentes en el libro: si el mundo es un lugar tan caótico y cruel ¿para qué nacer? En Aquí estamos dice:

Hija mía por suerte no viniste
hijo mío por suerte te quedaste
un mundo loco regido por locos
no es apropiado para nacimientos.

Idea que refuerza en Feto, poema en el que el bebé, desde el vientre de su madre, pide no nacer en un mundo tan deplorable y lucha, en vano, por no llegar al mundo. El fracaso de su lucha se cristaliza en el llanto con que acepta su derrota. Para Benedetti “somos un haz de derrotados” y “el universo es un abrazo inútil / un cerco que al final nos estrangula”. Habla también del olvido del pasado en Estatua y en otro poema dice que “la memoria es salobre / dulce / amarga”.
El amor, uno de los temas más trabajados en su trayectoria poética, tiene una presencia mínima en el libro y no muy alegre. En Amores más bien habla del desamor:

Cuando el amor es neutro ya no es fuego
si amenaza morir es porque miente
y si envejece prematuramente
es porque lo han dejado sordo y ciego.

Si el amor guarda llamas para luego
y el contenido se hace continente
si no se atreve ya a morir de frente
es porque ha hecho trampas en el juego.

Sólo tres poemas tienen un contenido que pudiera ser algo romántico, bonito, de esos que como tantos otros en la carrera del poeta uruguayo, se pueden dedicar a un ser amado: Abrazo, Faro y El mar. Y otros tantos tienen algo de humor alegre, como esa Postdata apócrifa, o algunas estrofas de Píldoras, como la que dice:

Cuando el sapo no encuentra
a su princesa
besa a la sapa
qué más remedio.

O mucho me equivoco y he leído un libro diferente, o la editorial nos ha mentido en la sinopsis. Benedetti no "explora el goce de vivir". Se despide de la vida en Adioses, pero su despedida no es un adiós agradecido, es una mirada hacia atrás y hacia el presente, con nostalgia y desencanto. Creo que el escritor pensaba que sería su último libro (publicó seis poemarios más antes de morir en 2009) y por eso dijo lo que quería decir, lo que sentía, su desencanto, su miedo, sus quejas, sus preocupaciones, más como un homenaje a sí mismo y a sus ideas, que al goce de la existencia; un homenaje individual, personal, porque "al fin nos vamos enterando / que estamos solos solos solos".

Reseñado por @cristiancaicedo



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