Soldados de Salamina (Libro): la guerra, los poetas y los héroes.

in #cervantes5 years ago (edited)

Una novela imprescindible de la narrativa española

A pesar de su título, la novela más celebrada del escritor español Javier Cercas, no habla de aquella famosa batalla entre griegos y persas en la isla de Salamina, sino de un episodio (de varios) de la guerra civil española y de algunos personajes que verdaderamente existieron.

En las últimas semanas de la guerra civil española, los soldados republicanos se retiran de la batalla huyendo hacia la frontera francesa. Algunos de estos grupos militares llevan prisioneros y en la huida deciden fusilarlos. Entre estos prisioneros se encuentra Rafael Sánchez Mazas, un escritor y político español, fundador de Falange (un partido político de tendencia fascista) que logra escapar del fusilamiento... dos veces. Tras las detonaciones, Sánchez Mazas se interna en el bosque y comienza a huir, pero un miliciano anónimo que lo encuentra, cuando ya lo encañona con su fusil, en el último momento... le perdona la vida. Este gesto es lo que fascina al narrador de la novela, quien decide investigar la vida de Sánchez Mazas, los detalles de esas semanas de la guerra y de ser posible, quiere saber ¿por qué ese soldado le perdonó la vida a su enemigo? La novela se divide en tres partes: Los amigos del bosque, Soldados de Salamina y Cita en Stockton.

Los amigos del bosque

Es el inicio de la novela. El narrador se llama Javier (aunque es y no es el autor del libro) y es un periodista que abandonó su trabajo en la redacción de un diario por su carrera literaria, la cual después de la publicación de una novela y unos cuentos resulta ser infructuosa. Por ello, vuelve al periódico y allí lo destinan a la sección de cultura, en donde se entera de la historia de Rafael Sánchez Mazas, un escritor, poeta y político falangista, quizás uno de los principales responsables de la guerra civil, que se salvó de morir fusilado y luego otro soldado le perdonó la vida en su huida. Javier tiene una novia muy peculiar, Conchi, que brinda momentos graciosos dentro de una historia seria que discurre no sólo por la guerra y la política ("un país civilizado es aquel en que uno no tiene necesidad de perder el tiempo con la política") sino también por la Literatura.

Javier escribe que “se puede ser un buen escritor siendo una pésima persona (o una persona que apoya y fomenta causas pésimas)” porque Sánchez Mazas fue un buen escritor, pero estaba del lado del general Francisco Franco; también asegura que “todas las guerras están llenas de historias novelescas”. Su actitud al investigar es algo extremista: si el primer hecho que buscaba comprobar era falso, entonces todo lo demás lo sería y se enfrentaría a una catástrofe y viceversa. Cuando avanza en su labor, más allá de lo que le había pedido la redacción del diario, decide escribir un relato real de lo ocurrido, tal como Sánchez Mazas pretendió hacerlo pero no lo hizo; este libro dentro del libro que es el mismo libro (técnica que ya utilizó en su novela El móvil) lleva el nombre que el mismo falangista quería colocarle: Soldados de Salamina.

Soldados de Salamina

“La guerra es por excelencia el tiempo de los héroes y los poetas” dice el narrador. Antonio Machado, Miguel Hernández, Federico García Lorca, Julián Zugazagoitia, todos ellos y otros poetas vivieron la guerra civil española y algunos murieron en ella y por su causa. Y Rafael Sánchez Mazas era un poeta, aunque estudiara Derecho y fuese político después, su vocación real fue la Literatura. Fue poeta, novelista, escribió artículos, crónicas, trabajó para Abc, El Sol, Pueblo Vasco, corresponsal en la guerra de Marruecos, conoció el fascismo en Roma y fundó el semanario El Fascio que apenas publicó un único número. Incluso fue miembro de la Real Academia de la Lengua Española en 1940. El narrador (el Javier que no es Javier) aclara que “no ofrezco hechos probados, sino conjeturas razonables” porque aunque se basa en hechos reales y hay documentación para probar ciertas cosas, muchas otras carecen de sustento firme. Esta parte intermedia cuenta cómo la buena estrella del falangista le permitió vivir emboscado, oculto en la afueras de un pequeño poblado, protegido por un grupo de campesinos de la región. Repasa los hechos de su vida, pasando por aquel aquel miliciano de extraña mirada que no lo delató y le perdonó la vida y muestra cómo, al alzarse con el poder el general Franco, Sánchez Mazas llegó a ser un hombre importante que ayudó a aquellos jóvenes que lo protegieron en su huida. “Ni me arrepiento ni olvido” dice Sánchez Mazas al evocar su pasado. Al cierre de esta segunda parte, el narrador cuenta que una calle en Bilbao lleva su nombre, pero que “hoy poca gente se acuerda de él, y quizá lo merece”.

Cita en Stockton

Es mi parte favorita de la novela, aunque quizás se deba a un elemento netamente subjetivo. Después de haber hecho su investigación, Javier (el narrador que no es el autor del libro) abandona el proyecto de escribir el libro porque no tiene equilibrio. Es decir, para poder contar la historia propiamente, le gustaría incluir también una visión del lado contrario del conflicto. Pero no la tiene. Hasta que aparece un personaje que, en medio de una entrevista para la sección de cultura del periódico, le da la clave: Roberto Bolaño.

El autor de Los detectives salvajes aparece en la novela de Cercas como un personaje muy parecido a sí mismo. Cuando le dice a Javier que “los libros siempre acaban cobrando vida propia, porque uno no escribe acerca de lo que quiere, sino de lo que puede” o que “un escritor no escribe nunca acerca de lo que conoce, sino precisamente de lo que ignora” estamos escuchando al propio escritor chileno. El narrador lo describe diciendo que “Bolaño, que no sonreía casi nunca, pero que casi nunca parecía hablar del todo en serio” y a través de él da con la pista de Miralles, un soldado republicano que luchó en la guerra civil española y luego en Francia y en África durante la segunda guerra mundial. “Los héroes sólo son héroes cuando se mueren o los matan” dice Miralles, pero Bolaño y Javier sostienen una conversación interesante sobre ese tema, en la cual dicen que un héroe se define en un instante, sin importar lo que su vida haya sido hasta entonces.

Rafael Sánchez Mazas y Miralles son las dos caras de una historia que habla de la guerra, la política, de los héroes olvidados, de la memoria, pero sobre todo de la Literatura y el papel del escritor. Al cierre hay frases del inicio de la novela indicando ese libro dentro del libro que es el mismo libro (el que el personaje escribe y que el lector sostiene en sus manos). Gracias a la técnica, a su prosa bien trabajada y a su interesante trama, la novela ha sido un éxito en todo el mundo, adaptándose no sólo a novela gráfica, sino también al cine, con guión y dirección de David Trueba y la actuación de Diego Luna, entre otros.
Aunque está escrita en primera persona y parece ser una novela testimonio, es decir un relato real, Soldados de Salamina es en parte historia y en parte ficción. En los Estados Unidos tienen un término específico para este tipo de historias: Faction, que viene de combinar Fact (Hecho) y Fiction (Ficción), pero cuya posible traducción al español no me convence (¿Facción?) y además, ¿acaso no todas las ficciones son versiones libres de la realidad? ¿no está a su vez la realidad imbuida de ficción? Así entonces, buscar el término se hace innecesario, porque ya existen las palabras Novela y Literatura. Y esta novela es Literatura. Y de la buena.

Reseñado por @cristiancaicedo



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