Pacífica... (microcuento)
Un día de cada mes ella posaba su brazo en la ventana. Miraba afuera y solo por un instante podía disfrutar de los olores a frutas frescas del lugar, era en ese momento en el que sentía que la paz existía, sin bombas, sin lágrimas, sin asco, sin gritos, solo el olor a paz. Hasta la reja olía a gloria.