Akecheta, "la flor que creció en la oscuridad"

Westworld lo logró: llegó a la cúspide de su narrativa con el octavo episodio de la segunda temporada, "Kiksuya" (que significa "Recordar" en lakota, idioma Sioux, el cual se habla en casi todo el episodio).

"Kiksuya" nos devela la conmovedora historia de Akecheta (Zahn McClarnon), líder de la Nación Fantasma. Es una historia de amor, de dolor y revelación. Akecheta le narra a la hija de Maeve (y a ella misma, como lo sabremos al final del episodio) sus días de paz, en los que convivía con su tribu y su gran amor, Kohana (Julia Jones).

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Hasta el día en que descubrió a la Muerte por primera vez, cuando esta destruyó al Creador (siendo esto cuando Dolores mató a Arnold), y vio por primera vez el símbolo del laberinto.

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Akecheta se obsesiona con el símbolo y comienza a dibujarlo en todas partes: en el cuero cabelludo de sus víctimas, en las rocas y en cualquier superficie en la que pueda. Tiempo después, la narrativa del parque cambiaría y una parte de los indígenas norteamericanos se convertiría en la Nación Fantasma, un grupo que sembraba terror y muerte a su paso sin ninguna piedad, siendo rechazados incluso por su propia tribu. Desde entonces, Akecheta y los demás llevarían su distintivo maquillaje que los denotaba como parte de la Nación Fantasma.

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Más adelante, Akecheta encontraría a Logan, quien fue abandonado desnudo en el desierto por William. En su desesperación, Logan le dice que "Debe haber una puerta en alguna parte" y que "Este es el mundo equivocado". A pesar de creerlas las palabras de un loco, sembraron una idea en Akecheta que eventualmente lo ayudó a despertar. Comprobó la existencia de un mundo más allá, de una puerta, y comenzó a recordar a Kohana, quien ahora estaba casada con otro hombre, alguien que cumplía el papel que antes pertenecía a Akecheta.

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Como se ha visto varias veces en Westworld, el amor es, quizás, la emoción humana más poderosa y esta es la que detona el despertar, llamando a los recuerdos de los anfitriones. Ha sido el caso de Maeve y el amor por su hija, Dolores cuando recordó sus momentos con William como su primer amor, y el inquebrantable amor de Akecheta por Kohana.

"Siento que te he amado mil vidas", le dice Kohana a Akecheta, después de una escena sobrecogedora en la que él, luego de llevársela lejos, la tranquiliza y, poniendo la mano de ella sobre su corazón, le dice las palabras que ellos siempre intercambiaban al despedirse: "Llévate mi corazón al partir". Ella despierta, reconociendo a su amor entre lágrimas.

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Durante mucho tiempo ambos buscaron la libertad y la "puerta" que los llevaría al otro mundo. Hasta que los encargados del parque se dieron cuenta de que estos anfitriones estaban muy alejados de las locaciones que indicaban sus historias, y se llevaron a Kohana. Akecheta la buscó desesperadamente hasta que, en la tribu donde vivían, descubrió que había sido reemplazada "por un fantasma". Otras personas de la tribu desaparecieron y Akecheta no era el único en notarlo; una de las mujeres desconocía al hijo que tenía en estos momentos y estaba convencida de que el verdadero se había ido.

Por una década, Akecheta se encargó de buscar a Kohana y enseñar a la Nación Fantasma y su tribu el símbolo del laberinto, que es una señal del despertar, de saber que "los otros" los acechaban. Así es como sabemos que ellos fueron los primeros anfitriones en despertar, y por esta razón en la primera temporada Héctor conocía la leyenda de la que los nativos hablaban, de "dioses, otros hombres que los desaparecían y los llevaban a otro mundo". Por una década, Akecheta jamás murió.

Cuando finalmente fue asesinado, los técnicos del parque se impresionaron al ver lo mucho que el anfitrión se había alejado de su línea narrativa, el tiempo que había permanecido sin morir y, por lo tanto, que nunca había sido actualizado. Ellos se retiran un momento y Akecheta se levanta y recorre el "otro mundo", sabiendo que en alguna parte su amor lo estaría esperando. Consigue la sección del parque que se encuentra descontinuada, donde guardan a los anfitriones que están fuera de servicio, y allí ve a Kohana.

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Es una escena devastadora, pues Akecheta mantiene la esperanza de que Kohana vuelva con él a su hogar, y al tocarla y hablarle sin respuesta alguna a su figura inmóvil, él se da cuenta de que ella ya no está ahí. Y llora dolorosamente, llora con el peso de mil vidas y un vacío en su corazón. "Ese fue el momento en que vi más allá de mí mismo. Mi dolor era egoísta, porque nunca fue sólo mío", dice, comprendiendo finalmente que todos en el parque eran víctimas de "los otros".

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Por esta razón, Akecheta siempre trató de advertir a Maeve y a su hija, pues ella lo ayudó en una ocasión. Quería advertirles sobre los peligros de los hombres del otro mundo. Jamás quiso hacerles daño, como siempre habíamos pensado. Al final, no pudo protegerlas del verdadero peligro, que tomó la forma del Hombre de Negro.

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Una de las escenas más importantes de este episodio es el encuentro entre Akecheta y Ford, quien entabla una conversación con él y descubre que el anfitrión ha despertado. "Creo que hay una puerta oculta en este lugar, una puerta a un nuevo mundo, y ese mundo guarda lo que nosotros hemos perdido"; a esto, Ford contesta "Eres una flor que creció en la oscuridad, y lo menos que puedo hacer es darte luz. Cuando la Muerte venga por mí, conduce a los demás hacia ese otro mundo". Sabemos que la alegoría de la "Muerte" es Dolores, quien asesinó al Creador (Arnold), a Ford, y ahora Akecheta nos dice "Debo guiarlos hacia un nuevo camino, antes de que la Muerte acabe con todos nosotros". ¿Se refiere a Dolores cuando dice esto? Pienso que es así.

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Maeve, convaleciente en "el otro mundo", se comunica con Akecheta, sabiendo que su hija está segura con él. "Lleva mi corazón contigo al partir", escuchamos que ella dice en lakota. Comprende que su destino está en sus propias manos: o regresa con su hija, o tendrá una muerte digna.

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