Crónica | Hacer radio en la Venezuela de la crisis

in #cervantes6 years ago (edited)
¿Aló?, buenas tardes, ¿con quién hablamos?, ¿de dónde nos llama?

Estás simples frases se convierten en la cotidianidad de la radio venezolana. Son preguntas que abren la posibilidad de conocer “vida, obra y milagro” de los cientos de hombres y mujeres que llaman buscando respuestas, buscando quizás, la posibilidad de que alguien los escuche un ratico.

Foto: Transmisiones de Radio Fe y Alegría.

El drama social venezolano se manifiesta todos los días y en todo momento. Las conversaciones entre amigos, el transporte público, las salas de espera y cualquier espacio se convierten en caldo de cultivo para que cada quien saque sus angustias y sus frustraciones.

En la radio, la gente ha encontrado –desde siempre- un espacio cercano para anunciar y denunciar. Por eso, este medio se distingue de otros, -porque es más rápido y menos burocrático-. En los últimos años, el contexto venezolano ha hecho que los espacios de información y opinión se reduzcan dramáticamente. Todos los estudios de medios así lo revelan. Quedan los que son verdaderamente independientes y no han sido alcanzados por la censura estatal.

Aunque los diales están inundados de emisoras en frecuencia modulada, la mayoría programa música y entretenimiento. Las que informan son minoría. Otras son propagandísticas y eso se convierte en un reto constante.

El drama social en la radio

Por ejemplo, En un día cualquiera, en un programa cualquiera, puede ocurrir algo como lo que a continuación se presenta:

El programa de radio estaba por terminar. El reloj marcaba las 8:49 de la mañana. El teléfono repicó –como de costumbre- y dije:

- Aló, buenos días, ¿Con quién hablo?

Al otro lado del país –en Maracaibo- un señor mayor dijo:

- Hermano, yo me siento en este país como se sentían los judíos en los campos de concentración nazi. Todos los días salgo a picar piedra, a picar piedra, a picar piedra; estoy acabando con mi vida sin saber en qué momento me voy a desmayar porque no veo esperanza.

Mientras el señor hablaba, la sangre se me heló y el corazón se me aceleró. La entrevistada y yo nos mirábamos –indefensos- ante esa metralleta de confesiones. Pero seguíamos atentos, escuchando.

Este hombre, que cruzaba medio país a través del cable telefónico, terminó diciendo: “Hermano, yo siento permanentes deseos de suicidarme. No aguanto la presión, ya estoy viejo, yo quería descansar y ahora estoy trabajando más que cuando tenía 15, 20, 25 o 30 años; demasiado esfuerzo y saber que no tengo esperanza, que cada día, aunque gano un poquito más de dinero, vivo peor. Todos los días ando con una angustia tremenda, que lo poquito que como no me cae bien. Necesitamos ayuda”.

Sinceramente, ante tamaña confesión, no alcancé a decir nada relevante más allá de pedirle que alejara esos pensamientos de atentar contra su vida. Su testimonio me dejó desarmado. La socióloga MaryclenStelling, -quien era la invitada del programa A Fondo, que se transmite por Radio Fe y Alegría- habló de la desesperanza colectiva y de la hiper-anomia que nos azota. Finalmente, reflexionó y se preguntó ¿Cómo recoger esto?, lo económico se resuelve, pero esto: ¿cómo lo resolvemos?

Los retos

Ser conductor de un programa de radio abierto al público te expone y te convierte en un intermediario entre los dramas de la gente y el resto de la audiencia. Los venezolanos que están escuchando radio lo hacen con la esperanza de que alguien pueda oírlos y resolver sus dificultades.

En muchos casos, los conductores están expuestos a preguntas y testimonios que ameritan respuestas rápidas y bien pensadas, de lo contrario, podrían fomentar la desesperanza. El caso anterior demuestra qué tan polifacético debe ser un moderador en estos momentos. ¿qué se le puede decir a alguien que desea suicidarse porque no tiene para comer?, ¿qué se le puede aconsejar a las madres que llaman clamando piedad para sus hijos desnutridos? Estar al frente de un micrófono supone tener un “mar” de mínimos conocimientos que puedan orientar las urgencias de la población.

Muchos dirán que el rol de la radio siempre fue acompañar e interceder. Sí, pero no es igual responder preguntas sobre quién debe reparar una calle, a tener que decirle a alguien que no atente contra su vida. No es igual y en ambos casos se necesitan destrezas diferentes.

Más y mejor radio

En este sentido, la necesidad comunicacional del país indica que la gente seguirá demandando de la radio más y mejor acompañamiento. Es hora de pensar en formas de hacer más servicio comunicacional. ¿Consultorios radiofónicos? Puede ser.

¿Qué tan pertinente serían algunos espacios para la orientación nutricional, emocional y médica?, ¿Llegó la hora de invitar psicólogos, psiquiatras, médicos, odontólogos o terapeutas? Además de los economistas, analistas políticos, actores gremiales y otros líderes sociales. Sin duda, según los signos mostrados, habrá que pensar en momentos radiofónicos para enseñar a las madres los valores nutricionales de los alimentos menos costosos, para que puedan seguir alimentando a sus hijos.

La crisis se acentúa y los medios no escapan. Cuando escasea la democracia, los periodistas, locutores, y demás trabajadores de la prensa se transforman en actores claves para la ciudadanía, en ellos recae la responsabilidad de contar, interpretar y transmitir las causas y consecuencias de la cotidianidad alterada y la institucionalidad arrasada. La radio, a diferencia de otras plataformas, está llamada a ser la compañera y la tejedora de puentes entre los diversos actores para aliviar el peso de la ausencia de alimentos y medicinas. La inmediatez y el alcance siguen jugando a favor de los sectores menos favorecidos.

En fin, hacer radio en tiempos de crisis supone más responsabilidad y más agilidad para prestar un servicio comunicacional eficiente. Además de la música y el entretenimiento –que igual son necesarios- quienes hacen informativos están llamados a ser menos ligeros y más responsables.

Por estos días se hace urgente una radio y unos locutores que hagan silencio para que otros hablen y expongan sus tristezas, para que se desahoguen, y también, para que transmitan esperanza desde sus realidades y rutinas. Urge la radio educativa, de investigación y, sobre todo, urge una radio que no pierda la memoria cada día. Es necesario hacer seguimiento y mantener la memoria colectiva encendida y alerta.

Textoy texto: Héctor Escandell | @hescandell
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Saludos mi estimado amigo, abrazos y bendiciones para usted y su familia... En Venezuela ¿Quién gobierna hoy, las grandes élites, o el mercado? El mundo globalizado qué hizo, la economía de Guerra qué hizo; un país tan rico está en quiebra, la gerencia les quedo grande... el barco lo hundieron.

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Tremenda entereza que requiere un locutor que hace ese trabajo de escuchar e intermediar. Me ilusiono con esas reflexiones tuyas sobre mejor intermediación y periodismo radial. No bastan los diagnósticos y los hallazgos sociopolíticos y económicos. Hay que fortalecer habilidades de resiliencia: habilidades emocionales para la resistencia personal, noticias que nos alegren y experiencias de solidaridad. Fomentar lo requerido para perdonarnos y reconciliarnos entre amigos y familiares. El suicidoera una rareza en el país pero ¿qué pasa con el divorcio, las peleas intrafamiliares, el duelo, la separación, la soledad, crear nuevas amistades? Quiero saber de lo que hagan. También para esperanzarme.

Ojalá podamos hacer algo. Ojalá que Fe y Alegría pueda hacer algo.

Ojalá que los periodistas de este país puedan hacer algo independientemente del medio para que trabajen.

Saludos @hescandell, definitivamente no es fácil para un comunicador social enfrentarse a una serie de angustias y desesperanzas de quienes acuden a ti a través del hilo telefónico, para dar a conocer sus vivencias y experiencias diarias. Sin embargo, creo que el solo hecho de estar allí y permitirles desahogarse, les sirve de catarsis; de comentarle a un extraño las cosas que quizás no le confesó a su esposa o hijos. Un abrazo y éxitos en esta Venezuela que nos tocó vivir.

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