Trilogía original: Los ricos también lloran

Eliana una joven de 16 años quien era hija única, creció rodeada de lujos, servidumbres y todo cuanto ella necesitaba pues había nacido en cuna de oro; sus padres eran muy pudientes y se dedicaban de continuo a adquirir más riquezas. Su padre un hombre de apenas 52 años, era de apariencia saludable, de buena estatura y con buen físico, de personalidad muy inestable pero muy entregado a sus obligaciones. Tenía la responsabilidad de dirigir una gran empresa heredada por sus padres, su tiempo era absorbido casi en su totalidad por sus grandes compromisos como empresario, su prioridad era velar que los negocios marcharan lo mejor posible de esta manera lograba satisfacer y asegurar el futuro de su familia.

Su madre quien era aún bastante joven y hermosa, era médico y le apasionaba su profesión, tenía bajo su dirección una clínica muy prestigiosa de la cual ella y su esposo eran los dueños, su vida la dedicaba día a día a esa institución ya que tenía muy claro que su misión era ayudar a las personas hasta donde le fuera posible. Ella gozaba de buena reputación y del respecto de sus colegas, personal y paciente. Era una mujer muy abnegada y ponía todo su corazón en lo que hacía, su especialidad era la psiquiatría, por lo que se involucraba mucho con la vida de quienes atendía, destinaba su mayor tiempo a escucharlos.

Eliana durante su niñez se sentía muy sola y triste a pesar de tenerlo todo, sentía como crecía sola sin un hermano ni la atención debida de sus padres, quienes estaban concentrados en sus ocupaciones. Gran parte de su niñez y cuidados fueron de su nana, una mujer de nombre Julia de 30 años para ese entonces, con un carácter un poco fuerte pero de buenos principios y muy educada, su esposo un hombre humilde de buenos sentimiento, respetoso, entre sus muchas cualidades, trabajaba como chofer en la gran mansión, tenía entre sus obligaciones llevar y recoger a la niña todos los días en un famoso colegio para señoritas.

Ellos tenían un hijo de nombre Sergio contemporáneo con Eliana, era un niño tranquilo de buena educación y muy querido, sus padres se preocuparon por atenderlo y enseñarle buenos modales. Vivía con ellos en un anexo que formaba parte de aquella gran mansión, este lugar se convirtió en su hogar. El niño solía visitar mucho un terreno en la parte trasera de la casa donde había un hermoso jardín, en ocasiones junto al jardinero plantaban las bellas rosas que allí crecían. Sergio también tenía la obligación de asistir a la escuela, hacer sus tareas y ayudar en algunas labores acorde a su edad, también dejaba tiempo para jugar con sus padres al finalizar sus deberes con la familia.

A pesar de vivir en el mismo lugar, Eliana y Sergio nunca lograron conocerse bien, para ambos estaba clara la posición que ocupaba cada uno, ella la niña rica de la casa, él como hijo humilde de quienes dedicaban la mayor parte de su tiempo a servirle a la familia, especialmente a la joven. Cada uno se dedicó a vivir la vida que le correspondía, sin embargo, Sergio conocía de las tristezas y soledad de Eliana por medio de su madre, a quien le tocaba consolarla por las constantes ausencias y poca atención de sus padres.

Julia en algunas oportunidades llegaba cansada después de sus continuos días de trabajo, Sergio quien la esperaba con ansías, la abrazaba y de forma amorosa se recostaba en la cama de su madre queriendo saber los sucesos del día, era allí donde su madre le expresaba de las muchas veces que Eliana lloraba desconsolada porque sentía que aquellas grandes paredes caían sobre ella, solo deseaba poder conversar con su madre a quien la sentía distante y desprendida, apenas cuando llegaba a casa después de sus largas jornadas, siempre le decía – solo quiero descansar, mañana me espera un largo y duro día – ella daba por sentado que su hija estaba bien, que su compromiso era proporcionarle todo lo que ella necesitaba, pero no se percataba que lo más que deseaba su hija, era su cariño y atención.

Para Eliana sus padres siempre estuvieron ausentes, ella nunca fue su prioridad, su papá viajaba constantemente y no se daba cuenta de cuanto ella lo necesitaba, había delegado en aquellas personas quienes la cuidaban toda su responsabilidad, ella aprendió a vivir así, durante su estadía en la casa ella escuchaba música, pintaba, hacia sus tareas escolares, casi no se le veía por los alrededores de la casa y en sus momentos tristes, conversaba por horas con su nana a quien le contaba de sus experiencia, sus inquietudes y de sus carencias afectivas.

El tiempo pasaba y Eliana se convertía en una hermosísima joven, de cabello largo rojizo, figura muy bien definida, con un rostro muy particular; tenía ojos verdes, nariz perfilada, una boca pequeña bien delineada y unos hoyuelos que se lograban ver apenas sonreía. Su parecido con su madre era muy evidente, las personas solo al verlas juntas podían apreciar sus rasgos en común.

Ella tenía la ilusión de tener buenos amigos y poder ir a una gran universidad, quería al igual que su madre ser doctora pero de pediatría, se sentía atraída por los niños y quería dedicarse a cuidar de su salud y ofrecer de su tiempo para compartir con ellos.

Por otro lado Sergio se convirtió en un joven guapo, alto, delgado, de piel morena, cabello castaño, ojos marrones y con facciones bien definidas, era de gran calidez humana, por sus rasgos no pasaba desapercibido, su deseo era llegar a ser un gran médico, para poder ofrecerles una mejor vida a sus padres y así lograr compensar todos los sacrificios que hicieron por él. Sergio contaba con el apoyo de sus padres, quienes habían hecho su mayor esfuerzo de ahorrar cuanto podían para apoyar a su hijo. Su conducta y su trayectoria como sobresaliente estudiante, lo habían hecho merecedor de todo su respaldo. Desde su infancia se comportó de buena manera, nunca tuvieron quejas de él, por el contrario siempre les dio motivos para que se sintieran orgullosos de su hijo.

Ambos empezaron a planificar su entrada a la universidad, ella en la más costosa y reconocida de la ciudad, él con la ayuda de sus padres y a una beca que obtuvo por sus excelentes calificaciones, en una más acorde a su status, cercana al lugar donde vivía.