La alegría de una pasión

El mundial de fútbol desata pasiones en los fanáticos de todo el mundo, eso es algo innegable. Hay países donde se expresa más que en otros, pocas selecciones logran mover las emociones de todo un país, ese es el caso de los equipos de Venezuela (La Vinotinto) y Colombia, al menos es lo que puedo afirmar porque lo he vivido, y de este último en particular es que quiero hablar en este post.

Son pocos los mundiales donde he vivido esta pasión, en cada uno de ellos he visto cómo los colombianos que viven en Venezuela, disfrutan de cada cita mundialista, podría llegar a decir que cada vez que hay un encuentro de la selección, en Colombia hay fiesta nacional, cosa que se evidencia en los medios de comunicación de dicho país.

Casualmente hoy fui a una entrevista de trabajo y al salir de mi casa el ambiente era algo distinto, un poco tenso y con un toque de esperanza a la vez. Cuando iba camino al lugar de la entrevista, vi a muchos colombianos lucir la camiseta de la selección (ya estoy acostumbrada a ver eso cada vez que hay un juego de Colombia), es su forma de decir "aquí estamos" "los apoyamos" "vamos muchachos, que sí se puede".

Al salir de la entrevista faltaban unos 15 minutos de juego, sabía que Inglaterra le estaba ganando a los cafeteros, quería apresurarme para meterme en cualquier lugar para terminar de ver el encuentro.

A muy pocas cuadras, vi a las afueras de una panadería un pequeño grupo de personas supuse de inmediato que en ese lugar había un televisor y que tenían sintonizado el juego, para mi sorpresa, al entrar al local veo a otro tumulto de personas cerca de la barra, mirando fijamente (los que podían) un teléfono inteligente de algún empleado, que se las había ingeniado para poder disfrutar del partidazo que se estaba disputando, a falta de televisor alguno. Tenía ansias por saber cómo iban las cosas, y los comentarios de las personas aliviaron mi temor, pues en las últimas instancias, Colombia había logrado un empate ante los ingleses, gracias al jugador Yerry Mina.

Me marché casi que de inmediato, en esas circunstancias no me sentía tranquila y con tanta gente no podía ver el partido. Unas dos cuadras más adelante entré a una tasca (bar), habían muchas personas pendientes del partido, algunas iban vestidas con la camiseta del equipo, en el ambiente irradiaba la emoción de los presentes. Colombia había alargado el juego de 90 a 120 minutos, muy a pesar de las decisiones erradas del árbitro estadounidense de las ligas menores. En el tiempo del alargue, no hubo mayor complicación, pocas jugadas de peligro por parte de ambas selecciones. Todo se definiría por penales, la exaltación y el temor eran evidentes.

Llegaron los penales, ya ambos equipos tenían su lista de jugadores para esta etapa. En el sorteo salieron favorecidos los cafeteros, abrirían la tanda de penales con Radamel Falcao, quien abrió el marcador; los ingleses abrieron con Kane (también anotó). Se vinieron otros dos tantos (2-2), en la tercera "vuelta", el colombiano Muriel anota, en cambio al inglés Henderson, Ospina le ataja el penal (3-2). Cobra Muriel y lo pierde; cobra Trippier y empata (3-3). Lo siguiente... Ya lo sabemos, Colombia perdió su oportunidad en los pies de Bacca e Ingleterra acertó con Eri Dier (3-4)..

Colombia se va a casa e Inglaterra avanza...

Lo que me inspiró a escribir este post fue precisamente lo que sentí estando en esa tasca, el ver cómo los colombianos apoyan a su selección con tanto fervor, con esa pasión, era como si estuviesen presentes en ese estadio y en ese mismo instante.. Me recuerda mucho el momento en que los venezolanos nos unimos, a pesar de nuestras diferencias, para apoyar a un equipo, para apoyar a nuestra Vinotinto. Es una lástima que en ese momento no haya tenido mi teléfono para "capturar" ese momento...