Crímenes contados: centro y periferia desde la violencia y el crimen en nuevos autores del relato negro venezolano (9)

in #creativecoin5 years ago



Como saben, amigos, estoy publicando este artículo por partes. La versión original se puede leer en la revista académica Argos, No. 29.
Quedo muy agradecida.


9

Esta novela entrega un tratamiento audaz: un profesor universitario, historiador, atormentado por su reciente separación, decide realizar una investigación sobre casos de vampirismo en Maracaibo con el fin de escribir una novela. Convertido en detective oficioso, acude a un policía jubilado que se había encargado de las investigaciones en los setenta. Emprenden la búsqueda de la verdad en el misterio de una serie de asesinatos rituales ejecutados por un vampiro asesino que se pasea por las calles maracuchas. Eterno y no eterno. Vampiro real o presencia fantasmal, este personaje, que adquiere la apariencia de diablo, ser antropomorfo, bestia, introduce en el relato el elemento sobrenatural que se escruta y se integra narrativamente a una trama de investigación criminal, al tiempo que, desde un registro marabino muy bien logrado, alcanza los tonos de la parodia, la ironía y el humor.
La historia de crímenes se remonta a los años veinte. El vampiro ha recibido diversos nombres a lo largo de su historia: El Lechuza, espectro- vampiro, hombre-murciélago, el Vampiro del Lago, Zacarías Ortega, Pérez Brenes. El profesor y el expolicía indagan en esta historia recorriendo los recuerdos de este último, y los documentos que ha guardado de su época de policía activo. Esta circunstancia hace que la narración sea retomada por múltiples voces y tipos textuales, a los que se suman otros mecanismos de trabajo textual.
La posibilidad de representar algunos escenarios marabinos desde este perfil sobrenatural de crimen y violencia introduce dos consideraciones interpretativas interesantes que Fedosy Santaella (2008) ha apuntado con acierto: primero, los vampiros y Maracaibo constituyen un oxímoron; segundo, a pesar de su humor y sentido paródico, esta novela versa sobre el horror, con frecuencia muy cotidiano, del ser humano (6). Por una parte, se introduce la contraposición de mundos, luz y oscuridad, y, por la otra, se establece el tema metafísico del mal. En efecto, la novela de Olivar, al plantear de entrada la conjunción de seres y mundos que nuestras intuiciones imaginativas más comunes tienden a colocar en extremos opuestos, no hace sino evidenciar el carácter seleccionador, ordenador e intencional de las relaciones referenciales propuestas por el texto para construir una visión simbólica o desde el mundo representado. Sirven también a este propósito los espacios:
barriadas laberínticas aledañas a los cementerios, asentamientos marginales a orillas del Lago, sabanas apartadas de los centros urbanos, casi rurales. Los recorridos que ejecutan los personajes van articulando un mapa simbólico de muchos sentidos, donde se mezcla el registro subjetivo con los elementos definidores de los espacios locales a la manera de un repertorio representacional dinámico y abierto a la lectura. Dice Fernando Aínsa:

Todo espacio que se crea en el texto instaura una gravitación, precipita y cristaliza sentimientos, comportamientos, gestos y presencias que le otorgan su propia densidad en lo que es la continuidad exterior del mundo mental. Resumiendo, en lo que es la creación de un espacio estético. En estos casos, el escritor “gana espacio” – como decía Rainer María Rilke– al crear nuevos territorios. Donde termina lo real, empieza el espacio de la creación. Gracias a estos autores la dimensión ontológica integra a la dimensión “topológica” como parte de una comunicación y un tránsito naturales del exterior al interior y viceversa (2001, p. 23).

Así despierta, con los tonos particulares que le imprime el registro oral, una Maracaibo donde duermen los espantos y las personas habitan, sin que obste racionalidad alguna, regiones más espectrales donde el mal se hace presente.



Fuente

Un repertorio de crímenes horribles cruza sus páginas: vampirismo, descuartizamientos, decapitaciones, torturas y violaciones se leen en la obra como los síntomas de una enfermedad metafísica: la morada del mal en la tierra; y contra él batallan los personajes. Tema básico de la narrativa negra que suele resolverse convencionalmente en términos del discurso sobre lo real, en esta novela, por decirlo de algún modo, la batalla se pelea en varios frentes (y la participación del espacio es importante). En uno actúan las fuerzas del orden humano, las cuales intentan detener a un asesino atroz.
En otro, verdaderos cazavampiros de las fuerzas del orden rastrean por callejuelas, cuchitriles y descampados a un ser infernal y el talismán que le da el pasaje a la inmortalidad. En otro, un ejército numeroso de hombres y mujeres espirituales protegen la ciudad con un escudo de templos distribuidos estratégicamente en su topografía. Signos espaciales que evidencian la permeabilidad de fronteras que instaura en el relato de Olivar la transitividad de los mundos implicados.


6.- En http://fedosysantaella.blogspot.com/2008/09/un-vampiro-en-maracaibohumor-
y-terror.html



Gracias por la compañía. Bienvenidos siempre.


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