Naturaleza (Poema y reflexión)

Hoy, como otras veces, voy a mostraros un poema escrito por mi padre. Por supuesto cuento con su permiso para publicarlo en mi blog, él no usa internet ni redes y estará encantado de conocer vuestras impresiones si gustáis dejar un comentario.

Veamos primero el poema y, seguidamente, mi habitual análisis métrico y reflexivo.

Tenemos un poema de diez versos de arte menor, de siete y ocho sílabas, repartidos en dos estrofas. La primera se centra en una alabanza al ente natural, a la naturaleza como ente conductora de la propia vida de todas las cosas; y la segunda, como la personificación de esa naturaleza en el propio poeta, que la entiende y que la asume, y que promete actuar en consecuencia y armonía para con ese conocimiento adquirido.

En la primera estrofa, a excepción del primero, los versos son de siete sílabas, rimando el segundo con el cuarto, quedando el primero vacío (aunque coincidirá luego con el noveno) y el tercero en el aire para rimar luego con sexto, octavo y décimo. En la segunda estrofa, rimarán el primero con el tercero, quedando los demás a merced de lo ya expuesto: 8; 7a; 7b; 7a; 8c; 8b; 8c; 8b; 8; 8b

Naturaleza poderosa, majestuosa, personificada y creadora de vida. El poeta observa, asume y decide entregar su conciencia y sus actos a la concordancia con ésta como potencia suprema o superior. Se muestra agradecido, respetuoso y aplicado en busca de esa armonía que la humanidad, a todas luces, parece haber perdido u olvidado. El poeta, como una muestra individual de lo humano, en sintonía con la vida natural que es, como no podía ser de otro modo, mucho más imponente e importante que él mismo y, por ende, que cualquier otro individuo.