El muelle de los caranchos

in #entropia5 years ago



La amarra donde se encuentra el Matuka es un lugar modesto, se nota a simple vista por la calidad de los cruceros y veleros que allí esperan que sus dueños o tripulaciones vengan para limpiarlos y secarlos de sus húmedas jornadas a la intemperie solo cubiertos por una lona que en el mejor de los casos apenas los libra de la condensación del agua que se cuela por todas partes, moja y corroe los anclajes, las maderas y los hierros.

Llegar de madrugada cuando aún el sol no asoma por el horizonte es algo común entre los nautas y pescadores, nosotros por supuesto estamos dentro de la segunda categoría.

Luego de un largo tiempo de verificación y preparación del barco salimos finalmente hasta nuestro destino de pesca, el sector del Río de la Plata llamado “Bajos del Temor”, un nombre intimidante solo para los que no lo conocen.

La forma de llegar no es única, depende del tipo y velocidad del crucero, de la climatología y de las ganas de pasear.

Nosotros con un barco lento preferimos ir por lugares menos frecuentados aunque el viaje se alargue. Nuestra ruta preferida es el canal Arias y luego de cruzar el ancho, profundo y muy transitado Paraná de las Palmas, tomar el arroyo Durazno el que luego de varios kilómetros de recorrido cambia su nombre (ignoro el porqué) por el de Aguaje del Durazno y finalmente llegar a su confluencia con el Río de la Plata en el lugar llamado Bajos del Temor.

En el transcurrir de la ruta por el Arroyo Durazno pasamos de una zona matizada por lujosas casas de fin de semana con el césped cortado prolijamente a otra de bellas quintas repletas de árboles frutales y cajones de apicultura, por último, llegando al final del camino a un sector más modesto donde los isleños sobreviven como pueden.

Así es como pasamos por el muelle de los caranchos; denominé así a la fotografía porque en el antiguo y endeble muelle cuyas escaleras se mantienen unidas casi de milagro, estaban posados dos de estos rapaces que prefieren la carroña a la caza pero que sin embargo conservan la belleza y el porte que caracteriza a los falconiformes.

El galpón de chapas oxidadas y una casa humilde, levantada como todas para prevenir las grandes crecidas del delta del Paraná completan la escena enmarcada en la vegetación típica del lugar. El agua marrón como siempre y los caranchos atentos a la búsqueda de alimentos no prestan atención a nuestro barco ni a nosotros.

La escena se pierde en segundos, lo que tarda el motor del Matuka en poner distancia y entonces ya es pasado para todos, también para nuestra frágil memoria.

Por suerte la cámara la convierte en recuerdo e historia que ahora puedo compartir con todos Uds.

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La fotografía es de mi propiedad.
Héctor Gugliermo

@hosgug

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