Esa realidad incómoda. Otra crónica de la destrucción de mi universidad

in #equipocardumen5 years ago (edited)

Amigos, he aquí otra crónica de la destrucción de la universidad venezolana que se retrata desde la Universidad de Oriente, mi casa desde hace más de veinte años. El daño se viene gestando desde hace mucho y solo avanza. Hice un ejercicio de reescritura: tomé un artículo de hace un par de años y cambié los acontecimientos. Todo calzaba, solo eran nuevos los crímenes y el avance da la descomposición.

Esta circunstancia me habla profundamente de nuestra ruina y no me parece ara nada un ejercicio ocioso.

Iba a colocar una foto del portal del Núcleo donde trabajo, pero al final he optado por una más metaforica.

No puedo decir que espero que disfruten esta crónica. Es solo un gesto que me parece necesario.



Fotografía propia (LGPhoenix3).


Esa realidad terca, que se resiste a nuestros deseos, que se niega a ser reducida a la simplicidad del juicio maniqueo, se revela y se impone: exhibe lo que quisiéramos no ver; ofrece sustantividad palpable e irreversible a lo que quisiéramos inexistente. No obstante, a ella hay que abrir los ojos para tener la posibilidad de reinventarnos desde sus grietas, desde sus sonrisas torcidas.

Esa realidad aflora con la fuerza de las convicciones en la universidad venezolana, la cual, con la carne y el alma puestas en un filo, exige, en muchos casos en plena agonía, justicia, pluralidad y autonomía. Es un grito valiente que intenta ser sofocado y desconocido desde el poder dictatorial: recientemente, se ha valido del supremo poder del Tribunal Supremo de Justicia para desconocer la voluntad del estudiantado expresada en urnas electorales e intentar imponer el triunfo espurio de una Presidenta de la Federación de Centros Universitarios de la Universidad de Carabobo . No es una realidad nueva, es solo otra de las formas del expolio de la democracia de nuestro país que se ceba en la academia. No nos faltan para acompañarlas autoridades y directivos gremiales que presionen y acosen en el afán de imponer una normalidad fingida. Sin embargo, no por desearlo, la realidad se muda: mar de fondo, de pronto arrasando, la agitación en la calle, fruto del descontento, de la fuerza moral que tensa la acción, se hacen patentes. Y cada día los signos que demuestran la justeza de los múltiples reclamos irrumpen en la terca y dolorosa manera en la que la realidad a veces se instala.

En mi universidad, en la Universidad de Oriente en la cual he trabajado por veinte años, no falta quienes desde sus cargos intenten aparentar que habitamos un mundo feliz. Con una hiperinflación rampante, con un Ministerio nos despojó de nuestros sistemas autoadministrados de salud (condenándonos en la práctica a morir desasistidos) e inutilizó nuestros fondos de previsión social, cuesta mucho convencer de las bondades de la justicia social del gobierno revolucionario.

Es la realidad terca.

De nada sirve el grito pelado, enfurecido, que apoya la incivilidad, la antidemocracia, las formas más elementales del diálogo y la academia. Ese grito que he escuchado en autoridades, en directivos gremiales, en profesores que apoyan la dictadura. Ese grito que estalla exigiendo la clausura es un grito de negación que se levanta para enmudecer, para aplastar. Un grito que quisiera callar la realidad que se le opone con las formas de la pluralidad y la democracia. No sería inexacto decir que es un grito ciego.

Pero no por quererlo callar con gritos, el clamor de la realidad se hace menos sustantivo: a este gobierno no le interesan las universidades, ni ninguna institución que no pueda usar como aparato de dominación ideológica, para usar la jerga retro de moda.

Entierre, cual avestruz, la cabeza profundo, muy hondo en el asfalto y esa realidad seguirá allí y terminará por avasallarlo. A usted, que ha sido inofensivo; y a usted, que nunca se metió con el régimen; y a usted, que, incluso, lo apoyó con acciones, con palabras, no importa si falaces: sí, que empeñó ideas, escritura, imagen, dignidad, voz, para apoyarlo: a usted también la realidad lo arrasará.


Gracias por la compañía. Bienvenidos siempre.





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Estimada Adriana. Venezuela necesita voces como la tuya , y que se pronuncien una y mil veces. Porque como bien lo expresas, callar o esconder la cabeza en estas circunstancias es una forma de complicidad con el dictador o de conformidad con su accionar.

Y claro que Maduro no se interesará por las universidades, puesto que su poder se nutre de la ignorancia del resto. Su interés en relación con las instituciones educativas solo podría estar ligado a fomentar allí el culto a su propia figura.

Disculpa la respuesta tan tardía. A unos días particularmente difíciles, se suma la caída de internet.
Gracias por leerme y emitir aquí un juicio tan acertado. Nuestras palabras y pensamiento ayudan a exponer la barbarie.
Recibe un abrazo.

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