En los actuales momentos las aguas bajo el puente están muy revoltosas por el efecto y consecuencias de esa juramentación inconstitucional que haría Maduro no ante la Asamblea Nacional (AN), órgano que ejerce el poder legislativo que tiene la primera potestad para llevar a cabo esta ceremonia:

El candidato elegido o candidata elegida tomará posesión del cargo de Presidente o Presidenta de la República el diez de enero del primer año de su período constitucional, mediante juramento ante la Asamblea Nacional. Si por cualquier motivo sobrevenido el Presidente o Presidenta de la República no pudiese tomar posesión ante la Asamblea Nacional, lo hará ante el Tribunal Supremo de Justicia.

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sino ante el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), una institución del Estado Venezolano que se ha prestado a todas las irregularidades realizadas en el país durante este período de calamidad nacional que ya sobrepasa dos décadas y que, en lugar de ser la Casa que administre la Justicia, se ha convertido en una entidad arrodillada, sumisa, obsecuente a las órdenes que recibe de la camarilla del partido que tiene como su único objetivo eternizarse a cualquier costa en el poder.

Simultáneamente de esta angustiosa expectativa la población venezolana vive bajo el yugo de la incertidumbre cotidiana. En estas horas de congoja andamos macilentos por las calles del hambre, vamos por las aceras del miedo sintiendo que en el próximo paso podríamos caer porque tenemos negados los medicamentos que necesitamos para preservar nuestra salud. Es imposible ir al mercado a abastecerse de los alimentos básicos que requerimos para nutrirnos y alimentar a nuestras familias porque muchos estantes lucen vacíos, tan marchitos como nuestros bolsillos, golpeados por una hiperinflación inédita, gigantesca, monstruosa:

La hiperinflación en Venezuela en noviembre alcanzó niveles récord con un alza interanual de los precios de 1.299.724%, indicó una medición de la Asamblea Nacional, controlada por la oposición, que lleva estadísticas ante la ausencia de cifras oficiales.

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debido a que en el país hay muy poca producción agrícola por todas las causas que se derivan de tener “gobernantes socialistas” que han saqueado, pillado, las riquezas del país para satisfacer sus ambiciones personales.

En el amanecer que representa la víspera de la segunda década del siglo XXI nos encontramos en una hacienda oprimida, un punto borroso en el mapa, una estrella triste sin brillo en sus destellos, languidecemos en un espacio donde el tiempo parece haber retrocedido hasta la oscuridad medieval. Venezuela es una madre que ve salir a sus hijos huyendo en desbandada hacia inciertos destinos. Una descomunal emigración de ciudadanos cruza las fronteras de la patria para engordar el exilio, para conocer por vez primera el atroz destierro.

Sin embargo, esta también es la hora de que todos los venezolanos hagamos nuestro mayor esfuerzo en recuperar la calidad de vida perdida. Independientemente de lo que ocurra en el transcurso de estos próximos días, es la hora de arremangarnos la camisa y moldear con nuestras manos el destino luminoso que está allí, esperándonos.

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Es la hora de trabajar con mayor ahínco todavía, de crear las obras del futuro cercano y más allá. Es la hora de echar las nuevas bases, de construir, pintar, decorar la casa donde habiten y crezcan nuestros sueños. Es la hora de todos los venezolanos que somos, adentro o afuera, la sustancia en brotes de esta tierra maravillosa. Es la hora de recobrar nuestra libertad. Es la hora que es. Es la hora de la Fe activa en Venezuela.

@oacevedo* (Oswaldo Acevedo). Escritor y editor.
Autor de los poemarios Ahora que cuervo los ojos (1986); El llamador (1996); Umbre/Canción de hijo de la noche (2006); Pharo de Las Espheras (2016).

Gracias por su amable lectura