Concurso de cuentos #fotocuento - Semana 3: Postales sin enviar

Salí de la discoteca con la frente empapada en sudor. Pasados treinta minutos desde que coloqué aquel cuadro de LSD bajo mi lengua, comenzaba a sentir náuseas. Sentía una fuerte presión en la mandíbula, reforzada por el humo de cigarrillos y porros dentro del local, que además, exacerbaban mis náuseas. Por eso decidí salir.

Decidí caminar. No quería regresar al agobio de la discoteca, pero tampoco quería estar quieto. Sentía una creciente energía; ansias de moverme y miedo a detenerme. Al hacerlo, sentía mis neuronas queriendo escapar o explotar dentro de mi cabeza. De todos modos, ya estaba amaneciendo. Sólo caminaría a casa serenamente, esperando que pase el efecto del LSD.

A mis pies se tendió una alfombra estampada de fractales que se movían a ritmo acelerado. Parecían pececillos en un acuario subterráneo. Me daba mucho miedo pisarlos, pero se hallaban por todos lados. No tenía de otra.

Aún sentía la presión en la mandíbula, pero las náuseas habían desaparecido. Así que por lo menos, disfrutaría de mi caminata con tranquilidad.

Alcé la vista al cielo y parecía una postal, de esas que siempre veo en las estanterías y pienso enviarle a mi madre, pero nunca lo hago. Esta al menos era gratis, pero igual no se la enviaría. Ni queriendo podría hacerlo. Veía los bordes de las nubes con tanta nitidez. Se me hacían caricaturas. El cielo tenía un tono verdoso y parecía contener todas mis alegrías. Al menos, es lo que me hacía sentir al verlo.

Finalmente llegué a casa y comencé a sentir un fuerte cosquilleo en la cabeza. Como un orgasmo, pero mucho más fuerte. Me acosté y cerré los ojos, queriendo dormir, pero comenzaron a emanar imágenes de fractales y fragmentos que parecían sacados de películas, sólo que yo no recordaba haber visto nunca esas imágenes. Fueron construidos por mi mente sin ninguna aparente coherencia.

Relato escrito para el Concurso #Fotocuento.