Concurso de cuentos #fotocuento - Semana 8: Flor púrpura.

Nota de la autora:

El presente relato forma parte del concurso Fotocuento, auspiciado por mi amiga @rahesi, quien es la autora de la fotografía de esta publicación correspondiente a la imagen de la semana. Si gustan participar, pueden checar las bases aquí. 

¡Feliz lectura!

Autor de la fotografía: @rahesi

En los montes de Avalon la flor púrpura crece salvaje, fuerte, impetuosa, indomable. Alta como un girasol, pero siempre esquiva a la luz del sol. Favorita de la Dama del Lago, tía de Morgaine Le Fey, se alza victoriosa entre las demás flores, siempre a la espera se encuentra de que algún día la novia dichosa que contraiga matrimonio bajo la luna de Beltane la arranque del suelo y la incluya en su precioso ramo. 

Sin embargo, ella sabe que nunca será vista como una flor de gala. Su mayor impedimento eran sus mismas propiedades, pues ha acelerado partos y ha sanado a los niños enfermos de los bronquios. Por lo tanto, acepta resignada el destino dado por la virginal Freyja en aquél día del Ragnarok: Salvar vidas. 

Una mañana, una joven se sentó junto a ella. Su mirada, clavada en el cielo, denotaba una suerte de hastío. La flor púrpura quería saber qué pensamientos cruzaban por su mente, pues nunca había visto a la sobrina de Freyja tan fastidiada. 

A lo lejos, un par de figuras altas caminaban tranquilamente; la flor púrpura reconoció en la primera a Freyja. Ésta se mostraba impávida, rodando de vez en cuando los ojos en señal de completo aburrimiento; parecía que llevaba un rato escuchando a la mujer a su lado, a quien la flor púrpura escuchó que se llamaba Deméter, y no buscaba el modo de cortar la conversación. 

"Ella ya no me habla", le decía Deméter repetidamente. "Ella solo piensa en él. ¿Qué clase de hechizo le impuso para que ella se comporte así?". 

"Deméter... Para", le replicó Freyja, ya harta. "Ella comió los granos de granada por su propia voluntad; tu hermano menor ya dio su sentencia además. No puedes hacer nada por remediarlo. Solo deja que las cosas sigan su curso". 

Deméter se negó. Freyja trató de explicarle que todo formaba parte de la vida, y que ella no era quién para decidir quién era feliz y quién no lo era. Las dos diosas discutieron por un rato, hasta que se volvieron hacia Kore, quien tenía entre sus manos a la flor púrpura; la joven había cambiado sus atavíos coloridos por unos más oscuros y el tocado floral de su cabeza se convirtió en un tocado de rubíes.  

Deméter y Freyja supieron entonces que había llegado la hora.  

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