Hasta ahora sentía que todas mis emociones eran solidas, no podía creer que de verdad se estaba yendo y pensaba dejarnos solas. Me perecía una completa locura y trataba de mostrar mi mayor indiferencia al respecto. Como si no me importará!

Pero realmente el tema me traía mal desde hacía unas semana desde que nos comento sus planes de salir del país en busca de nuevos paisajes. No podía creerlo, pensaba abandonarnos!

A pesar de todo, trate de apartar mis emociones y la acompañe y la ayude en todo lo que necesitaba, en conseguir los pasajes, en ordenar maletas y todos los tramites que necesitaba, pero no quería que se fuera aunque sabía que era necesario.

Cuando llego el día tan esperado para ella y el mas desesperante para mi, toco acompañarla al aeropuerto, no podía dejar que se fuera así sin mas necesitaba despedirme y decirle lo mucho que la apreciaba.

Cuando la abrace, y me di cuenta que pasarían muchos años sin poder hacerlo, sin verla, sin escuchar sus risas y quejarme de ella fue que entendí mis verdaderos sentimientos. Esos que creía duros como piedra, se estaban volviendo líquidos y se habían transformado en un rió que bajaba por mis ojos y llenaba mi cara de lagrimas.