Antes de irme quisiera... Por G. J. Villegas

  Las olas continúan bramando, intentando romper las rocas con fuerte decisión. La brisa salada continúa enamorando las blancas paredes en confusión. Inocentes y blancas lucen inspiradas por una radiante pasión, pero la tosca caricia de la brisa deja en ellas erosión.

Tus mejillas rojas son un lienzo para mis besos, mis labios son pinceles finos cargados de pigmentos color ilusión; que pretenden crear la más bella obra que museo alguno ponga en exhibición. Tu mirada reposa gentil sobre las barras del arcoíris y no volteas hacia mí. Me derrito bajo el intenso Sol, parado en la arena, como si fuera el faro iluminando únicamente en dirección a ti.

La calma del azul del mar contrasta con el carmesí de los tejados. Desearía ser las losas sobre las que reposan tus manos. Sentir tus tibios dedos impregnados de dulce perfume. Aquel que te obsequié cuando nos conocimos. Pícara travesura al darte una flor de Bejume, para que su savia te sazonara con su aroma fino.

Otro contraste habita en la sombría escena, oscuras nubes marchan desde el horizonte, levantándose como legión sobre la iluminada ciudad. Así mismo oscuro dolor se derrama en mi pecho, al saber que será la última vez que vea mi añorado hogar. Las losas carmesí de los tejados las olas rompientes del mar.

Ya mi barco zarpa para no volver. Una fría lágrima de tus ojos cedió. No me miras por el temor de odiarme por marcharme. Pero tus cabellos al viento se agitan diciéndome adiós.

Quiero gritar más fuerte que el mar, pero la distancia me ahoga y me calla. Tú reposas sobre el tejado de tu hogar, y yo en la arena te veo a lo lejos desde la playa; triste por dejarte sola sin poderte amar.

La olas siguen bramando, rompiendo en las rocas con decisión. Yo seguiré soñando con darte un beso para decirte adiós.