DREAM CATCHER - Capítulo 5

En ese momento apareció el profesor. –Interesante –dijo éste y tomó apuntes en una libreta mientras seguía caminando– Este grupo promete mucho… Me gusta. Ya los anoté chicos. ¡Suerte! ¡Ah! Por cierto, que bueno que te hayas incorporado,Nanase. ¡Bienvenida! Esa era la única interpretación razonable, según el profesor. Eran cinco; era perfecto.

«¿Cómo afirma que soy Nanase con tanta seguridad? ¿Acaso lo tengo escrito en la cara? –pensó Nam–No, alto. Lo más insólito es: ¿Por qué supone que conformamos un grupo para la evaluación?»

–Oh… ¿Así que eres Nanase? Mucho gusto. Yo soy Emma Lizzard. Harás el proyecto con nosotros ¿verdad? Ya está decidido. –puntualizó ella, sonriendo.

«Mi querida hermana y sus peculiares modales», pensó el pelirrojo.

Akira y Milo ahora sólo se miraban las caras «Fue más fácil de lo que pensamos» se decían mutuamente con la mirada.

En resumen, esta pareja comenzó a tratarse el segundo día de clases, no era algo demasiado profundo lo que llevaban hasta entonces, pero era suficiente. No encontraron a otro compañero que fuera tan racional o, más bien, tan prejuicioso como ellos. Querían acercarse a los Lizzard, pero no lo habían hecho porque intuían que el círculo amistoso de los hermanos no sería fácil de ampliar.

Milo y Akira tenían sus propias exigencias, y opinaban que era mucho mejor unirse a un grupo de personas que no supieran nada de las otras, así las diferencias y semejanzas serian procesadas por todos al mismo tiempo con pocas posibilidades de ser rechazadas.

Este dúo pensaba que los hermanos “rojo y negro”, como decía Milo, eran atractivos. Si, atractivos a diferencia del nuevo "caso Nanase". Que no era malo, pero tampoco sabían si considerarlo como algo bueno:

Nam era una nerd; incluso tenía lentes permanentes, que solo se salvaban porque eran de estilo vintage y no poseían un cristal que deformara su cara. Pero podían decir que la joven era “aceptable” y de apariencia agradable. Tenía una cabellera castaña con un fleco que, en ocasiones, le obstruía la visión a sus ojos magenta, y su cuerpo y estatura eran femeninos sin exageraciones. El problema era su actitud, y sus evidentes problemas psicosociales, ella parecía molesta el ochenta por ciento del tiempo y sorprendida el otro veinte por ciento; no obstante, Milo se sentía en capacidad de persuadirla. Ese era el motivo que los había ayudado a decidir a hablarle.

Akira tenía cierto interés en Zayn, por no decir "gusto". Lo había visto un par de veces por el centro de la ciudad, especialmente en un centro comercial muy popular por su diversidad en tiendas. Nunca le había hablado para conocerlo. Ella era muy orgullosa, es decir, le resultaba embarazoso acercarse a un completo desconocido y colocar un tema de conversación de la nada, solo por su apariencia.

Era un milagro que cursaran en el mismo instituto y en la misma aula de clases, pero, al igual que las veces en las que lo había visto en la ciudad, siempre estaba con su hermana así que aún no había encontrado como hacer contacto con él.
Milo era “bi”, así que también se interesó de inmediato por Zayn. Era su tipo de chico: sarcástico, serio, seguro, sexy, guapo y pelirrojo (un comodín); de todo un poco; pero Milo sabía que Zayn nunca estaría con él, tenía un sexto sentido que le indicaba el destino de las personas. «Ya el hermano rojo tiene puestos los ojos en otra persona» se comenzó a decir desde ese día en el vivero. Era muy observador.

En cuanto a Emma, él la llamaba "La Invocadora" en su mente.

–Así que ahora estamos en el mismo grupo… –señaló Akira en un tono que destilaba su comodidad.

–La verdad es que nos ahorra esfuerzo –acordó inmediatamente Emma.

Nanase, aun confundida por lo rápido que iban cambiando las cosas a su alrededor, interrogó sin dirigirse a nadie en particular:

–¿Tengo grupo?

–Ja ja jajá! Qué pintorescos son… Ya que somos un grupo, tenemos que decidir que plantas estudiaremos. –Milo les intentó hacer reflexionar–¡Oh! Somos una pila de egocéntricos, ¿no creen? –añadió al ver que todas las elecciones estaban clasificadas en géneros, por sus gustos.

Zayn había preferido las exóticas; Emma, las simples y tiernas; Nam, las xerófilas; Milo, las invernales; y Akira, las injertadas (experimentos de especies ligadas con otras).

–El calor va por encima del frío –señaló Nam dirigiéndose especialmente a Milo.

–¿Ven a qué me refiero? –preguntó el aludido.

–Sí, aunque eso lo sigue haciendo ideal. Solo tenemos que elegir dos de cada una de nuestras listas –respondió Emma tratando de asumir el papel de líder. Era buena en eso.

–Yo voy a hacer esto sola –afirmó Nam rotundamente.

–No te hagas la dura, por algo nos ponen a cooperar –dijo Akira.

–No me importa. Igual puedo aprobar el año sin ustedes. No necesito a nadie más –replicó en respuesta.

–No nos lo digas. Si vas a utilizar palabras para rechazarnos, deberías ser más discreta –intervino Zayn.

«¿Qué rayos le pasa? Todos ellos son los que están cruzando la línea que puedo tolerar. ¿Yo soy la grosera?», pensó Nam, sin atreverse a exteriorizar su disgusto.

–¡Oigan, oigan! Tranquilos, no venimos a obligar a nadie. Si Nam no quiere trabajar en grupo, que no lo haga. Es libre de hacer lo que le plazca. Solo hay que hablar con el profesor y ya –intervino la nueva líder.

Hubo otro silencio incómodo.

–...También–continuó, pues se sentía en la obligación de romper el hielo– deberíamos buscar al último integrante de… –antes de terminar fue interrumpida por Nam:

–¡Yo me uniré a su grupo! –declaró, hundiendo la cabeza y encogiendo los hombros después de haber hablado. Esa declaración era el producto de un complicado pero rápido debate interior «Fuera remordimiento, fuera remordimiento».

Milo lo había comprendido incluso antes de que pasara. Emma se alegró, pensó que sus palabras comprensivas habían llegado hasta el corazón de Nam. Akira se sorprendió y sintió una especie de molestia que expresó con una mueca discreta. Y Zayn sintió alivio en la sien, «Esto será lo mejor» pensó.

Ya eran las cinco de la tarde.

Todos esperaban el bus que los levaría de regreso a casa. Algunos alumnos estaban acostumbrados a lo activo que había sido el día, pero otros no sabían que existieran otras ocupaciones, aparte de ver TV o dormir. Ese lunes les había dejado deseando la cama.

Una vez dentro del transporte, el profesor, viendo las caras de todos, se atrevió a preguntar:

–¿Y bien? ¿Cómo se sienten? Hoy fue un día largo ¿eh?

Entonces comenzaron los abucheos, las bromas, las risas y los ruidos. Aunque estuvieran a punto de morirse, nada ni nadie les impediría insultar a ese profesor.