Don Honesto en el desierto

Los padres del desierto, es una tradición de cuentos, leyendas y supersticiones populares, algunas llenas de sabiduría, otras son solo costumbres y precauciones acomodadas a las conveniencias de aldeas y de oasis. Sin embargo, el aventurero, turista y caminante; debe escuchar y obedecer normas, para recibir las ayudas necesarias en caso de peligro. El caminante se encontró con la siguiente historia entre dunas, poco usual; usted juzgará querida o querido lector, ¡bienvenid@!

Un mercader luego de tener más del 80% de sus artículos vendidos, quiso comprar dátiles para el camino; le quedaba visitar otro oasis a unos 3 días de camino, y luego regresar a su aldea. Observó que ciertos malandros lo observaban; un niño le dijo que los mismos hombres habían rodeado a su camello con ojos de inspección.

Para evitar ser asaltado entre las dunas del desierto, pregunto en voz alta por un prestamista confiable, para dejarle el cofre donde guardaba su oro, producto de las ventas. En el mercadillo, le indicaron la carpa de Alí, el prestamista honesto de aquella aldea. -luego de hacer el trato, por la custodia de su tesoro. Partió a su última visita de comercio. Pasaron 12 días, y regresó a rescatar su oro; y para su sorpresa aquel prestamista honesto, como le dijeron; negó que lo conocía-

Con algunos testigos del mercadillo con quienes hizo negocios y el dueño de la posada donde se hospedaba, corrió al tribunal de justicia; pero los jueces, terminaron creyéndole al prestamista y lo invitaron a abandonar el oasis, declarándolo persona no grata. Pensó en caminar un poco antes de regresar a la posada; saludó a una mujer que estaba buscando o arreglando algo en unas piedras; la mujer al notarlo pálido y cabizbajo le dijo: ¡disfruta el desierto, mientras tengas vida!

¿Qué pasa buen hombre, en algo le puedo orientar? Se acordó de aquel refrán y le contó a la extraña, pero atenta mujer, los males de su alma agobiada. Sabes, -argumento la dama- le creó y sé cómo podemos recuperar su tesoro, dame el 5% de lo que rescatemos y te digo un plan que no falla, si falla pues yo no gano nada.

-El mercader, tenía el refrán dándole vueltas en la cabeza- ¡listo, trato hecho! La mujer le dijo, sólo necesito que encuentres en la posada a un extranjero amigo. Lo tengo, saltó alegre el mercader. -ella le explicó un plan- ¿cuántos son tus cofres? -uno no más, contestó el mercader- haremos tres y los llenaremos de piedras, comprarás candados y los sellaremos con todo detalle; luego yo iré con tu amigo a donde don Honesto, - tú llegarás luego-

Han contratado tres camellos; llegó la mujer a donde el prestamista, diciendo: -Alí, este viajero me ha pedido que lo relacionará con el hombre más honesto y confiable de la región y pensé en usted; él quiere que le custodie su gran fortuna- ¡es un honor servirle mi gran señor, contestó el prestamista! En esos momentos entró el mercader engañado; -Alí palideció al verlo, todos notaron el cambio de clima en su rostro; de inmediato lo abrazó diciéndole:

¡Me alegró por su regresó, enseguida mando a traer su cofre, no se afane por los dos días que me debe, tómelos como cortesía! -Fue así que el mercader recuperó el 90% de su tesoro. Ya en su hogar recordó la astucia de la mujer, y lo bien que se ganó su parte; -todo el asunto lo tomó como, si hubiera entregado el diezmo de sus ganancias-