Masoquista insolente | Fantasías eróticas de un anónimo conocido

in #nsfw5 years ago



Lo observo desnudo en la cama acariciándose el cuerpo con la lentitud y calma de quien se sabe observado, deseado, de quien se sabe hermoso y no duda en darse placer cuando se lo piden. Lo observo morderse los labios y sonreír, sabiendo que estoy absorto necesitando unirme a él, necesitando el calor que su sonrosado cuerpo promete.

Se recorre con sus manos, dejando la marca de sus dedos a su paso, sabiendo que amo ver como su delicada piel al mínimo tacto queda pintada temporalmente por las caricias que se regala a sí mismo. Lo observo tomar su miembro en su puño y con leves movimientos ascendentes de caderas recorrer su extensión, separando sus labios lo suficiente para que su aterciopelada lengua pueda verse entre sus dientes.

Con la punta de su dedo índice acaricia su glande, llenándolo de líquido preseminal, para llevarlo a sus labios después; verlo como su lengua se enrosca en su dedo, como sus labios lo chupan, escuchar su suspiro de satisfacción me vuelve frenético, hace que trague el nudo que se crea en mi garganta y acomode la más que incipiente erección que me pide ser atendida.

Aflojo el nudo de mi corbata y, comienzo a desabotonar mi camisa sacándola de mis pantalones a la vez que él lleva su pierna derecha a su pecho y comienza a acariciar su trasero, cuando sonriendo se coloca boca abajo escondiendo su rostro, levantando su trasero mostrando la base de un pequeño plug anal que le dije que no usara. Castigarlo será un placer, aunque no sé para cuál de los dos lo será.


Abro la puerta de cristal con vista unidireccional y entro en la habitación, en mi camino hacia la cama me deshago de la camisa, los zapatos y las medias, quedándome con los pantalones y la corbata. Sentándome a su lado hago que me muestre su rostro, los ojos le brillan, sus labios sonríen, labios rojos que no puedo evitar besar y morder antes de separarme de su rostro. Lo golpeo con la palma de mi mano, una, dos, cinco veces, nunca replica, solo sus ojos muestran el placer que le provoca el dolor a pesar de las lágrimas que no corren por sus mejillas.

Hago que se coloque boca arriba, me arrodillo sobre su estómago y tomando sus manos las ato juntas atrás de su nuca, vuelvo a golpear su rostro. Libero mi erección y la acaricio lentamente, muerdo mis labios y los dedos de mi mano libre los dirijo a sus labios, a su boca, a su lengua; lengua que siento enroscada en mis dedos sabiendo que él desea saborear otra cosa, eso me satisface, su frustración solo acaba de comenzar.

Acerco mi rostro al suyo, mis dedos abandonan su boca, con la mano abarco su garganta y la oprimo solo un poco, sonriendo lamo sus labios de fuego, quiere pronunciar algo y no lo dejo, sabe que no debe hacerlo, su intento solo me lleva a besar su pecho, a saborear su piel mientras acaricio mi miembro con sus abdominales, dejando un rastro húmedo en su cuerpo. Sus pezones sufren bajo el asedio de mis dientes, los muerdo en exceso, me deleito en su sabor, en su dolor.

Al llegar a su abdomen mi sabor en su piel es embriagador, y aún con mi sabor en mis labios vuelvo a los suyos, comparto mi sabor con él, haciendo que desee cada vez más tenerme en su boca mientras estoy acariciando nuestros miembros el uno con el otro, uniendo los dos en un calor eterno que llena nuestros cuerpos, nuestros deseos.

Desciendo por su cuerpo otra vez, deteniéndome sobre su pene, lo tomo en mis manos y apretando fuerte comienzo a recorrerlo de arriba abajo, adorando su inflamado glande con mi lengua, saboreando su esencia como si de ambrosia se tratara, cuando el comienza a gemir me detengo, a pesar de que sus gemidos es uno de mis sonidos favoritos que pueden salir de sus labios, no quiero darle más placer del debido.


Sin dilaciones lo coloco boca abajo, haciendo que tome la posición que tenía al mostrarme por completo su trasero; trasero que beso, trasero que muerdo con suficiente fuerza como para dejar una marca semipermanente, sé que le gusta, sabe que me gusta, no puedo evitarlo. Clavo mis dedos en su nalga derecha y observo el plug anal antes de sacarlo de su interior, lanzarlo al otro lado de la habitación y azotar con mis manos desnudas la delicada piel de sus nalgas incontables veces, sin importar los sollozos de él, sé que le gusta, nunca pierde su erección.

Hago que se incorpore, suelto sus manos y lo abrazo por la espalda, beso su cuello, sus hombros, muerdo sus orejas, fricciono mi erección contra su trasero, lo quiero penetrar, pero no lo haré, aún no lo merece. Volteo su rostro a la fuerza y lo beso saboreando sus lágrimas derramadas, invado su boca con mi lengua y acaricio su interior lentamente, provocándolo a devolverme el beso con la fiereza que contiene en su interior. Ahoga sus gemidos con los míos cuando tomo su erección en mi puño, cuando sus bolas sufren al ser tratadas con rudeza por mis dedos. Observo sus ojos, beso sus parpados, lo amo.

Lanzo su cuerpo contra la cama, me bajo de la misma y arrastro su cuerpo hasta el borde, haciendo que su cabeza quede en el aire, sonríe, recibirá lo que quiere, se lo daré porque lo necesito. Su respiración se acelera y separa sus labios dejando entrever la punta de su lengua. Con el glande acaricio sus labios dejando mi esencia en ellos, sin esperar su lengua los recorre y queda afuera preparada para recibir más sin descanso.

Sin preámbulos invado su boca, llegando a su garganta causándole una arcada sorpresiva, no es problema alguno, las sabe dominar, sabe prepararse para esto, mi pequeño insaciable. Lo dejo volver a respirar solo cuando su rostro se torna de un color rojo más fuerte del que ya tenía, sonrió y acaricio su mejilla antes volver a ahogarlo más veces de las que debería, es difícil castigarlo cuando no puedo resistir los impulsos que decido no detener para satisfacerme, él es mi debilidad, quizás lo sepa, quizás no.

En algún momento antes de abandonar definitivamente su cálida garganta, su lengua aterciopelada y sus labios febriles, él tuvo un orgasmo, todo su semen se muestra en su abdomen, sus manos se encojen sabiendo que no me gusta que acabe antes de darle permiso.

El castigo será mayor del que imaginé, y suspiro lamentándolo, aunque eso no me impide inclinarme sobre su cuerpo, tomar su semen en mi boca y saborearlo intensamente antes de besarlo como un salvaje mordiendo su labio inferior disfrutando de la combinación de los sabores mezclados con su sangre en nuestras lenguas.


Nunca lo había llevado a la habitación detrás de la pared de vidrio, pero lo tuve que hacer, por eso lo tengo ahora casi colgando por las muñecas del techo y anclado al piso por grilletes. Sonrío con tristeza y doy el primer azote, reprime su grito, será peor si no lo hace, no me resisto y me aproximo a besar la piel ahora roja y sensible por el azote, me duele más a mí que a él, pero esto debe ser hecho, me alejo, aún hay mucho por delante.




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