“El sujeto, parte fundamental en cada una de las principales corrientes filosóficas"

“La filosofía es un intento del espíritu para llegar a una concepción del universo mediante la auto reflexión sobre sus funciones valorativas teóricas y prácticas” basándome en ésta definición puedo extraer una serie de elementos subyacentes, que son en sí aquellos que hacen posible el pensamiento filosófico. En primer lugar el sujeto, la conciencia cognoscente, es donde tiene lugar el asombro, lo volitivo, el pensamiento, la razón, que permiten generar “una concepción del universo mediante la autorreflexión” y en segundo lugar el objeto, el universo en sí mismo, aquello sobre lo que fijamos nuestra atención y reflexionamos. Esto nos aporta una pista respecto a por qué el sujeto es siempre uno de los objeto clave de estudio de las principales corrientes filosóficas. El sujeto siempre formará parte en la ecuación que describe o intenta describir y comprender el conocimiento, donde el sujeto funge, bien como receptor o cómo generador del mismo. El sujeto va a estar presente siempre que intentemos dar respuesta a las siguientes cuestiones ¿Qué es el conocimiento? ¿Cómo nos hacemos del conocimiento? ¿Cómo se relaciona el sujeto con el objeto y/o viceversa? ¿En qué orden ocurre dicha relación? Son preguntas que están dentro del campo de la teoría del conocimiento pero que por ser ésta considerada una ciencia filosófica fundamental por tanto necesaria, las corrientes filosóficas toman de ella los principios para establecer sus propios juicios, valoraciones y métodos en el orden epistemológico. Para demostrar esto basta con examinar lo que propone el racionalismo y el empirismo, a pesar de llegar a conclusiones distintas respecto de la manera en la que el sujeto se hace del conocimiento, siempre toman en cuenta al sujeto, cómo elemento necesario para que el proceso desencadene en tal fin, hacerse del conocimiento, pero principalmente para que éste tenga lugar, en tanto todo lo demás.

El racionalismo se distingue por fundamentarse en la razón, en ésta corriente se considera el pensamiento cómo fuente de todo conocimiento. Siendo así, el sujeto generará el conocimiento desde el pensamiento. Será a través de la razón que se juzgue que una cosa tiene que ser así (verdad), y no de otra manera, y que ésta siempre será así en todas partes, según el racionalismo sólo de ésta manera se puede alcanzar un conocimiento verdadero. Para ilustrar un poco mejor esto fijémonos en el racionalismo trascendente de Platón. Para el filósofo griego las cosas tenían el siguiente orden y explicación; La realidad o cosas empíricas producen un estímulo que conecta el alma humana con el mundo de las Ideas , al hacerle recordar su existencia pre-terrena, dicho recuerdo era posible por las reminiscencias de aquella lejana existencia extraterrenal en el mundo suprasensible, siendo el mundo de las ideas la realidad verdadera y la realidad sensible una copia de aquella realidad primera. En éste caso se plantea que el conocimiento pertenece a otra realidad, a otro mundo, al de las ideas que fluye, que transciende hasta nosotros sólo a través del pensamiento, dicho conocimiento es para Platón perfecto y verdadero en sí mismo. En otro cuarto del racionalismo tenemos el racionalismo teológico de San Agustín basado en la idea de “La Iluminación” planteada por Plotino. Para el Doctor de la Iglesia el sujeto cognoscente se hace del conocimiento bien por iluminación divina (de Dios) o por la razón, pero haciendo la distinción que la primera arroja un saber supremo y la segunda uno inferior al primero. De cualquier manera es claro que todo el proceso se da en el ámbito del pensamiento y de la razón. A continuación no perdamos de vista el sujeto. El Empirismo por su parte es opuesto al Racionalismo, se diferencia principalmente del racionalismo por asegurar que la única fuente de conocimiento es la experiencia, el sujeto no puede sacar sus contenidos de la razón sino de la experiencia. El Empirismo plantea que el proceso para hacerse del conocimiento es el siguiente; La experiencia externa, una sensación (dada por un objeto), que es percibida por el sujeto, provoca en éste una experiencia interna (reflexión) que arroja ideas simples y en consecuencia ideas complejas. En éste sentido, para el Empirismo todo es dado por la experiencia (interna y externa), si esto no ocurriera no sería posible el conocimiento.

Como pudimos notar en los ejemplos anteriores tanto en el Racionalismo como en el Empirismo a pesar de resultar antagónicos en sus conclusiones, incluyen el sujeto, pues todo recae de alguna manera en él, en su cualidad cognoscente (que puede conocer), en cómo se hace éste del conocimiento. Sí el conocimiento trasciende de otros mundos o desciende de lo divino en una relación vertical o sí proviene de la realidad sensible de las cosas en relación horizontal, recaerá siempre en el sujeto. La necesidad, permanencia, valoración y estudio del sujeto está presente en el resto de las principales corrientes filosóficas, bien por ser este el objeto de estudio o bien por ser parte indispensable (sujeto cognoscente) en el proceso para la obtención del conocimiento.

Bibliografía.

• Hessen, J. Teoría del Conocimiento. Instituto Latinoamericano de Ciencias y Arte (ILCA)
• Morente, M. G. (1971). LECCIONES PRELIMINARES DE LA FILOSOFIA. D. F. México.