Nuestro estatus social es una reversión al salvajismo del tipo más degenerado, un lapso atávico hacia el hombre paleolítico y neolítico, solo que más brutal, debido al mayor poder para el mal que posee el hombre moderno.

Qué Hun o Vandal alguna vez soñó con una destrucción tan colosal! ¡Más de trescientos mil millones desperdiciados por la guerra y la depredación, entre diecisiete y veinte millones de hombres perdidos por la matanza y la enfermedad! La fama de los flagelos de Dios, Attila, Jenghiz Khan, Batu y Tamerlane palidece y se desvanece ante las glorias de la guerra moderna. En unos pocos años, el culto y la cultura han causado más ruina a la humanidad que todas las invasiones del peligro amarillo en la historia de la humanidad.

La educación liberal dio paso a la formación técnica. La ciencia sirvió para la codicia. La educación se volvió de carácter mecánico y militar. El pensador dio paso al periodista, al científico al mecánico, al artista al artesano, al genio del filisteo. los intereses comerciales inspirados en el patriotismo y el chovinismo se convirtieron en el estándar de las naciones. Un loco frenesí de militarismo obsesionó las mentes de los hombres.

Las mujeres y los bebés se ahogaron como ratas en el medio del océano por submarinos a escondidas. Zeppelines y aviones arrojaron misiles explosivos sobre personas indefensas, sobre poblaciones civiles. Las naciones se gloriaron en tales actos brutales. Cada acto diabólico fue recibido con una ola creciente de entusiasmo patriótico. Para tales actos cobardes, inhumanos y diabólicos, los malvados cobardes fueron condecorados y honrados como héroes por sus supuestos superiores. El hombre no podría haber caído en un nivel inferior de vicio y depravación.

Los mismos elementos de la naturaleza se soltaron para la ruina de las naciones." El hombre se deleitaba en su poder demoníaco, militar e inventivo de depredación y destrucción. La ciencia suministraba virus, veneno, toxinas, veneno, gas, rifles, cañones, tanques y mucho más. El infierno se soltó en la tierra. Los profesores de filosofía y ciencia que llevaban la bandera patriótica de Kultur y la cultura se glorificaron en el sistema de servicio militar universal obligatorio, hecho por primera vez en Alemania exultante en el degradante y cruel proceso de entrenamiento de el cual el individuo es hipnotizado en la sumisión a una organización brutal de Junkers militares, santificado por el nombre del estado y la Patria, fue el período más oscuro de la historia de la humanidad. el hombre estaba loco de los deseos de la sangre, frenética con la rapiña y el asesinato.

Tales son las terribles consecuencias cuando, por temor a la invasión, el subconsciente se despierta a su defensa irracional por el impulso de la autopreservación y el instinto de miedo, el prestigio del agregado gregario, el sobrecogedor temor de la manada, la mafia, la comunidad, la pérdida de la individualidad en la mafia y la multitud, junto con las condiciones favorables para una disociación del yo superior y reflexivo del reflejo sugestivo, automático y reflejo la subconsciencia pasa a formar las fuentes principales de todas las epidemias mentales, flagelos, plagas, pánicos, frenéticos y manías, políticos, religiosos y militares. Con el aumento de la masa del agregado humano, la energía de la mafia crece como el impulso de una avalancha en su curso descendente. Sea testigo de la abrumadora obsesión migratoria de enjambrar multitudes de hordas de bárbaros, una obsesión similar al incontrolable instinto migratorio de las aves o de los búfalos, una obsesión que se ha apoderado periódicamente de las tribus bárbaras, como las migraciones de los semitas, los arios en los primeros tiempos. el amanecer de la historia, la lujuria de los celtas, los godos, los normandos y los alemanes, los hunos, los mongoles, Tártaros en las edades tempranas de nuestra era; la avalancha de árabes, obsesionados con el fervor de la manía militar y religiosa; las Cruzadas de la humanidad europea medieval, que revolotean oleadas de cruzados en una furia de excitación religiosa y delirante, abriéndose camino hacia el objeto fascinante, la tumba del Salvador en Jerusalén; las sangrientas guerras religiosas de la Reforma; las revoluciones políticas en Inglaterra y Francia con los terribles excesos del gobierno de la mafia; el espíritu de la mafia corriendo disturbios en una crisis económica, burbujas financieras, pánicos industriales, avivamientos religiosos; Guerras napoleónicas; la reciente y exaltante manía social de la construcción del imperio y el dominio del mundo, infectada por los gérmenes más virulentos o pestilentes del triunfante nacionalismo militarista que primero se apoderó de los agregados imperiales de las tribus germánicas centrales.

Mucho cuidado mundo moderno, porque en estos tiempos es todavía más fácil la destrucción de las masas, no de forma sangrienta como la iglesia y los políticos están acostumbrados hacer, sino la eliminación de las conciencias, las libertades y el conocimiento libre. Este proceso no es para nada rápido, que nos digan que nosotros mismos somos responsables de la destrucción de nuestras identidades es quitarnos la libertad de ser víctimas, la destrucción es lenta, pasiva, disimulada y dolorosa.