Antes de comenzar esta historia, debes recordar que es la continuación de un pequeño cuento que estoy compartiendo por secciones, la partes anteriores:

• Un pintor y un ratón
• Una araña y un ratón

_{Fuentes de las imágenes: ratón , fondo de la imagen, gato 1, gato 2}

Dos gatos y un ratón

Por: Alcides J. Cádiz #Venezuela

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¡Miguel ven ver!, una cosa peludita y redondita cayó del techo; ¡Pedro déjame en paz! No tengo tiempo, me estoy limpiando; ay Miguel, pero si es una cosita muy bonita, es igualito a ti de cuando eras cachorrito, ¿no será hijo tuyo? ¿Miguel, me has engañado, que significa esto?

Orale, no seas tonto, ¿con quien te voy a engañar? Déjame ver, ¿a que se debe tanto escandalo?, Pedro serás un total idiota, ¡eso es un ratón!; ay no Miguel, es un gatito, mira tiene cuatro patas, una cola y en su hocico bigoticos, ¿ves? Sino es tuyo, ¿lo podríamos adoptar?; cállate y mira, el ratoncito está despertando.

Poco a poco volvía en si el pequeño ratoncito, se sentía cómodo, pues había caído en una camita bastante acolchada, de la caída y por el susto se había desmayado, pero ya comenzaba a despertar y quedó perplejo al ver a dos seres mucho más grande que él, se lo quedaban mirando con mucha curiosidad.

¿Quién eres?, pregunto miguel; ¿yo? Yo soy un ratoncito; wow parece que la caída afecto tu inteligencia, le decía Miguel que con un tono de sarcasmo le preguntó: ¿Cuál es tu nombre?; ¿mi nombre? ¿Qué es un nombre? Replicó el ratoncito.

Ay miguel, pobrecito, creo que la caída lo descompuso un poquito, decía pedro todo angustiado, pues ya le había agarrado cariño a la criaturita; escúchame bien ratoncito, un nombre, es esa palabra por la que los demás se refieren a ti, mi nombre es Pedro, y este gato odioso es Miguel, ¿Cómo te llaman a ti?

Mi mamá me dice hijo y hasta ahora los demás me han dicho ratoncito; decía el pequeñito, que respondía con total tranquilidad, no le preocupaba si tenia o no un nombre.

Te vamos a dar un nombre; dijo Pedro; mientras lo veía meticulosamente, buscaba una característica particular para encontrar un nombre perfecto, que combinara con su físico; ay Miguel ya sé, te llamarás ¡peludito!; no mames wey, replicó miguel, eso no es un nombre; le volvió a decir: eso no es un nombre, mientras con su pata le daba un golpe en la cabeza; tenemos que darle un nombre grande, que inspire confianza, que tenga significado propio y que además sea bonito, ¿no?, desde este momento te llamaras: Alejandro, ¿te gusta?

El ratoncito, quedó en silencio, el nombre retumbaba en su mente, una extraña sensación lo invadió, ahora se sentía más completo; y les dijo: Soy Alejandro, me gusta ese nombre, sé que a mi mamá también le va gustar mi nombre; en ese momento puso sus manos en la cabeza y ojos de preocupación, y se preguntó en voz alta: ¿y mi mamá? Ya debe estar preocupada, he tardado mucho en regresar, y le preguntó a Pedro y a Miguel: ¿me pueden ayudar? Necesito subir allá arriba, por ese túnel puedo llegar donde está mi madre.

Ay Miguel, nuestro pequeñito ya es todo un adulto, es hora de su partida; lloraba pedro de desconsuelo al saber que llegaría la despedida, sabiendo que el reencuentro con su madre era importante miguel lo tomó con su boca, saltó entre los estantes de la habitación, y lo dejo allí, por el mismo agujero por donde por culpa de la araña cayó.

Gracias Miguel, gracias Pedro, aunque fue un encuentro corto, jamás los olvidaré, me han dado un nombre y motivos para creer que hay seres en los que se puede confiar; y ahora, Alejandro, continua su camino de regreso con su mamá.

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Continuará

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