Un Inicio Inesperado

La tenía en mi mente día y noche, no podía dejar de pensar en ella, la oportunidad de hablarnos en la vía hacia nuestros trabajos, tomando el mismo tren, era perfecto. Me estaba enamorando de su sonrisa y de nuestras conversaciones tan sencillas, pero a la vez tenía miedo, sentía que solo me veía como su amigo, sin importar las conversaciones picantes que teníamos.

Ella siempre sacaba el tema de conversación, yo solo seguía bajo mis instintos el tema, o eso quería hacerme pensar para no sentir que estábamos llegando lejos.

Un día decidí armarme de valor, debía decirle lo que sentía, decidimos almorzar en el trabajo, juntos, mi oficina fue el lugar perfecto para conversar sin caer en presiones sociales.

Cuando le dije “me gustas” ella solo empezó a repetir en varias ocasiones “¿De verdad?” lo cual no era la mejor señal, pero después de un rato de risas me dijo “También me gustas, pero debemos ir lento”, me sentía muy emocionado por ese hecho, pero al intentar darle el primer beso ella sin querer volteo la cara y perdí la primera oportunidad.

Me puse tembloroso y algo pálido, cuando vi sus intenciones de volver a acercarse en la misma posición para que yo diera el paso tan esperado.

Bese sus labios con un poco de nervios, ella siguió mi movimiento y sentía como estaba aumentando lentamente el ritmo. Se sentó en mis piernas de forma brusca y fue desabotonando mi camisa, me sentí sumamente confundido, esto no era lo que yo consideraba algo “lento”.

Sus manos bajaron a mi entrepierna y mi instinto se apodero de mí, por lo cual mis manos fueron hasta su pelvis, ella tenía la mezcla perfecta de humedad y deseo que mi cuerpo deseaba, pero aún me sentía un poco confuso por todo lo que estaba pasando.

Pasado un par de segundos, su cara estaba en mi entrepierna, jugueteando y dejándome loco del deseo, hasta que llegó el momento más esperado, ella me pregunto “¿Tienes un condón?”. Obviamente no me encontraba preparado para el momento, ella al ver mi duda, no lo pensó dos veces y me tumbo en una silla, se sentó encima de mi miembro erecto y comenzó a moverse de forma muy brusca y fogosa.

No sabía que pensar, ella tomo todo el control del momento, realmente yo no hice ningún tipo de esfuerzo. Sus manos, su cuerpo, sus pecas, sus besos, todo estaba dejándome en un trance fatal.

Pasada la hora del almuerzo, ella se vistió, me dijo que quedáramos como amigos con derecho y se retiró. Dejándome literalmente usado y confundido por todo lo “lento” que se dio esto.