Reto: Los 5 post que más me gustarón. Día #5: ¿Por qué debemos luchar por Venezuela?

in #spanish6 years ago (edited)

Hola Queridos Steemians

Esta es mi última publicación del desafío de mi amigo @matuca y está dedicado a todos los venezolanos, pero es un gran análisis que les será útil a todos para comprender la situación de mi país y valorar aún más a su país y a esta hermosa nación en que yo vivo, es un gran reflejo que creo que volver a postear no esta de más, en cambio, es muy necesario leerlo y estudiarlo, son de esos escrituras que vale la pena releer.

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Este escrito es un poco largo, te lo advierto, pero también te aseguro que vale la pena leerlo por completo y no se arrepentirán si corren el riesgo:

Estos días me di cuenta que a pesar de lo difícil que es la situación en Venezuela sigue siendo tierra de gracia, que su gente no tiene igual, que sus paisajes y playas son cálidos e incomparables, pero sobre todo que hay razones para seguir viviendo aquí y luchar por sacar adelante el país, que todavía hay ciudades prósperas de gente emprendedora que luchan y trabajan por un futuro mejor, que se reinventan constantemente, mi último viaje mirando a la ciudad de Lechería en el estado Anzoátegui me hizo reflexionar. Empiezo esta publicación citando a un gran escritor Leonardo Padrón con una reflexión que me llegó al corazón llamada "La Gran Casa". Los invito a leerla:

Tiempo de tormenta. Turno de decisiones. Clima de borrasca y viento. Luz difícil. Desde hace meses no dejo de recibir invitaciones a charlas, conversatorios y tertulias que gravitan alrededor del mismo tema: las razones para seguir apostando por el país, para quedarse y lidiar, para no irnos en desbandada. No es un tema fácil. Es complejo por inédito, por extraño a nuestro hábito, por subjetivo y personal. Es un tema espinoso por el espinoso país que hoy vivimos. Por el caos que nos rodea. Por la violencia de la marea que golpea nuestras certidumbres y ataduras. Ahora bien, ocurre que habitualmente uno no anda explicando las razones que tiene para no irse de su casa.

Uno, simplemente, está, permanece, hace hogar en ella. Construye familia. Teje su día a día. Come allí, duerme en ella, la pasea descalzo, se demora en sus ventanas, erige su biblioteca, pone su música, domestica su almohada, conoce sus ruidos y caprichos. Es el lugar donde pugnas con tus gripes, tus despechos o tus resacas. El espacio donde ocurren tus epifanías y descalabros. Donde más has celebrado la navidad, los pequeños triunfos y cada nuevo centímetro de altura de tus hijos.

Mi casa, si me pongo específico, limita al norte con la fiesta que es el Caribe, al sur con la selva fantástica de Brasil, al oeste con kilómetros de vallenato, cumbia y hermandad y al este con la vastedad del Atlántico y ese litigio histórico, otra vez de moda, que es Guyana. Mi casa tiene el techo azul casi todo el año.

Mi casa es un clima de mangas cortas y risa fácil. Mi casa tiene un catálogo de playas irrepetibles. Y si la camino a fondo me topo con la belleza de sus abismos de agua, con la neblina a caballo de sus páramos, con sus árboles redondos, con su sol de tamarindo y papelón. Mi casa tiene 30 millones de habitantes. Tiene un océano de mujeres hermosas, nocturnas y sensuales. Mi casa es una geografía vehemente y delirante. La han llamado Tierra de Gracia, Pequeña Venecia, Norte del Sur, El Dorado, Crisol de Razas, Paraíso Perdido. En mi casa se baila en todas las esquinas, se toma cerveza sin piedad, se coleccionan abrazos, se hace el amor en cada vestíbulo, y se hace el humor hasta el amanecer.

En mi casa está mi infancia, mi ventana y mi lámpara, mi postre favorito, mi carro, mi lista de amigos, mi cine recurrente, mi ruta de librerías, mi estadio de beisbol, mi zona de costumbre y apegos. El sol nace y se pone en mi casa.

Resulta que mi razón de ser, lo que me explica y define, limita por todas partes con mi casa. Este es el domicilio de mis entusiasmos y obsesiones.

Tengo una vida entera en ella. Y una vida entera es mucho tiempo. Es todo el tiempo. Una vida amueblada por mis años, mis logros y mis mejores fracasos.

Y sucede que a pesar de todo eso, tengo que explicar por qué no me quiero ir de mi casa.

Generalmente, cuando no llega el agua a mi casa averiguo, pregunto, resuelvo, compro, instalo un tanque. Cuando aparecen filtraciones busco, llamo, persigo al plomero. Cuando la basura se acumula en el depósito reclamo, toco la puerta, hablo con la junta de condominio. Cuando se agrietan sus paredes, cuando se colma de insectos, cuando la cubre el polvo, cuando se trastornan sus aparatos, cuando la polilla ataca, en todos esos casos, no suelo irme, no desisto, no salto por la ventana. Sencillamente, me ocupo. La lleno de atenciones. Busco prodigios que la sanen.

Sí, en estos tiempos las goteras se han vuelto absurdas, el techo se ha corrompido, el agua sale negra, la luz es escasa, el tronar de las armas eclipsa el bullicio de las guacamayas, la nevera se ha llenado de vacío y nostalgia, a los insectos se le han sumado alimañas impensables. Mi casa es hoy un tesoro arruinado, malbaratado, saqueado. Pero es mi casa. Me cuesta no atenderla. No procurar remedios. No aportar la cal de mis opiniones, la despensa de mis esmeros, el martillo de mi insistencia y su tanto de ética, perspectiva y confianza.

Mi casa está rota. Y yo me sumo a la reparación. No al adiós. Irme es un verbo posible. Tengo derecho a hacerlo. A veces me intoxico de ganas. Pero entiendo que en cualquier otro confín seré un extranjero. Un emigrante. Un nómada accidental.

Es una opción válida, legítima. En ciertos casos, emocionante, y en otros, atemorizante. Es irresponsable juzgar a quien se va. Irse posee el calibre de las desgarraduras. El exilio es una palabra llena de piedras. Quien parte intenta llevarse el peso existencial de la casa. Busca sostenerla desde la distancia. Toda mudanza es incertidumbre y desvelo. Es una acrobacia espiritual.

Hay vecinos que se han ido, otros que están haciendo maletas, ensayando un nuevo idioma, aprendiendo a usar un GPS. Mis hijos se despiden de sus mejores amigos. Mi pareja se despide de sus mejores amigos. Mis mejores amigos se despiden de sus enemigos.

Le pregunto a mi hija de 13 años por qué no se iría del país. Me suelta una ráfaga de sustantivos: la gente, el clima, el idioma, la comida, el paisaje, los amigos. Y agrega algo inesperado: “Me gustaría estar cuando se arreglen las cosas y ver el cambio”.

Hace poco leí en el blog de alguien un concepto interesante. Decía Daniel Pratt: “migrar es aceptar que tu lugar y tú no pueden continuar juntos, rendirse, asumir que no hay manera de arreglarlo. Tienes que divorciarte, perder, naufragar (…) Desde el momento que partes eres extranjero siempre, hasta en tu propio país”.

Y, vamos a estar claros, hay mil razones para irse, y quizás solo diez para quedarse. Pero esas diez razones pueden justificar tu vida.

En estos tiempos los venezolanos estamos viviendo una experiencia inédita. En esta época de ideologías y militancias extremas, el desencanto ha hecho que el país esté advirtiendo el mayor de los éxodos de su historia. Me he topado con la conmovedora circunstancia de ver a una madre hacer todo lo posible por separar a su hijo de ella. Apurándolo para que se vaya a estudiar a Calgary. Lejísimo. Para salvarlo. Para saberlo seguro.

Y, ciertamente, las migraciones son tan antiguas como la especie humana. No debería alarmarnos tanto. Cada ser humano está obligado a vivir sus propios renacimientos.

Pero la casa no puede quedarse sola. Necesita la atención de sus propietarios. Este extrañamiento, este estupor colectivo, nos hace comprometernos aún más con el momento histórico que estamos viviendo.

¿Es este el fin del país? No. Los países no concluyen. Es este un episodio severo. Amargo. Ruinoso. Se habla de la inflación más alta del mundo. De la escasez más pavorosa que hemos vivido. Del corrimiento del sistema de valores. De una violencia sórdida y copiosa que ha convertido al mapa entero en sangre y luto. Así de grave está la casa, así de extrema la inundación. Sí, hacemos agua por todas partes. Los pronósticos del tiempo anuncian sólo noticias oscuras. Entonces, ¿desertamos?, ¿desmantelamos lo que queda? Es una opción, pero ¿realmente queremos renunciar a nuestra casa?

Si esta es la piedra fundacional de nuestros días, ¿qué estamos haciendo para detener su ruina? ¿Basta con el largo quejido que hoy somos? Si no nos involucramos, toca renunciar, incluso estando adentro. Dejar que otros impongan la ruta de nuestros afanes.

Es fácil ser ciudadano de un país cuando el viento es benigno, cuando el subsuelo es oro, cuando el peatón ejerce la alegría como contraseña, cuando la comida abunda, cuando el mar es amable y no hay marea alta en el horizonte.

Pero también hay que ser ciudadano cuando el país está enfermo, acosado por la indolencia, atascado en un pantano de errores, cuando es víctima de sus propias contradicciones. El país, nuestra casa mayor, nos necesita en su adversidad, en sus fiebres, en la penuria y la borrasca. Querer a alguien es también lidiar con su infortunio. Si tu pareja se enferma de cáncer, ¿la abandonas?, si tu mejor amigo cae preso, ¿renuncias a visitarlo?; si tu hijo sucumbe a las drogas, ¿le das la espalda?, si tu madre comienza a sufrir de Alzheimer, ¿le sueltas la mano y dejas que camine sola hacia la locura? Supongo que no. Pasa igual con el país. Si los que aquí insistimos no nos comprometemos en buscarle cura a sus desvaríos, en otorgarle coherencia y sensatez, entonces no vale la pena quedarnos.

Los optimistas (dicen que es una raza en extinción en el territorio nacional) saben que toda crisis genera una mina de posibilidades. Repito a Francois Guizot en su afirmación de que los optimistas son quienes transforman al mundo. La lección ante nuestros errores acumulados ha sido amarga. Pero es hora de responder. De apostar duro. De vivir cada día como construcción. De devolverle a esta tierra de gracia todo lo que nos ha dado, empezando por el derecho a existir y crecer en su aire, en su luz, en su maravilla, maravilla que vamos a devolverle con nuestras ganas de seguir perteneciendo a un gentilicio, de seguir viviendo en la casa grande de nuestra existencia.

Por: LEONARDO PADRÓN / El Nacional

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Anécdota y Reflexión:

Este mensaje me llegó por correo y me pareció tan importante que decidí compartirlo con algunos de mis contactos, un amigo que casualmente emigró de Venezuela y se fué a Perú me responde a este mensaje: ¿qué estás haciendo para ayudar a mejorar el situación en el país? Me dejó perpleja ya que es una pregunta muy profunda que me hizo cuestionar, pero me hizo evaluarme introspectivamente y comencé a escribir:

  • En mi rol como bloguera en Steemit, soy una persona que incentiva al turismo en mi país. Tengo más de 3200 seguidores de todo el mundo y en muchas de mis publicaciones tengo bellas fotografías de las maravillas de mi país en su paisaje, todos los hermosos lugares que tiene, sus actividades, costumbres y cultura, que no pueden dejar de conocer, ha sido muy buena la receptividad de muchos que aprecian lo bella que es Venezuela en señal de asombro. Cada vez que publico más fotos de sus playas, sus puntos de vista y lo hermosa que es mi tierra, de esta forma logro atraer gente de todo el mundo al país, mejorando los ingresos de los venezolanos que viven en sitios turísticos, generando ingresos monetarios.

  • Tengo el placer de apoyar a diferentes venezolanos a través de varios proyectos como @provenezuela como curadora de contenido, desde allí puedo apoyar a muchos venezolanos con mi voto y ayudarlos a aumentar sus ingresos mejorando la calidad de vida de los Steemians venezolanos.

  • Como curadora apoyo concursos y actividades dentro de la plataforma que están surgiendo en mi país, entregan premios y fomentan la creatividad y el arte, tal es el caso del concurso Pitch Perfect creado por @alejandra23

  • ¡Recientemente, en la ciudad de Lechería, me uní a un grupo llamado aquí si hay! que está desarrollando la gente como emprendedores dentro del Social Marketing es alentar a los jóvenes emprendedores a unirse a una empresa con visión de futuro y luchar por sus ingresos aumentar los ingresos de más personas en el país, en los que puedo formarme como emprendedor y abrir oportunidades para ayudar a crecer a cualquiera que quiera.

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Yo misma no me había dado cuenta de todo lo que uno puede contribuir a mejorar y hacer crecer este país tanto dentro como fuera de Steemit, las posibilidades son infinitas y hoy me ha sido presentado por el padre de la gracia de Dios. Pude entender que tengo una misión muy importante, solo porque me hicieron esa pregunta y me cuestioné a mí mismo.

No se trata de ser pretenciosa al contarles sobre esto, aunque estoy muy orgullosa de ser venezolano, es ver el vaso medio lleno y no medio vacío para cuestionarse, motivarse y emprender, al final terminé diciéndole a mi amigo emigrante que antes de irme a otro país mejorar la situación y luchar por su prosperidad podría luchar por mejorar la situación del país donde vive, al mismo tiempo le agradecí que me hiciera esta pregunta.

Ahora yo te hago la misma pregunta a ti, ¿qué estás haciendo para ayudar a mejorar tu país?

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¡Este día de desafío me gustaría nominar @ticoin para realizar el desafío, otro luchador eterno para mejorar el país, un amigo muy exitoso!

No olvides seguirme y comentar

Gracias por tu atención!


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Es bonito ver que aún hay venezolanos que están dispuestos a quedar y luchar por mejorar nuestro país, porque en realidad esa mejora parte de nosotros como ciudadanos. Buenísimo el escrito que compartes y me agrada saber que haces tal labor, aportando tu granito de arena, te felicito Beta por todo lo que sientes y lo que estás dispuesta a hacer por Venezuela. ¡Un fuerte abrazo!

Tan bello @caspell muchas gracias por tus palabras tan gratificantes, un fuerte abrazo igual para ti amigo, espero que tu también estés aportando tu granito de arena en este país cuéntame sobre tu experiencia personal!

Este post me transmite esperanza, todo lo que dice tu escrito me llena de alegría por la receptividad que tienes en steemit sobre nuestro país. Muchas buenas vibras para ti. Gracias por compartir.

FL

Gracias a tu por comentar, que bueno poder transmitirte tantos bellos sentimientos! Mucho éxito!

Hola Betania están muy bonitas las palabras de Padrón y las comparto, me alegra que haya gente que siga en el país haciendo lo que puede con la esperanza en mejorarlo, pues no es fácil sobrellevar esa realidad que se vive en Vzla. No critico a los que se han ido, no es fácil tomar esa decisión, pero creo que aún estando fuera del país podemos seguir haciendo algo por él. Saludos!😘

Así es, hay muchos que aportan su granito desde afuera y esperan a que la situación mejore para volver, espero que eso pase pronto, mientras tanto hay que seguir luchando. Cuéntame tu si aportas tu granito de arena desde el exterior y como lo haces?

Realmente te hace reflexionar, muchas gracias por ello... Hermoso betamusic. Saludos.

Gracias por tu comentario Lady me alegra que te guste. Saludos!

Hace unos años, en mi país también la situación se tornó muy difícil, y mucha gente emigró pero otros nos quedamos porque creíamos que siempre podía haber una salida. Comprendo que la situación de tu país es realmente más complicada y que a veces la desesperación, el desconocimiento, puedan ser tan fuertes que crean que no hay otra salida.

Interesante tus roles, sobre todo el proyecto en lecheria, me gustaria saber un poco mas de ello

Contactame por discord y te doy más detalles querida @marynes5

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