Crónicas de mi yo-inferno 003: No hay mejor amigo ni peor enemigo que el tiempo, o el día que Misifus finalmente respetó mi jardín

Ayer mi yo-inferno y yo tuvimos un muy buen día. Después del placer de despertar solitos sin que despertador, o vecino alguno, nos interrumpieran el sueño con su escándalo, abrimos los ojitos a eso de las 7:00am, nos estiramos un momento y empezamos nuestro día con un partidita de Warframe pa despertar bien del todo. 15 minutos después ya estábamos más que alertas y nos pusimos de pie mientras nos estirábamos una última vez.

Misifus, un gato del barrio que es el azote de los jardines de los vecinos, me maulló amablemente mientras atravesaba el jardín que da a la recámara, y para mi sorpresa, plena verificación de por medio, era un maullido sincero y no de burla como los que suele darme después de hacer sus gracias entre mis plantas, cosa que no hizo en esta ocasión.

Ya estando en el jardín aproveché para regar un poco y disfrutar el frío de la mañana, mientras mi yo-inferno me dijo preocupado: "Oye carnal, a esta planta ya le entro bicho o algo, mira como tiene las hojitas la pobre".

Cabe destacar que este tono no es el habitual de mi colérico, desfachatado y valemadrista yo-inferno, y para que hable de esa manera es que realmente está en paz. Y esto me llevó a darme cuenta de que pese al pésimo cierre de año que tuve, en el que me corrieron del trabajo en que estuve más de una década, y el factor económico como preocupación siempre latente de mi día a día, reapareció en escena después de muchos años, estoy mejor de lo que podría esperarse.

He comenzado a escribir más, a reconectarme con la música que tanto amo, a disfrutar cosas en las que antes no reparaba y hacía casi casi porque hay que hacerlas, como el regar y cuidar mi jardín, mantener limpia y ordenadita la casa, preparar el desayuno, etc.

Me he descubierto más relajado que preocupado, construyendo poco a poco nuevas rutinas, con cosas sencillas como poder bañarme tranquilo y no a las carreras como antes, salir a caminar de nuevo, hacer las compras en el mercado y ya no el supermercado como antes, lo que permite pláticas casuales con vecinos y vendedores que conozca hace toda una vida, usar finalmente un difusor de aromas que compré hace tiempo y no había podido disfrutar hasta ahora, entre otras muchas cosas.

Mi yo-inferno, siempre inquieto, siempre haciendo corajes por tener que soportar gente que con la que no toleraba trabajar, se ha calmado también y ahora solo hace corajes cuando el panadero no pasa a la hora habitual o ve a misifus sospechosamente en el jardín, o como ayer, descubre que una planta está enferma. Y es que parece ser que el enfermo era yo y no me había dado cuenta del todo.

Varios años de una relación cada vez más rota con mis compañeros de trabajo me afectaron más de lo que pensaba, y de eso me estoy dando cuenta ahora que después de algunas semanas comienzo finalmente a desintoxicarme de todo este pasado, que si bien disfrute muchísimo, al final me hizo más mal que bien.

Y ahora, con el tiempo ya no en mi contra, sino de mi lado, una inesperada tregua con Misifus que espero no sea llamarada de petate, y con David Gilmour interpretando “A pocketful of stones” como soundtrack del momento, mientras mi yo-inferno cierra los ojos y mueve las manos como dirigiendo a la orquesta que se escucha en la canción, veo que es muy cierto eso que dicen, de que no hay mejor amigo ni peor enemigo que el tiempo.

Si llegaste hasta acá muchas gracias por leer este publicación y dedicarme un momento de tu tiempo. Hasta la próxima y recuerda que se vale dejar comentarios.