La cosa no está fácil

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Mi condición de ser humano no me permite permanecer incólume e indiferente ante la situación que enfrentamos los venezolanos, pues es totalmente deprimente.

Por eso hago un alto en mis tertuliadas, canutadas, historias de vida, versos, comedias, poesía... en fin, a lo poco o mucho que sé hacer, para dedicar un espacio obligatorio a este tema que nos atañe y nos afecta a todos y cada uno de los venezolanos.

ÉXODO: SOLEDAD, ESTRÉS, DEPRESIÓN, DESCOMPOSICIÓN ECONÓMICA, SOCIAL Y MORAL.

La inhumana crisis que enfrentamos, ha desencadenado un éxodo masivo de compatriotas, en su mayoría jóvenes, que no divisan un futuro promisorio, sino que muy al contrario ven con desaliento un camino borrascoso.

Causa mucho dolor ver a los en los abuelos y padres que se quedan sin sus hijos e hijas, en medio de una triste soledad, después de pasar tanto tiempos de su vida con ellos; o en el caso de los esposos que se va uno y el otro se queda, lo que a la larga tiene sus consecuencias: el deterioro de la relación afectuosa.

Es difícil aceptar la situación aún sabiendo que se marchan procurando mejorar sus condiciones económicas. La soledad no tiene tratamiento ni terapia, solamente se cura con compañía.

De allí que muchos optan por buscar en que entretenerse, algo que hacer para compensar esa soledad como juntarse con los vecinos, siempre buscando la forma de llenar esos vacíos para no caer en depresión.

El constante estrés que se vive producto de la situación económica, genera esa tensión, ese sufrimiento. ¿Pero cómo pedirle a un padre de familia que se acueste pensando que al otro día no hay desayuno ni almuerzo para sus hijos? ¿O un chofer de tráfico que tiene el carro parado por cauchos? ¿O a la madre que tiene un hijo enfermo y no tiene como comprar el medicamento?

Es muy fácil decirle a la gente: levántate con una sonrisa en los labios, irradiando felicidad, alegría... eso veo que lo escriben a cada rato. Lo difícil es bailar joropo mientras se lleva en el estómago un concierto visceral.

Toda esta descomposición económica, conduce a la descomposición social y moral.

Lo recomendable es que esos jóvenes que se van traten de mantenerse en contacto en el día a día con sus seres queridos, bien sea por teléfono o cualquier red social para amainarles en la soledad y evitar que caigan en depresión.

Pero hay otra situación que enfrentan nuestros hermanos. Así como es duro para los que se quedan, tampoco es fácil para los que se van: algunos llevan sus papeles en regla y tienen hasta un puesto de trabajo en el exterior: bien por ellos. Pero la gran mayoría se van a la aventura, y son muchos los sufrimientos y penurias que pasan para llegar a otros países.

Aunado a esto hay una situación de xenofobia, donde vale la pena recordar que para nadie es un secreto que Venezuela ha albergado a miles y millones de extranjeros y se le ha dado el trato digno que merecen; y en nombre de nuestros compatriotas, agradecemos a aquellos países que les han brindado un buen recibimiento y rechazamos los malos tratos.

Es cierto que ha habido compatriotas que han cometido torpezas, pero son casos aislados. La gran mayoría son honestos y respetuosos de los pueblos y sus leyes.

Otro problema que tienen que afrontar es la adaptación. Nosotros los venezolanos somos muy sociables, amigables y se encuentran con gente que tienen otro modo de vida... pero en fin esas son sus costumbres y se deben de respetar.

Es todo un calvario lo que están enfrentando nuestros hermanos para salir adelante y poder ayudar a los que se quedaron.

No obstante, si luchamos juntos tal vez podamos superar de la situación económica. Lo difícil va a ser recomponernos social y moralmente.

Oremos por todas y todos los venezolanos. La oración tiene un poder extraordinario.

Pongamos todo en manos de Dios.