Entre fantasmas y el miedo a los vivos

Parte 1

Acababa de mudarse a su nuevo departamento en la gran ciudad. Su nuevo techo era parte de una unidad habitacional con una gran explanada al centro. Los edificios de arquitectura brutalista eran tan grandes que la explanada estaba cubierta por la sombra casi todo el día, aunque a él eso le gustaba, a diferencia del traslado. Para llegar hasta ahí desde su trabajo debía tomar un tranvía y un autobús.

Mientras contemplaba su nueva habitación recordó los sucesos que lo llevaron a mudarse solo. Su relación con Humberto se había vuelto muy complicada. A ambos les convenía compartir la renta, pero en los últimos meses pagar menos ya no parecía algo de peso para permanecer juntos. Encima de eso estaba el especialista en fantasmas que Humberto había pagado para que se quedara con ellos por 90 días, pues una serie de eventos paranormales había comenzado en el lugar.

Para Humberto, el fantasmólogo fue un gasto necesario, pero a ojos de Fermín, sólo era un charlatán, o al menos los primeros treinta días así lo veía. Después se daría cuenta de que en realidad era un pobre hombrecillo que creía todas las estupideces que salían de su boca.

Humberto le explicó al docto especialista que los sucesos comenzaron poco después de que la relación de amigos que había en la casa comenzara a deteriorarse. Empezó con cosas que parecían cambiar de lugar en las noches, puertas que se golpeaban y en ocasiones voces que susurraban nombres. Conforme la relación iba empeorando los eventos también empeoraban. Había gritos, los objetos como vasos y platos eran arrojados; y peor aún, habían comenzado las apariciones.

Según el especialista el caso de Humberto y Fer era uno de los más extraordinarios que había visto a lo largo de su carrera, pero para él la solución era demasiado obvia: la raíz de los problemas era la energía negativa que se había acumulado por la enorme tensión entre los dos amigos; para solucionarlo sólo era necesario que asistieran juntos a la iglesia todos los domingos, que rezaran en las noches antes de retirarse cada quien a sus cuartos, que hicieran la primera comunión y todo tipo de absurdos religiosos. En pocas palabras, que se entregaran completamente a dios.
Esto fue el colmo y no pudo evitar gritarle. Fer sentía que la única forma de solucionar el problema era mejorando la relación que tenía con Humberto; sólo así los fantasmas se irían; además, retó al especialista a que se fuera 90 días a vivir en el lugar en el que antes habitaban. Ahí sí que pasaban cosas aterradoras y en esa época no tenían tantos problemas. Muebles levitando, posesiones, demonios en los espejos y paredes que sangraban estaban a la orden del día. Pero para su sorpresa, Humberto estaba de acuerdo con el especialista. No podía creerlo, ya que Fer estaba convencido de que en el fondo Humberto sabía que todo lo que decía el hombre al que había pagado eran tonterías, pero tal vez por el hecho de haber desembolsado una gran cantidad de dinero prefirió la palabra de un desconocido a la de su amigo. En ese momento para él fue demasiado evidente que si prefería escuchar sin sentidos era porque la relación entre ellos era irreparable y los espíritus jamás se irían mientras permanecieran juntos.

Sigan pendientes de la parte 2.

Gracias por leer.

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Cuentos que son sueños es una recopilación de algunos sueños de mis amigos y míos, transformados en cuentos, quizá no tengan tanta coherencia, sentido del tiempo ni principio o fin pero es una forma de utilizar los recuerdos de algún sueño y la creatividad para generar algo nuevo. ¿Te atreves a realizar un cuento a partir de un sueño?.

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