John Maxwell Coetzee era un escritor completamente desconocido para mí hasta que recibió el Premio Nobel de Literatura en 2003, según el acta de la Academia Sueca por "la brillantez a la hora de analizar la sociedad sudafricana". Sin embargo, en mi opinión, y tras haber leído una media docena de sus novelas, este escritor y novelista sudafricano (nacionalizado australiano en 2006) ha hecho mucho más que eso, no ha analizado sólo su país o su continente. Sus libros, aunque ambientados en una geografía determinada, tratan siempre sobre un campo más amplio: la humanidad.

Diario de un mal año publicada en 2007 es un libro compuesto de varios libros a la vez. Dos historias, en principio siguiendo dos líneas narrativas (que luego suben a tres), son contadas para componer una obra múltiple. Por un lado se encuentran los ensayos que C., un escritor de setenta y pocos años, redacta para un editor que los espera para publicación. Estos ensayos sobre temas de actualidad que él puede escoger libremente llevan el título de Opiniones contundentes y en ellos el escritor ve “…una oportunidad mágica de llevar a cabo una venganza contra el mundo por rechazar adecuarse a mis fantasías”. Coetzee aprovecha para dejar sus ideas sobre temas tan variados como el Estado, la democracia, el anarquismo, la música, Maquiavelo, el terrorismo, la vida privada, Al Qaeda, Guantánamo, los animales, las probabilidades, el apartheid, Zenón, los números, Funes (el personaje del cuento de Borges), la guerra fría, el diseño inteligente, el trato de los gobiernos occidentales a la inmigración y tantos otros, tratados de manera tan pulcra y con un ojo tan crítico que cada uno de esos pequeños ensayos daría para un completo análisis en un post aparte.
A la par, mientras se dejan caer esos ensayos, vamos conociendo la trama de la novela. C. conoce a Anya, una chica de ascendencia filipina de casi treinta años que le atrae desde el primer instante en que la ve en un vestido rojo y a quien propone el trabajo remunerado de mecanografiar los originales de sus ensayos. C. habla de un dolor metafísico que siente cuando ve a la joven Anya y le da vergüenza sentir deseo (sexual) por ella, pero no puede evitar la atracción: anhela su cercanía. Anya es pícara, algo inculta, desvergonzada, provocativa, irritante, franca, al principio se burla del viejo, es consciente de su atractivo sexual y aunque sabe que el Sr. C la observa y que la cree tonta le gusta que el Sr. C "le vea el culo", suele decirse a sí misma “ponte guapa para el Sr. C".

El otro vértice de este triángulo (prácticamente los únicos personajes del libro) es el novio de Anya, Alan. El Sr. C. se refiere a él como “un hombre tan insípido en posesión de una amante tan celestial”, quien no aprueba la relación laboral de su bella novia con el escritor y comienza a formular un plan, llegando a espiar su ordenador y luego a proponer a Anya la extorsión o el robo al anciano. La relación entre Anya y Alan, de 42 años, es un poco monótona, tediosa, sólo hay intensidad en la cama y no parece ir a ninguna parte. Tras el trato entre los tres y a raíz de sus juicios, Anya acaba dejando a Alan, pero no para irse con el Sr. C. aunque mantiene amistad con él.
A lo largo de la novela, vemos a Alan y a C. como dos polos opuestos: El Sr. C es un caballero, "ya no existen así", pero es demasiado viejo. "Es una lástima que esté tan solo en el mundo" dice Anya, porque es "un auténtico caballero, que sabe cómo hacer que una mujer se sienta mujer". Por su parte, Alan no quiere hijos y Anya dice que fue una suerte conocer a C. cuando le conoció porque, aunque "sigo siendo la misma, usted me enseñó que existía otra manera de vivir" que era tener ideas y expresarlas. Además, le agradece el haber terminado con Alan. El Sr. C. es más de opciones, dudas, cuestionamientos. Alan es números, certidumbre, conocimiento. Anya está en medio de ambos hombres mayores a ella, intentando comprender. Alan representa el adulto de hoy y el Sr. C. representa un mundo que ya no existe, por eso el primero ataca las opiniones del segundo catalogándolo de anticuado.

Pero Anya le toma cariño a C. Le confiesa que ella sabía que él la observaba, que se arreglaba para él (¿compasión? ¿vanidad?) y al marcharse le dice que le puede escribir si quiere. Anya quemó los puentes con Alan y su vida anterior, pero mantuvo contacto con C. Nos preguntamos ¿lo amó? ¿lo ama? cuando Anya expresa "…tal vez, en otra vida, si nuestras edades fuesen más compatibles…" ¿ese “en otra vida” representa un deseo profundo de su corazón o acaso sólo una idea? En el último abrazo, el escritor habla de "este viejo encogido y aquella encarnación terrena de la belleza celestial". Él sí se enamoró de ella. Aunque le dolía, aunque era indecoroso, vergonzoso, condenable. "En un mundo ideal se me podría haber ocurrido una manera de seguir interrogándole sin que resultara indecoroso. Pero este no es un mundo ideal". Y en definitiva es en éste mundo en el que viven, el único que importa, en el que entienden que no pueden estar juntos. Es un panorama un poco triste porque C. puede pensar "por dentro sigo teniendo los sentimientos de un hombre" pero por fuera luce "repulsivo". ¿Puede Anya amar a este anciano? Y si acaso llegó a tener sentimientos por él ¿iba ella a quedarse a su lado? habría sido un final muy bonito, pero muy poco realista.
Además de la historia de amor frustrada entre C. y Anya y los ensayos de las Opiniones contundentes un segundo diario en el libro trata temas menos contundentes como los sueños, el amor, los clásicos, la inspiración, los pájaros, Tolstoi, Dostoievski y redondea así una experiencia completa para el lector que puede encontrar en este híbrido de novela y ensayo un libro memorable, que invita tanto a pensar como a sentir.

Una cosa destacada en cuanto a la forma en que está editado el libro es que las voces narrativas se muestran en cada página separadas por una línea horizontal. A partir de allí, el lector será quien decida de qué forma y en qué orden leer la historia que se le cuenta. Reflexiones sobre gran diversidad de temas, pero principalmente sobre el amor, la vejez (tema recurrente en la obra del autor), el compromiso del escritor y del hombre con el mundo en el que vive, discurren a lo largo de estas páginas, de cuya lectura dejo algunas frases:

"la vida es demasiado breve para las maquinaciones"

"Resulta extraño añorar lo que uno jamás ha tenido"

"¿y merece la pena perder un día cuando no le quedan tantos por delante?"

"Amor: eso que el corazón ansía dolorosamente"

"¿puede uno disculparse apropiadamente en nombre de alguien que no considera necesario hacerlo?"

Otras obras del autor

J.M. Coetzee fue el primer escritor que obtuvo en dos ocasiones el Premio Booker, por sus obras Vida y época de Michael K. (la historia de un superviviente de la guerra civil sudafricana) y Desgracia (un profesor de literatura marginado del mundo por acoso sexual) y cuenta con una prolífica obra, novelas y ensayos principalmente, que lo convierten en uno de los grandes escritores de las últimas décadas y alguien a quien, sin duda, vale la pena leer.