¡He he hey!

   ¿Cómo están queridos Steemians? Ojalá estén teniendo un buen día. Y si no, aquí estoy para despejarles esa mente un rato de lo malo con un poco de arte y literatura.

   Hoy quiero presentarles otra nueva serie (ésta semana ha sido la semana de presentación de series) que llevo toda la semana esperando con ansias por presentar. Se trata de una serie de artículos en los que compartiré ilustraciones propias hechas sobre un dibujo a mano que posteriormente haya hecho. Además de eso, también habrá una interesante historia ficticia detrás de cada ilustración (ahí la parte «literaria»), ¡Así que no se lo pueden perder!

   Pero bueno, no me alargo más con presentaciones y los dejo con el contenido. Llevo esperando desde el jueves pasado para publicar éste artículo (lo quería publicar el jueves pasado pero no me dio tiempo) y por eso me emociono tanto en presentar. Con ustedes, «Ilustrando paso a paso + ficción #1». ¡Enjoy it!

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Ilustrando paso a paso

   Éste dibujo lo hice el jueves pasado. Cuando empecé a hacerlo, no tenía una idea clara en mente de qué quería dibujar, sólo que debía ser la parte alta de una chica. Después de todo, hasta ese jueves tenía más de un año sin hacer un dibujo a mano, y no quería hacer algo demasiado dedicado todavía sino más bien algo sencillo para retomar la habilidad con calma.

   En fin. Me dejé llevar y «la parte alta de una chica» terminó siendo ésta especie de princesa élfica demoníaca jorobada (la joroba no fue a propósito, la verdad es que me quedó torcida esa parte, pero como ando fuera de práctica, sólo dije: «hay que continuar») y con una pluma en la oreja, la cual salió de la nada; yo sólo quería que tuviera un accesorio en el rostro y una pluma fue lo que se me ocurrió. No me pregunten por qué. Luego empecé a pensar en cómo iba a relacionar todos esos elementos en la historia ficticia que debía inventar al personaje, y lo que se me ocurrió fue brillante para mí. ¡Ah! Y también debía darle un nombre, así que se me vino a la mente (luego de pensarlo unos minutos) «Lizsandrée». ¿Acaso no suena a nombre de princesa élfica demoníaca jorobada con una pluma en la oreja?

   Decidí que era un hada, porque la historia ficticia está ambientada en el reino de las hadas. Pero vamos ya con el paso a paso de la ilustración para que puedan leer de una vez la historia.

1. Abro el dibujo hecho a mano con Paint Tool Sai y creo una capa nueva encima para empezar a hacer trazos sobre éste.

2. Una vez siento que no falta trazar nada más, quito la capa del dibujo hecho a mano y me quedan los trazos digitalizados sobre los que voy a pintar en los siguientes pasos.

3. Coloco los colores base de cada parte del dibujo: piel, ojos, cabello, etc. Cada base en su capa particular.

4. Coloco las sombras a cada color base, empezando por las menos oscuras y luego las más oscuras. ¿Empieza a tomar vida, no?

5. Agrego las luces.

6. Difumino todo lo que me parezca que haya que difuminar y doy unos últimos toques.

7. ¡Listo! Ahora sólo hago un adorno simple en el fondo y coloco la firma personal.

Ficción: Lizsandrée, el hada maldita

Lizsandrée solía ser el hada más bella en todo el reino oculto de las hadas en el bosque. Su belleza era tanta, que hasta las hadas princesas y la hada reina parecían «hadas más del montón» frente a ella. Esto podría parecer bueno, pero de hecho no lo era del todo.

   Las hadas no son como las pintan en los cuentos para niños. No son seres inofensivos que viven entre flores, arcoíris y colores. Son hadas, no ángeles. Las hadas pueden llegar a ser envidiosas y malvadas, como lo era en el caso de muchas hadas alrededor de Lizsandrée, que le saludaban hipócritamente con amabilidad y a sus espaldas le deseaban el peor de los males. La perfección de Lizsandrée era bastante envidiada en el reino de las hadas.

   Lizsandrée sabía que la mayoría de las hadas en el reino la odiaban por su belleza, y por ello caminaba por las calles con desconfianza, actuando engreída y con aires de superioridad, sin tomarse la molestia de mirar a quienes tenía a su alrededor, o haciéndolo por encima del hombro cuando no le quedaba de otra. Esto hacía que las demás hadas negativamente se fijaran aún más en ella, por supuesto.

   Un día, en todo el reino se celebraban los mil años de equilibrio y armonía que la familia real había traído al reino de las hadas desde que había tomado el trono, y por ello había en la plaza real una aglomeración de hadas presenciando los actos y eventos celebrativos. Había música, danza, teatro, etc. El ambiente era bastante agradable. Incluso Lizsandrée estaba disfrutando de la celebración, y hasta bailó en un par de ocasiones con las demás hadas.

   Al llegar la noche, era la hora del evento más esperado del día: el hada más anciana, quien tenía más de 2400 años, por ser el hada más sabia elegiría al hada más bella de todo el reino. El público sólo podía elegir a las candidatas, las cuáles serían diez, pero la decisión final de la ganadora la tendría el hada anciana.

   Así se hizo y el público escogió a las diez candidatas. Entre ellas se hallaba una de las princesas: la más joven. Ésta princesa era muy querida en el reino, pues simpatizaba con todas las hadas. Además era bellísima, tanto así que las demás candidatas parecían estar de acuerdo en que ella ganaría. Y por si se lo preguntan, Lizsandrée no estaba entre las candidatas. Quizás debido a la envidia de muchas que no la escogieron, pero el hecho es que no estaba entre las candidatas, sólo se hallaba en primera fila entretenida con el evento.

   Llegado el momento de la elección, el hada anciana pidió silencio al público, y se dispuso a hacer su trabajo. Lentamente fue levantando su brazo derecho para señalar a la ganadora, y para sorpresa de todos, señaló a una candidata que se encontraba a dos candidatas más hacia la derecha de la princesa.

   El público quedó en silencio por la sorpresa, y sólo se escuchaban murmullos de asombro por aquí y por allá. «¿La número 7?», preguntó el hada animadora al hada anciana, a lo que ésta respondió: «No. Ella no. Detrás». Detrás del hada candidata número 7 se encontraba Lizsandrée entre el público, y cuando la candidata se movió, el brazo del hada anciana señaló perfectamente a Lizsandrée.

   Entre el silencio del público, Lizsandrée subió al escenario a petición del hada anciana, y al llegar a donde ésta, el hada anciana dijo «Es ella, ella es el hada más hermosa que ha habido en el reino jamás».

   El público, asombrado todavía de que la ganadora fuera alguien fuera de las candidatas, guardó silencio por un par de segundos. Luego, sin dar demasiada importancia a lo que acababa de ocurrir, hicieron mucho ruido en aceptación a la decisión del hada anciana, y todos quedaron encantados con Lizsandrée.

   Parecía que el haber ganado el concurso había cambiado la forma de ver a Lizsandrée para las demás hadas, incluyendo a quienes la odiaban y envidiaban. La decisión del hada anciana parecía haber sido muy sabia, y a ella no se le cuestionaba. Así pues, con el pasar de los meses las hadas envidiosas fueron aceptando la belleza de Lizsandrée, y Lizsandrée por fin estaba siendo ella misma con las demás hadas del reino. Parecía más confiada, más amable, más humilde, con más simpatía. Parecía que las decisiones del hada anciana no sólo eran sabias, sino también mágicas, orientadas hacia el bien. Pero como ya dije, el reino de las hadas aparenta ser un lugar bello, lúcido y armonioso, más en su interior existe maldad oculta, y ésta maldad puede apoderarse de las hadas: las hadas vulnerables.

   La princesa joven, que había perdido frente a Lizsandrée, guardaba mucho odio, recelo y envidia hacia ésta, y viendo cómo con el pasar de los meses Lizsandrée se convertía más y más en la favorita del reino, sus celos crecieron y crecieron. Crecieron tanto, que un día decidió ir a las profundidades del bosque, donde la oscuridad reinaba y las hadas malignas asechaban. Estando allí, se encontró cara a cara con un hada bruja, y cegada por la maldad, hizo un trato con ésta.

   La princesa prometió al hada bruja veinte de las más puras hadas del reino para que ésta absorbiera su vitalidad, y a cambio la bruja pondría una maldición sobre Lizsandrée que la hiciera la más horrible en todo el reino de las hadas.

   Hecho el trato, con un mechón de cabello de Lizsandreé obtenido de manera desconocida por la princesa, la bruja puso una maldición sobre Lizsandrée.

   Pasaron los días y la maldición empezó a hacer efecto. Lizsandré descubrió una mañana escamas babosas cafés y que producían mal olor cubriendo todo su brazo derecho, y día tras día estas escamas fueron cubriendo más y más partes de su cuerpo. También le empezaron a crecer cuernos parecidos a los de una cabra, y empezó a jorobarse. Lizsandrée no entendía nada de lo que le ocurría.

   Las demás hadas del reino, preocupadas por la aparente enfermedad que padecía Lizsandrée de repente, acudieron al salón real a hablar con la reina, y pidieron ayuda para Lizsandrée.

   La reina se reunió con el hada «enferma», y al ver el aspecto que tenía, y los rasgos que presentaba, supo de inmediato que se trataba de una maldición.

   Las maldiciones no tienen cura, no tienen remedio ni tienen anulación, así que no había nada que se pudiera hacer para ayudar a Lizsandrée. Al final, ésta terminó convirtiéndose en una especie de gárgola fétida que hacía ruidos de cerdo, y todo el reino estaba atónito con lo ocurrido.

   Un día el salón real fue atacado, y quien lo hizo fue nada más y nada menos que el hada bruja que puso la maldición sobre Lizsandrée. Al aprisionarla, la reina preguntó a la bruja que cuáles eran sus razones para haber cometido tal ataque, y entonces la bruja respondió que la princesa joven nunca cumplió con su parte del trato, que después de ella poner la maldición sobre Lizsandrée, nunca obtuvo sus veinte hadas puras.

   La verdad había sido revelada, entonces.

   Las hadas son raras, y tienen costumbres, reglas, leyes y juicios aún más raros y extremos.

   La princesa joven fue incinerada en la plaza real frente a todo el reino junto a la bruja como juicio final de la corte real, sin importar el dolor que esto causara a la reina. Las hadas son muy firmes con sus leyes.

   En cuanto a Lizsandrée, ya hemos visto que en el reino de las hadas no existen «cuentos de hadas», como los que cuentan a los niños, en los que hay finales felices. Así pues, Lizsandrée llegó a la etapa final de la maldición, la cual terminó convirtiéndola en piedra, petrificando así para siempre su horroroso aspecto.

   Miles de flores de todo tipo, olores y colores reposaron alrededor del lugar donde Lizsandrée se convirtió en piedra, y el reino de las hadas vivió en la tristeza esa temporada.

   La princesa joven nunca logró opacar la belleza de Lizsandrée, y por más que quiso recuperar la atención del reino, sólo consiguió ser incinerada.

   Lizsandrée, quien nunca quiso atención ni estaba interesada en dañar a nadie, pasó a la historia de las hadas como el hada más hermosa que haya existido jamás en todo el reino. Incluso después de su muerte, con todo y su horrible aspecto, se convirtió en un hermoso recuerdo.

   Los mal intencionados no llegan lejos, y nunca obtienen más de lo que merecen, y lo que merecen casi siempre es la pena de la infelicidad. Los que sólo son ellos mismos, y se enfocan en sus asuntos sin interés en afectar los asuntos de los demás, siempre obtienen lo que buscan, y además se encuentran con gratas sorpresas.

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¡Eso ha sido todo!

Muchísimas gracias por leerme. Espero hayan disfrutado de la lectura tanto como yo lo hice al escribirla.

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Les deseo a todos lo mejor en éste día y,

¡nos vemos pronto!

Elieser Urbano.