Mi regalo en el cielo | Relato

in #spanish5 years ago (edited)
Debo confesar que soy de las personas que suelen extasiarse observando el cielo nocturno... pero nunca había observado las estrellas como aquella noche de julio.

"Ojo del Universo" por Valery Rybakow

Hacía 76 años que el amigo de un hombre, que de estar vivo tendría 119 años, había partido intempestivamente; y ese hombre a sus 43 años, solo vivió un año más, en el cual esperó noche tras noche su regreso o alguna noticia de él, por parte de buenos observadores.

Pero ni una cosa ni otra ocurrieron, y así partió de este plano, muy probablemente en un viaje intergaláctico o multidimensional, en el cual quizás se haya topado con su amigo, retribuyendo de esa manera la visita, compañía y amistad que ese pequeño ser le había brindado, pues la amistad entre ellos había sido corta, pero intensa e inmortal.


El pequeño amigo, conociendo el apego que este tipo de relaciones genera, antes de partir, le había dejado un regalo que los mantendría conectados, y el cual el hombre quiso compartir con todos los que supieran observar. Pero pocas personas sabían observar, incluso yo tampoco sabía hacerlo.

Su regalo estaba en el cielo, en esas mismas estrellas que yo miraba todas las noches... De manera consoladora, la noche de su partida, el amigo le había dicho:

"Contempla de noche las estrellas... amarás contemplar todas las estrellas... Todas ellas serán tus amigas... cuando contemples el cielo, en la noche, porque yo habitaré en una de ellas, porque yo reiré desde una de ellas, entonces será para ti como si rieran todas las estrellas. ¡Tendrás tu solo, estrellas que saben reír." 1

El secreto de observar, decía el hombre centenario, consistía en algo muy simple, dejar de ver como hombres adultos y observar con ojos de niño; pues su amigo le había enseñado que debemos volver a la infancia, porque la niñez siendo una etapa pasa, mientras que la infancia, siendo un estado, puede permanecer en el corazón del hombre hasta su muerte.


Cosas tan simples como esas no pasaban por mi mente analítica y estructurada; así que solía mirar al cielo como buen representante de la legión de las personas mayores, identificando constelaciones, nebulosas, estrellas conocidas, meteoritos o estrellas fugaces, extasiado en mi conocimiento.

Pero esa noche de julio, como no había ocurrido en una buena cantidad de años, se abrieron mis ojos de niño, y un mundo de maravillas se desplegó frente a mí; el brillo de las estrellas se tornó como luciérnagas en novilunio y en cada destello se dejaba sonar un cascabeleo armónico, la canción y el sonar del universo, y comenzaron a reír todas las estrellas junto a mí. Mi cuerpo se estremeció y mi piel se erizó, y supe que él, ese pequeño amigo, estaba a mi lado o mejor dicho, dentro de mi, rejuveneciendo todo mi ser, devolviéndome mi infancia perdida.

Toda la noche la pasé junto a las estrellas y junto a ese amigo. Las enseñanzas que había dejado, y de las que alguna vez había oído, cobraron vida para nunca más apartarse de mi: el verdadero concepto de la amistad, que no requiere cantidad sino tiempo de calidad con los pocos amigos que sepamos cultivar y con quienes realmente nos hayamos "domesticado", es decir, aquellos para quienes somos útiles y con quienes generamos vínculos que trascienden el tiempo y la distancia, que a fin de cuentas solo son manifestaciones imperfectas de una realidad superior; pero, sobre todas las cosas aprendí que el exceso de adultez nos ciega y no nos deja ver la realidad tal como es.


Hoy en día no dejo de mirar el mundo desde una perspectiva infantil, casi ingenua, que me permite disfrutar a plenitud las cosas y los placeres sencillos, sin pretender entenderlos, analizarlos o concienciarlos. Están ahí para deleite de todos los que sepan observar, libres de prejuicios y limitaciones de la mente, observar como los niños que llevamos por dentro y hacernos así acreedores del cielo; porque, como dijo el maestro Jesús de Nazaret...

"De cierto os digo que si no os convertís y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos" 2


--Texto de mi autoría E.Rivera--
Relato basado en el libro "El Principito"

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FUENTES
1ANTONIE DE SAINT-EXUPERY, nació en Lyon (Francia) el 29 de julio de 1900 y escribió "El Principito" en el año 1943, partiendo un año después en un viaje sin retorno el 31 de julio de 1944.

2BIBLIA, Reina Valera 1960. Mateo 18:3

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