Elvis Presley y los Blues del Chupansangre (continuación I)

in #spanish6 years ago

Este post concierne a la traducción de la segunda parte del cuento de Matt Venne "Elvis Presley y los Blues del Chupasangre", extraído de la antología de cuentos de terror humorístico "Blood Lite".

II. LA NECESIDAD ES LA MADRE DE LA INVENCIÓN.

El Coronel estaba molesto.

¿Cómo carajos se suponía que iba a hacer alguna otra película si no podía exponerme al Sol? El problema completo era: yo manejando un carro de carreras o una motocicleta o un bote de carreras, añadido a un lugar elegante (Hawaii, Acapulco, Florida, Arabia, lo que se les venga a la mente), y-¡voilá!-dos semanas después tienes una película de mí.

Pero eso fue sólo una PV: una pre-visualización. Algunos de los compañeros de la mafia de Memphis tomaron como un chiste el hecho de que me hubiese convertido en un maldito vampiro, pensaron que era muy divertido llamarme “Velvis, el Vampiro Elvis”. Eso podría haberles parecido gracioso, pero no para David, Jerry, Red o Lamar y el resto de los chicos-ellos estaban acostumbrados a este tipo de mierdas locas todo el tiempo.

El vampirismo sólo era otra de esas cosas “únicas en la vida” que agregar a su vieja y enorme lista de cosas “unicas en la vida” que les habían sucedido mientras salías a disfrutar con tus compinches. Ademas, ¿qué iban a hacer? ¿Retirarse? Les he pagado mucho dinero, casas, Cadillacs y todo ese tipo de mierdas. Ellos aprendieron a cómo lidiar con el Gran Elvis siendo un vampiro-con sonrisas en sus malditas caras. Pero, con el Coronel era un asunto diferente. Todo lo que veía ese gordo viejo era el final-y no había manera de que yo estuviera en un lugar haciendo películas desde que la luz del Sol le hizo algo asqueroso a mi piel. Veinte segundos afuera en el Sol y mi maldita carne empezó a derretirse.

Pero, la verdad sea dicha, estaba un poco aliviado. Estaba cansado de las películas de cualquier modo, y mientras pudiéramos mantener fuera de la prensa todo lo relacionado con lo del vampiro (no se imaginan cuánta mierda fue dejada de lado) esto no sería demasiado difícil. Estaba contento de tener un descanso. Treinta y una películas era mucho trabajo cinematográfico, nena-el único problema era que veintiocho de ellas eran basura. Pero aunque mi cuerpo de trabajo en la movida cinematográfica puede ser bien descrita como “cantidad sobre calidad”, bueno o malo, muy pocas personas han hecho más películas que yo.

Era hora de que un nuevo capítulo de mi vida empezara.

Velvis le había dado vuelta a la página.

Así que mientras el Coronel resolvía cómo mantener el Tren Velvis en marcha, los chicos y yo comenzamos a buscar la manera de que todo esto de la “criatura de la noche” funcionara para mi. A decir verdad, no fue difícil hacerlo. Yo esencialmente había cambiado las noches por los días hace años, estando despierto toda la noche y luego durmiendo todo el día, así que solía ser como una lechuza, y todas las tiendas y restaurantes y cines en todo el país se mantendrían abiertos toda la noche para Elvis Presley y algunos de sus amigos con tan sólo una llamada telefónica.

Francamente, un vampiro nunca la había tenido tan fácil.

Pero, claro, habían algunos problemas físicos que afrontar-como que el momento en el que iba a la cama no era otro, sino cuando el Sol salía (sin importar que, como de costumbre, había estado toda la noche adentro): la luz atravesó las ventanas en Graceland como un indomable caballo salvaje, y tuve que protegerme usando como defensa algunos fanáticos desmayados mientras los chicos se mataban para tapar todas las ventanas con las cortinas y mierdas como esa. La noche siguiente tuve a David, Lamar y Red colocando un montón de papél metálico sobre las ventanas para bloquear la luz solar para cuando se hiciera de día-y fuimos muy felices al descubrir que funcionaba perfectamente.

En unos pocos días la casa entera estaba cubierta con esa cosa, y yo estaría disgustado si no tomaran Graceland como el tesoro vampiro más sofisticado que hayan visto. El papel metálico vino a ser una especie de hábito preventivo para mi, así que si yo tenía que manejar a cualquier parte durante el día los chicos cubrirían de papel metálico todas las ventanas del auto la noche anterior. Lo mismo pasaba con todos los aviones y habitaciones de hotel y cualquier otra espacio yo podría necesitar usar durante las horas del día.

Y tuve también que dejar de usar los crucifijos con los que estaba tan encariñado, porque ellos hacían que mi piel se quemara.

Una vez fue horrible, mi pecho empezó a humear, y Soony tuvo que echarme un extinguidor para controlarlo. Pero, como mi mamá, Gladys, siempre quería lo mejor para mí, eventualmente convertí lo desgradable en algo positivo. Yo tenía a Lowell Hays, mi joyero, en Bervely Hills diseñandome un montón de cadenas TCB para usarlas en lugar de los crucifijos, puesto que éstas vinieron a definir mi estilo personal y sentido de invidualidad mejor que lo que hacían esos viejos y desaliñados crucifijos. Demonios, para ese punto de mi vida no estaba incluso seguro de que el viejo Barba Gris existiera ya, y la cosa del TCB lucía mucho más inclusiva.

Otra cosa dura era acostumbrarme a los antojos. Dios todopoderoso, cómo quería chupar algo de sangre. Y lo intenté una vez, pero me hizo vomitar todos los waffles, y salsa y chicharrones y chupetas desayunadas antes. Nunca pude acostumbrarme a morder el cuello de alguna chica-y estaba muy seguro que no iba morder el cuello de ningún tipo.

Pero, tener todo el dinero del mundo te permite ponerte creativo-que es de donde los rumores de droga comenzaron. Decidí que tendría a mi buen amigo el doctor Nick para inyectarme sangre una vez cada dos días más o menos. Eso combatió el infierno de chupar sangre, y me permitió prevenir el hecho de convertir a alguien más en vampiro, algo que sería un dolor en el culo para alguien sin mis recursos.

El único problema con las inyecciones-aparte de los rumores de droga-fue que hicieron que me hinchara después de una mala trasfusión algunos años atrás. ¿Creían que no sabía que me había puesto gordito, nenes? ¿Creen que si sólo fuera cuestión de reducir el consumo de hamburguesas no lo hubiese hecho? Vamos, denle algo de crédito al Rey. Las trasfusiones de sangre tenían un costo, pero era la única forma de evadir comerme a un pobre bastardo, así que seguí con eso-independientemente de si me hacía gordo o no.

Pero ahora sólo estoy siendo un quejón; sintiendo lástima por mí mismo. La verdad es que, todo el asunto del vampiro era genial. Estaba buscando ser delgado y bestial, perdiendo peso más rápido que lo que una puta perdía su pantaleta, además de aumentar mis habilidades físicas. O sea, vamos a admitirlo: antes de que me convirtiera en una vampiro, no era exactamente el más grande maestro de karate en el mundo. Si, lo intenté mucho, y practicaba todo el tiempo (incluso le pagué un mierdero de plata a Ed Parker y Kang Rhee para hacerme un cinta negra de primer nivel), pero ustedes vieron esa películas donde intenté mostrar lo que tenía-películas como Blue Hawaii o Speedway-y como ustedes pudieron ver: no fui del todo natural.

Ahora miren la grabación de mi actuación en el concierto de Las Vegas-después de haberme “transformado”: soy como un gato diferente en el escenario, nene. Soy el Hombre-Tigre. Soy ligero y rápido y capaz de doblar una de mis piernas para un lado, mi torso para otro lado y mis brazos aún para otro. Mi fuerza y destreza eran sobrehumanas. Literalmente. Y por uno o dos años, estuve agradecido de ser un nesferatu.

El Coronel sabía que la única forma que había para que el tren se mantuviera en marcha era que yo, de alguna manera, me presentara ante un público en un ambiente controlado, donde estuviera fuera del alcance de la luz solar, y en un sitio encerrado todo el día si fuese necesario.

¿Les suena familiar?

Ya lo dijiste, hermano: ¡Las Vegas! De hecho.

Era perfecto, realmente. Como mi peluquero, Larry Geller, solía decir: la necesidad es la madre de la invención.

Nunca hubiesemos tocado en Las Vegas todos esos años si no fuese porque era necesario mantenerme fuera del alcance del Sol. Pude hacer otras treinta películas, y nunca hubiese tenido ese gran casi último (“penúltimo” para todos esos artistas allá afuera que piensan que no tengo un buen vocabulario) capítulo de mi vida antes de que la infamia llegara. Así que, no lo sé, aunque el tiempo en el que estuve en Las Vegas me trajo terribles casos de chupasangre, estoy agradecido por los obstáculos en el camino que me condujeron allí. E incluso siendo todo el asunto de vampiro lo que me condujo a un temprano retiro, estoy feliz por la experiencia vivida.

¿Las presentaciones? Estuvieron Malditamente Geniales, con un malditamente con m mayúscula. Revisen los cintas-se darán cuenta que lo que les digo es verdad. Así como nos aseguramos que mi micrófono no estuviese hecho de plata y el servicio a la habitación no le pusiera ajo a mis hamburguesas. Era un sacude-pelvis, usa-guirnaldas, besucón, sexy hijo de perra. Un completo objeto de lujuria si alguna vez había habido uno.

Pero… una cosa muy graciosa empezó a suceder durante las presentaciones. Realmente no lo puedo describir como otra cosa, sino como que empecé a tener algo como… un sentido arácnido sobre los otros vampiros a mi alrededor (Por cierto, el Hombre-Araña era mi segundo comic favorito, justo después de Capitán América). Maldición, me encantaba el Capitán América...inclusive tuve a Bill Belew diseñandome un escudo o algo que pudiera llevar al escenario, pero la opinión de los precavidos prevaleció y eventualmente lo dejé).

Este Sentido Arácnido-era realmente extraño. Yo hacía mis cosas en el escenario, y de un momento a otro, yo comenzaba a tener esta… esta… sensación de zumbido. Como si me hubiese tomado un tarro de café con el estómago vacío. Tuve que parar de mover mis nalgas por un momento para recuperar el balance, y la primera vez que me sucedió, miré entre la multitud, y me enfoqué en un grupo de cabrones sentados en los puestos baratos. Ellos me sonrieron como sabiendo algo-y ahí fue cuando noté sus colmillos.

Ahora, para que sepan, no yo estaba de acuerdo con lo de los colmillos. Sobretodo por el Express de las Vaginas. Porque, a ver ¿colmillos? Nada atractivos, nene. En lo absoluto. Así que como se encargaba de peluquiarme y de mi aseo personal, Larry Geller también empezó a limar mis dientes cada dos o tres días. De nuevo, como todo lo demás, no fue un gran problema. Sólo lo hicimos parte de la rutina: peluquedao, manicura, pedicura, dientecura. Nos dimos cuenta que un pedazo áspero de lija cumplía el objetivo, y si realmente estabamos en un aprieto, una lima de uñas también funcionaba.

Pero, ¿esos vampiros en los puestos baratos? Ellos estaban viviendo la vida vampira y estaban malditamente orgullosos de ello. No se esforzaron en lo más mínimo para ocultar sus colmillos-al menos no de mí-y aunque de inmediato me di cuenta que ellos no querían lastimarme, me preocupé al leer los periódicos del día siguiente. Encontré que unos adolescentes habían sido hallados muertos, sus cuellos desgarrados como si hubiesen sido atacados por animales salvajes, sus cuerpos sin sangre.

Sabía que esos chupasangre que vi en mi espectáculo eran los responsables, y me sentí, además, culpable de ser uno de ellos. Empecé a imaginar si había algo que hubiese podido hacer por esos pobres jóvenes. Traté de sacarlo de mi mente y continuar con las presentaciones. Pero mi entido arácnido (o vibra vampira como los chicos y yo empezamos a llamarlo) siempre me recordaba el estilo de vida que estaba llevando. La vibra vampira podía aparecer y desaparecer de acuerdo a cuán cerca estaba yo de un vampiro o cuántos de ellos había alrededor, pero-así como con mi entrenamiento de karate-mientras más estudiaba la vibra vampira, más en sintonía me sentía con ella… antes que me diera cuenta, había más vampiros de lo que pensaba rodéandonos todo el tiempo.

Un ejercito completo de chupasangre nosferatu.

Un país de vampiros, si así lo quieres ver.

Como todas las cosas en la vida (especialmente para tus compinches), después de un tiempo en Las Vegas la rutina se tornó un poco...rancia. Aparte de hacerme más consciente de los vampiros, había cierto trasfondo oscuro en las actuaciones después de un tiempo. ¿Un resumen de todo esto? Me aburrí, nene.

Toda la cosa empezaba a sentirse un poco vacía. Claro, Sammy Davis Jr., Liberace, Tom Jones, Barbra Streisand, Kris Kristofferson, Brain Wilson y Muhammed Ali y todas esas celebridades, varios peldaños debajo de mi, vendrían, se divertirían, hablarían y cantarían conmigo en el penthouse después de las presentaciones (ninguno de ellos estaba ni remotamente enterado de que yo era un chupasangre) pero… no lo sé… todo se volvió...bueno… anticuado.

Empecé a resentirme de la vida a la cual me llevo todo esto de ser vampiro. Anhelaba dejar el espectáculo de Las Vegas, quizá una o dos películas más en algún exótico lugar, y luego jugar un partido de fútbol americano con los chicos en el césped detrás de Graceland, el Sol de las tardes hornéandonos hasta ponernos marrones.

Pero ya no iba a haber más de esos días. Todo porque un marica vampiro había chupado mi maldito cuello. Demonios, unas semanas después de preocuparme por esto, me di cuenta que estaba absolutamente harto. Las cosas comenzaron a ponerse complicadas una noche en la suite de mi penthouse. Era de madrugada, el momento más solitario del dia, entre las tres o cuatro de la mañana. Todos los que habían regresado a sus dormitorios se habían desmayado hace rato, y el Sol no saldría sino hasta en un par de horas. Me sentí como Charles Heston en la película The Omega Man; me sentí como el último hombre vivo en todo el maldito planeta. Fui a mi ventana, abrí las cortinas para tener una bonita vista del mundo allá abajo. Ver el planeta tan sólo y tranquilo me lleno de tristeza y me hizo sentir feliz al mismo tiempo. Me sentí en paz e inquieto. Era un humano estúpido en ese momento (al menos, tan humanamente estúpido como un vampiro podía ser) hasta que sentí una explosión de la vibra vampira tan fuerte que casi me noqueó.

Eché un vistazo hacía un callejón oscuro en las calles de abajo. Mi atención se dirigió hacia una riña distante. Observé por un momento, queriendo ver que pasaría, y rápidamente distinguí una vieja fornida corriendo para escapar de un grupo de tipos que tenían mala pinta.

Había algo en la vieja que mi hizo recordar a mi mamá. Sentí pena por la vieja mujer, y me sentí muy asustado cuando vi que los tipos que la perseguían abrieron muy ancho sus bocas…

Demasiado ancho… demasiado familiar… entonces ellos se precepitaron sobre ella.

Indefensa, la vieja no pudo hacer nada, pero dejar que ellos se alimentaran de ella. Las piernas regordetas de la vieja se retorcian espasmódicamente cuando ellos la lanzaban en contra de un contenedor de basura y chupaban su sangre.

Y no contribuyó al asunto, cuando unas semanas después miré por mi ventana y vi a la misma vieja regordeta deambulando por el lugar, confundida como una dona en una charcutería, arrastrando los pies por sangre, por la cosa roja, pero sin los malotes de la otra vez y sin saber cómo obtener un poco.

Retorcido.

Fue como ver a mi mamá reencarnada en algún loco chupasangre. Me sacó de quicio. ¿Esos vampiros hijos de puta? Todos ellos estaban arruinando vidas a diestra y siniestra, sin importarles en absoluto los derechos de la gente y la bien vista honradez Estadounidense. Entonces, advino a mí, un “momento de reflexión”: si, seguro, todo lo estaba haciendo bien, cuidando mis asuntos y toda esa mierda. Pero, mírenme.

Miren lo que el vampirismo me había hecho por debajo de mi perfecta imagen pública: yo era un desastre, y lo sabía. Cilia y yo nos habíamos separado hace unos años atrás, y difícilmente volví a ver a mi pequeña chica debido a lo que la vida de vampiro me había obligado a ocultar.

Esos idiotas habían arruinado mi vida-al menos, fue lo que terminó de cagarla. Entonces fue cuando-justo cuando, justo cuando malditamente allí-decidí hacer algo al respecto. Decidí eliminar a cada uno de esos sanguijuelas. Decidí convertirme en una aplanadora, nene, y aplastar todos sus mugrientos traseros.

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