La fe responde a la confianza o convicción por parte de las personas acerca de que un evento o situación se materialice en un lapso de tiempo determinado. Es decir, más alla de que algo aún no haya ocurrido, existe predisposición respecto a qué ocurrirá. Este es un término que tiende a tergiversarse con un matiz exclusivamente religioso, cosa que no es tan así, ya que la fe lo que busca es una base por medio de la cual sea capaz de sustentarse, y que si bien un ejemplo de ello puede ser un Dios o fuerza mayor, este es solo uno entre varios posibles.

Otro ejemplo puede ser que la persona crea en el destino y que por ende posea la plena certeza de que va a lograr sus objetivos de vida. Aún no los logra, pero existe un sustento sobre el que se sostiene la creencia acerca de que lo hará: El destino.

Sea cual sea la base de la fe, esta se encuentra estrechamente ligada con la probabilidad. Y es que no es relevante lo remota, significativa o altamente posible que esta sea, ya que más alla de estas variaciones, todas guardan un principio en común: Están en la capacidad de materializarse.

En este sentido, la fe es sumamente importante en el marco del proceso de obtención del éxito. Debe existir un elemento, una figura o creencia que aporte la convicción indispensable con la que debemos contar para lograr ser exitosos. Por ende, juega una importancia vital que la interioricemos en lo más profundo de nuestro ser y que la reflejemos hasta en la acción que consideremos menos relevante dentro de nuestro día a día, después de todo, ¿quién sabe? puede que por los pequeños detalles pase la clave para dar con nuestros objetivos de vida, y por consiguiente, para alcanzar el éxito.