No empañes con tu suspicacia el cristal de la honestidad

Estamos tan acostumbrados a que nos mientan que cuando alguien viene y nos abre su corazón con tanta transparencia y cristalinidad nos sorprendemos y a veces, sin querer, lo empañamos con nuestra desconfianza y suspicacia. George Orwell escribió una frase que dice: "En una época de engaño universal, decir la verdad es un acto revolucionario". Yo la haría mi propia versión o la adaptaría a las relaciones humanas de amistad, amor o familia: "En una época de fachadas y mentiras, actuar y sentir con honestidad es un acto que no todos pueden percibir con claridad".

Justo por lo que decía anteriormente, nuestros ojos y alma están empañados de tanto engaño, no solo del que nos han hecho, sino también, en algunos casos, del que nosotros mismos hacemos a otros. Por eso, el famoso refrán aplica acertadamente a esto último: "Cada ladrón juzga por su condición", y en ese caso solo filtramos con nuestros paradigmas; estamos acostumbrados a mentir, por eso no podemos creer que otros sean honestos y puros con nosotros.

Pero más que centrarme en esos pobres seres mitómanos, engañadores y sin sentimientos, me quiero enfocar en esos seres de alma sensible pero que han sido lastimados y rotos por otras personas sin escrúpulos que solo saben mentir, engañar, ilusionar y que no conocen otra manera de relacionarse con otros seres humanos sino a través de la falsedad y desnonestidad. A esos seres nobles y puros que se encandilan con tanta sinceridad y que les cuesta creer que alguien sea diferente, transparente, cristalino, brillante y que habla con la verdad. A esos seres les digo: cree. No lastimes el corazón de otros con tu desconfianza. Que te mientan lastima, pero que no te crean también. Cuando alguien te entrega el alma con todo lo que ello implica, cuando es vulnerable y no le importa que lo lastimen, créele. A ese que es congruente y que hasta los momentos nunca le has descubierto una mentira, créele. A ese ser que se ha mantenido tanto tiempo a tu lado y te ha dado lo mejor, créele.

Puedes pensar, "pero ¿y si me falla, si me miente y al final todo es una mentira?". No importa, sufre, llora y pasa la página. Afuera hay gente que si vale la pena, no dejes de creer porque alguien te mintió. No rechaces toda una cesta de manzanas solo porque una está podrida. Porque tan absurdo es el ser muy crédulo y confiar en todo el mundo, como el ser un suspicaz y desconfiar de la misma cantidad.

Hoy recuerdo una frase que cuando la leí la primera vez no la entendí, y me viene a la mente porque creo que aplica a esta reflexión.

"Hay en el mundo cuatro tipos de personas: los enamorados, los ambiciosos, los observadores y los imbéciles. Los más felices son los imbéciles".
H. Taine.

Entendiendo, según el diccionario El Pequeño Larousse, como imbecilidad al retraso mental definido por un cociente intelectual comprendido entre 20 y 50, y una edad mental situada entre los 2 y 7 años en la edad adulta y al imbécil como una persona tonta. ¿Te estoy queriendo decir que debes ser tonto? Pues sí, en ocasiones hay que ser un poco tonto, la frase es cierta en algún sentido: los tontos, los imbéciles son como niños, y los niños son crédulos y confiados.

Seamos como niños, regresemos a esa hermosa etapa de creer en las personas. No permitamos que las traiciones nos moldeen. Más bien hagamos como dice el poeta mexicano Amado Nervo:

Yo no te digo que el amor no haga daño; lo que te digo es que estoy dispuesto a amar mientras viva, siempre.

Sí querida, sí querido, estemos dispuestos a amar y confiar siempre, aunque duela. Es mejor caminar por la vida confiando y sabiendo que podremos superar cada traición, porque a quien la vida le pasará factura es al mentiroso, no a ti; a caminar asustado, estresado, ansioso y desconfiado creyendo que todo el mundo nos quiere lastimar o que todo el mundo es igual de deshonesto.

Encontremos el equilibrio entre ser muy crédulos y obsecadamnte suspicaces. La tristeza y el dolor es parte la vida, no los evitemos. Solo vivamos intensamente cada alegría, ira, tristeza, miedo o sorpresa. Cada vergüenza y cada desprecio, cada amor y cada despecho.

Si pudiera resumir en una frase todo lo que he escrito diría lo siguiente: "No empañes con tu suspicacia el cristal de la honestidad de un alma pura". Ama aunque duela, cree aunque te engañen. Vive intensamente aunque algún día tengas que morir.

Original G. S. Bilbao

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Fuente 1 Fuente 2

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Gary Samuel Bilbao

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