La laguna de los cuises

in #spanish5 years ago


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laguna de la provincia de Buenos Aires

Como en tantos lugares de la húmeda pampa de la provincia de Buenos Aires hay un pueblito de mala muerte, apenas unos 500 habitantes si contamos los perros. También como muchos lugares alejados de los grandes centros urbanos el pueblo se muere de a poco, las luces de la gran ciudad encandila a los pocos jóvenes que aún lo habitan y pese a las innumerables anécdotas y experiencias de aquellos que se fueron en busca de un futuro mejor y terminaron peor de lo que estaban, todos anhelan irse porque ellos "no son como los demás y van a triunfar".

Pero el pueblo “San Jacinto de los Hornos” no siempre fue así, hubo épocas mejores donde los habitantes eran más y bastante prósperos, viviendo de lo producido en sus chacras donde se sembraban varios tipos de legumbres, hortalizas y frutas, se criaban cerdos, ovejas y hasta alguna vaca. De pronto el ferrocarril dejó de pasar y ya nadie podía enviar sus productos a los alejados mercados y si bien se intentó algún tipo de organización con camiones el costo del envío era tan grande que las ventas disminuyeron tan dramáticamente que era preferible tirar el excedente a tratar de mandarlo al mercado, hicieran las cuentas que hicieran siempre terminaban perdiendo plata.

En el afán de describir la situación del pueblo olvidé mencionar la laguna, está a 6 kilómetros de la calle principal suponiendo que la polvorienta “Av. De los Justos” pudiera llamarse principal por el hecho de contener a los 5 o 6 comercios del lugar y ser lo bastante ancha como para que los domingos los pocos que tienen vehículo den “la vuelta del perro” a falta de una diversión mejor.

El estanque es grande y llena de vida, en verano un sector se utiliza como balneario y todo el año es frecuentada por el piberío que caza, pesca y pasa largas horas divirtiéndose y jugando los juegos que los niños que no tiene televisión pueden inventar.

A pocos metros del espejo de agua estaba el rancho de Jacinto, un viejo gaucho que siempre estuvo allí. Vivía solo porque su compañera había muerto hacía muchos años, pero tenía una hija que lo visitaba cada tanto, venía con un niño, su nieto. En esos momentos dejaba todo y solo se dedicaba a su familia.

Cuando estaba solo se acercaba a los pibes que frecuentaban la laguna, siempre cordial y jocoso, le gustaba contar anécdotas y los niños lo escuchaban fascinados. Uno de sus más reconocidos relatos y que repetía seguido era el de los cuises, esos pequeños roedores parecidos a las ratas pero sin cola que estaban por todos los alrededores de la laguna, se observaban sus cuevas a simple vista y cada tanto alguno se dejaba ver pese a que son muy tímidos y asustadizos.

Jacinto tenía una relación especial con los cuises, según contaba, si alguien llegaba a tocarlos inmediatamente se morían, probablemente de miedo. Por supuesto que era difícil de comprobar, tanto como llegar a tocarlos. En algún momento los chicos que frecuentaban la laguna quisieron cazarlos pero Jacinto se puso firme y no los dejó. Solo les permitía cazar muy de vez en cuando algún pajarito, no le gustaba pero lo toleraba, a medias. Pescar sí, no tenía inconvenientes con eso y de hecho él también lo hacía. La laguna rebosaba de peces: tarariras, pejerreyes, bagres, parecía una fuente inagotable pero Jacinto la cuidaba mucho, cuando alguno venía con redes lo sacaba corriendo. Solo tanza y anzuelos, tampoco demasiados, nada de espineles ni cosas raras que permitiera extraer en cantidad de una sola vez, el gaucho Jacinto cuidaba esa laguna como si fuera suya.

Pero en algún momento se puso muy triste, ya no visitaba a los niños que iban a la laguna, no cuidaba y principalmente había dejado de contar sus anécdotas, parecía un alma en pena y hasta había descuidado su aseo. El dueño del almacén comentó que estaba preocupado porque su hija ya no venía, hablaba de irse a vivir lejos, en otro país.

Un buen día Jacinto comentó a varios vecinos que se iba unos días a la capital a despedirse de hija y desapareció. Por mucho tiempo no se supo nada más, los niños lo extrañaban pero más aún parecía que los cuises lo echaban de menos, sorprendentemente se dejaban ver por su rancho, contra toda lógica y discreción se los podía observar a plena luz del día, decenas de esos animalitos apostados en los alrededores de la casa de Jacinto. Alguien vislumbró algo raro, se juntaron los dos o tres de los habitantes más respetados y fueron a ver al policía del pueblo, en conjunto decidieron abrir la casa y buscar alguna pista que permitiera saber dónde podía estar Jacinto.

Les costó tomar la decisión de romper la puerta, era como violar la intimidad de una persona querida y respetada por todos, algo huraño y raro pero decente, trabajador y amigable. Con una barra y haciendo algo de presión la vieja puerta de madera cedió sin oponer mayor resistencia. El olor le pegó de lleno a la comitiva, salvo el policía los demás retrocedieron en medio de arcadas, se quedaron afuera. Juan, la autoridad policial salió a los pocos minutos con la triste noticia que ya todos conocían, en la cama yacía el cuerpo de Jacinto, sin vida desde hacía mucho tiempo.

Juan tenía entre sus manos una carta, la última que escribió Jacinto antes de morir, allí decía que su hija y su nieto se habían marchado a España sin despedirse, enojados por una pelea sin sentido. La vida ya no tenía sentido para el pero por favor nunca le cuenten la verdad a su familia, prefería que les dijeran que murió enfermo.

También decía que lo despidieran de los niños y por supuesto de los cuises.

A partir de aquel momento el pueblo comenzó a morir y hasta los simpáticos roedores fueron disminuyendo hasta desaparecer por completo de la laguna que pasó a llamarse “laguna de Jacinto” y aunque muchos creen que es en honor al nombre del santo y del pueblo, los que recuerdan esta historia saben que esa no es la razón.

La fotografía es de mi propiedad tomada con una cámara Nikon S6.

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Héctor Gugliermo

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@hosgug

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Me gustó el artículo, aunque lamento la situación de los lugareños.

Esperemos que se puedan organizar para hacer algo que les cambie la vida y se queden en ese pedacito de paraíso.

Gracias @carlosgauna, es solo un cuento salido de mi imaginación aunque la situación de los pueblitos del interior del país es real, pero también hay muchos que han sabido sobreponerse. Por ejemplo hay todo un circuito gastronómico por varios pueblos muy pintorescos de la provincia, además de restaurantes hay ferias, museos, paseos guiados. Varios han resurgido y ahora son prósperos.

Bueno por aquí de nuevo leyéndote esperemos a ver que pasa.

Extraordinario post amigo. Encuentro cierta similitud entre el pueblo de tu relato y algunos pueblos en Venezuela, que alguna vez disfrutaron de cierta prosperidad y posteriormente se apagarían poco a poco.
Saludos.

Muchas gracias @manuelgil64. Si, hay similitud con pueblos de toda Latinoamérica, nuestras historias son similares y todos padecemos problemas que pudimos haber resuelto y no lo hicimos.

The scenery is very beautiful and very nice when seen, it looks very peaceful and calm.

Yes, it's a peaceful place.

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