Impotencia | Escritos de una mente desequilibrada II

¡No, escúchame, no tienes que hacer esto, maldición! Por favor, escúchame, ya hice algo malo hoy, no convirtamos esto en algo peor, escúchame, mírame, por favor, no lo hagas. Asesíname a mí, te lo pido, pero no te suicides, el dolor que estás soportando por la muerte que yo causé podrás superarlo, de verdad, no dejes que mis actos condenen tu vida, te amo; no entiendes por qué lo hice, pero lo harás en el futuro, sé que eso va a suceder porque yo soy el que va a morir, el que tiene que morir, tú no, entiéndeme, por favor.

No me puedo mover, no debo hacerlo yo, tú debes hacerlo todo, por muy doloroso que sea, por muy destruido que estés, sin importar que tan destructivo sea para mí saber que moriré bajo las manos de la persona que amo, pero así deben ser las cosas.

Eso es, muy bien, levántate, no dejes que el dolor te distraiga, acércate cada vez más a mí, tú puedes, hazlo por tu hija, la bebé que está durmiendo en este momento al otro lado de la habitación, hazlo por ella, por mi sobrina, es lo único que te queda de mi hermana, no dejes que mi asesinato emborrone todo lo bueno que aún puedes tener con ella, no dejes que en un futuro cuando la veas, y nos recuerdes a los dos en ella, arruine todo lo bueno que puedes vivir con ella, por favor.

No, no hables, no lo hagas, no lo vas a soportar, aún no es momento para ti el descubrir todo lo que sucedió mientras estabas inconsciente, solo acércate lentamente, eso, muy bien. Te lo diré muchas veces aunque no lo quieras escuchar, te amo, quizás por eso mi hermana gemela te amó tanto también, quizás si me hubieras conocido primero a mí, incluso a pesar de ser un hombre, te hubieras enamorado de mí.

¡Maldita sea, acércate! No me puedo mover, tienes que hacerlo, hazlo, por favor. Solo acércate y mueve la palanca que hay a mi derecha, eso acabará conmigo, acabará con todo.

No sé si lo sabías, pero ella sabía que yo te amo, sabía lo desgraciado que era, por eso siempre trataba de emparejarme con alguien más, usualmente hombres que se parecieran a ti, ya sea en el físico, en la mente, o en el carácter, pero ninguno era tú, ninguno me trató como lo hiciste tú, con nadie me sentí tan cómodo como contigo, bueno, eso antes de enterarme que estabas en una relación con mi hermana, por eso te evitaba todo el tiempo.

Por eso tuve que matarla, no estabas destinado para ella, tampoco para mí. No, no te detengas, continúa, debes bajar la palanca, hacer que mi vida termine, y que la tuya junto a tu hija comience; podrán salir de aquí solo si tú bajas esa palanca.

Sí, ella está muy bien, sana, es muy hermosa, se parece a su madre, aunque tiene tu mirada, la mirada que tenías antes de que todo esto sucediera, una mirada hermosa, soñadora, alegre, que nunca estaba velada por la oscuridad o el dolor, como ahora lo está, espero que mirando sus ojos puedas recuperar la tuya. Te amo.

Muy bien, mírame, ahora no importa lo que suceda, apenas bajes la palanca, una puerta se abrirá, debes tomar a tu hija, y salir lo más rápido que puedas, no le pongas atención a tu hombro dislocado, ni a tu pierna sangrante, por favor, hazlo por ella, hazlo por ti, hazlo como mi última voluntad, lo mereces después de haber sobrevivido este infierno.

Te amo, maté por ti, y ahora moriré por ti, te amo. Sé que no te importa, y quizás hasta disfrutes electrocutándome en esta silla para poder salir, pero no me importa, lo hago por ti. Hazlo ya, antes de que sea más tarde y pierdas más fuerza, por favor, hazlo. Ojala logres perdonarme por desangrar a tu amada hasta la muerte, y por hacer que me asesines. Algún día lo vas a entender.