Oculto entre las hojas

in #spanish6 years ago (edited)

Una gota fría cayó sobre su cabeza. Y otra, y otra. Caían en lenta sucesión, una acá una allá, desde las hojas en lo alto. La miraba oculto entre las hojas, admiraba secretamente su caminar distraído, su rostro fresco y quizá, un tanto adormilado por la mañana. Anhelaba contener en sus manos el fuego de sus cabellos y ser el causante de suspiros enamorados.


Fuente - El escenario de los acontecimientos por acá, pasearon nuestros protagonistas


Como todas las mañanas, salió al jardín. Somnolienta pero animada, paseaba con los cabellos atados en sencilla coleta. Caminó entre las plantas, distraída en sus pensamientos, escuchando el rumor de las gotas caer. Jugó con su cabello, susurró una melodía alegre y se sentó, melancólica, junto al seto que limitaba ese raro refugio de verdor.

Conteniendo la respiración, la miró acercarse jugando con su cabello. Cada vez más decidido, la miró soñador sentarse a poco pasos de él, aún oculto de su vista. Era perfecta, alta, de anchas caderas y fuerte constitución; pensaba que sería la madre perfecta para una gran hueste de robustos hijos. Se imaginó rodeado por hijos y con nietos sobre sus rodillas. En su ensueño, la vio, sentada sonriente junto a él con el fuego de su cabello ahora convertido en cenizas.

Escenas de una vida feliz le pasaron por la mente. Se vio cargando por primera vez a su heredero, imaginó las noches ardientes y los rostros abandonados, se vio educando a sus hijos, mirándolos crecer hasta convertirse en grandes hombres. Conoció a sus hijas, bellas y maravillosas como su madre, las vio crecer para convertirse en doncellas de dulce voz y luego, madres atentas de sus nietos.

Pero no lograría nada oculto entre las hojas. Suspiró, amedrentado ante los riesgos pero resignado a correrlos. Se decidió después de mucho intentarlo, pensó en su amor, convirtió en proféticos sus sueños de hijos y nietos. Con un salto, salió de entre las hojas.

Se miraron. Se sentía un poco violento por irrumpir así, sin avisar, en su vida. Ella lo miró extrañada, sorprendida ante su repentina aparición. Abrió la boca para hablar, pero no tuvo tiempo de decir lo que tanto había ensayado porque ella, asustada, corrió lejos, abandonando con largas y elegantes zancadas el jardín.

Fue un duro golpe, se sintió torpe, estúpido. Se desmoralizó, tantos sueños construidos terminaron con su amada huyendo ante él. Avergonzado volvió entre las hojas, deprimido ente la evidencia de ser algo detestable ante sus bellos ojos. Se sintió aún más insignificante que las setas que brotaban acá y allá por el suelo húmedo.

Si no fueras repulsivo, se decía, ¿por qué huyó? Eres un inútil, continuaba mascullando para sí mismo, dispuesto a no detener su autoflagelación. En su amargura se ocultó aún mejor, dispuesto a ahorrarle al mundo el horror del monstruo —él— que hace huir a las princesas.

Ahí estaba, ahogado en la más profunda depresión, escuchando las gotas caer cuando un nuevo rumor lo hizo distraerse de su oscuro monologo. ¡Era su voz! ¡Volvía a él!

La escuchó acercarse, hablando animada. Escuchó otra voz, femenina también. Oculto en lo más profundo, espiaba la conversación sin lograr distinguir las palabras. Volvió con su madre, pensó cuando reconoció la segunda voz. Eso le dio esperanza, le pareció lógico que la huida de hace un momento en vez de ser causada por miedo, fue por emoción. Quizá, lo que interpretó como miedo fue la profunda incredulidad al ver aparecer a un príncipe ante sus ojos. Quizá corrió rauda a buscar a su madre para contarle la maravillosa noticia.

Otra vez esperanzado y esta vez más seguro, olvidada ya la amargura de hacía apenas un momento, se dispuso a mostrarse ante ambas. Las observaba avanzar desde su escondite, caminaban lento, atentas. Sin más, carraspeó suavemente para aclarar la garganta, se deslizó lentamente entre las hojas y se colocó justo por donde pasarían en cuestión de momentos. Se dispuso a recitar de nuevo su petición.

Ellas continuaban ajenas de su presencia, mirando en otra dirección mientras continuaba la animada charla. Él, las esperaba expectante y nervioso cuando al fin distinguió las palabras y escuchó:

—¡Te lo juro mamá, era una rana enorme, salió de un brinco de las matas y se me paró al frente, como si me quisiera hablar!



Publicado desde mi blog con SteemPress : http://jcalero.vornix.blog/2018/10/14/oculto-entre-las-hojas/
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Me gustó mucho tu cuento, @jcalero. Qué bien escrito, con un lenguaje muy agradable y sugestivo, y, sobre todo, un uso excelente de la ironía. Es una magnífica parodia del leitmotiv fantástico de la princesa y el sapo, que logras recrear con maestría. Gracias. ¡Felicitaciones! Saludos.

Sapos, princesas. Supongo que todos hemos estado ahí, contemplando embobados a nuestra princesa personal, soñando e intentando ganarnos un beso. Y bueno, creo que todos hemos sido en algún momento un enorme sapo. Gracias por leer y comentar, se aprecia!

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