Hay que luchar para morir libre de culpa

Tengo amigos con quienes he podido conversar sobre el tema de Venezuela, su situación crítica en lo político y económico, como también he podido recordar los momentos de lucha estudiantil para la integración académica de las escuelas de sociología y de la comunicación social que terminó en cinco congresos de estudiantes en las diferentes casas de estudio donde se imparte estas ciencias.

De mano de los conocedores de las ciencias mencionadas supe que en el 2016 de enero a agosto recibieron a más de 17.000 personas, que son en realidad ciudadanos que se llevaron en su mente el óleo de la libertad. La imagen de la heroicidad republicana que logró deshacer la opresión colonialista. Un espacio que simboliza la lucha por la estabilidad, a la cual hoy más que nunca nos debemos. Una joya arquitectónica, que es democracia y que desde sus facciones neoclásicas logradas por las pretensiones parisinas de Guzmán Blanco (uno de los cuatro reyes de la baraja) pasando por cada detalle que ha sido modificado en el tiempo, retrata el anecdotario de la cotidianeidad política por lo menos de los últimos 150 años.

Como ciudadano, dar apertura sin distinción, a las visitas de lo que es de todos los venezolanos, da muestra de cordura civil, que permite proyectar un sonido de tolerancia y sobre todo, la intención por mostrar que lo que Venezuela es como nación. Esto está determinado por una historia rica en relaciones, correlaciones, conflictos, derrotas y victorias, al contrario de lo que se quiso vender desde 1998 en adelante. Venezuela de una veintena de constituciones, tropiezos y logros; hoy sufre de hambre y desasosiego, pero logrará levantarse como siempre lo hizo, de la mano de los venezolanos que creen en ella. Mirar el tríptico Bolivariano de Tito Salas embriaga de energías para soportar esta crisis de la utopía y creer en la justicia y la libertad venezolana. La lucha no es fácil, pero hay que hacerla para morir libres de culpas.

Muchos venezolanos en apariencia ven que el juego se muestra trancado. Porque no hay atisbos de negociaciones, más la que comentan los optimistas de los partidos político. Pues todo es lo contrario, porque lo que se vislumbra en estos momentos son señales de radicalización.

La salida del tirano es irreversible, y el cese de la usurpación paso a ser la bandera del movimiento democrático de la oposición venezolana, que a estas alturas no se puede permitir ceder o dar el brazo, por lo que significaría su legitimidad frente a quienes apostamos por el cambio de gobierno. En el bando de los autocráticos, el lema es resistir e insistir en la represión como fórmula de guerra. Su posicionamiento es ese, para ellos la realidad es la de una batalla entre buenos y malos, donde no vale norma ni regla que acatar. El rompimiento del estado burgués y el advenimiento del ideal comunista pasa por acabar con la estructura de la democracia liberal. En estos momentos el hambre, la violencia, la inflación no existen sino como consecuencia de esa guerra donde ellos son los buenos.

Los protagonistas de esta película de terror son los demócratas que gritamos y pedimos con clamor la libertad de los presos políticos, las medicinas para los enfermos en los hospitales y la comida para los hambrientos de cada calle del país, y que el régimen los ve como simples soldados del enemigo a quienes hay que matar, a quienes hay que desmoralizar hasta verle arrodillar. Son Ficciones y más ficciones de un régimen que se aferra a su juguete, a su mina de oro y hoy con ironía desesperanza a los ciudadanos para ver rendir a quienes han venido tomando vuelo.

Nuestra nación de la renta fue consumida por la embriaguez de los corruptos que están en el poder. Hoy ellos acuden a la narco-guerrilla como alguna vez lo hicieron sus pares del caribe. Hoy ellos no tienen respeto a la naturaleza, que entregan nuestros minerales sacrificando la estabilidad ecológica; quedándonos más que un mensaje de agonía y violencia.

La resistencia debe mantenerse, porque la calle parece ser ahora el escenario, el temor por la represión y la violencia política queda latente. Quien suscribe sigue esperanzado en el papel de la iglesia católica y la ayuda internacional, porque por ahora en el interior de algunos venezolanos, las puertas se cerraron.

No puedo dar buenas noticias por ahora, pero si les doy un mensaje de esperanzas, de valentía, para que sigamos luchando por esta nación de hombres y mujeres que dieron sus brazos para evitar que la maldad termine de reinar.

Fuerza Venezuela. Fuerzas que si podemos.

Escrito por Jhon A. Romero.-