❀ Las mujeres fuertes de la literatura: AMANDA GOLDSTEIN, de 12 cartas de amor para un desconocido ❀

Hoy culmino mi celebración de las mujeres a las que considero más fuertes en la literatura, esas que me marcaron y me dejaron grandes enseñanzas, inspirándome a seguir adelante.

Fondo Nicole Kidman

Ya les hablé de Sherezada, de Scarlett O’Hara, de Anna Karenina y de Claire Randall, cuatro superheroínas, todas valerosas, decididas y obstinadas. Cada una con sus defectos, tal vez muchos, pero dispuestas a darlo todo por alcanzar eso que tanto habían deseado en la vida. Recibieron lecciones y dieron unas cuantas, sufrieron caídas, pero supieron ponerse de nuevo de pie y continuar sus andanzas, cada quien a su manera.

Hoy les traigo una mujer especial, una creada por mí, a quien le di vida en la novela 12 CARTAS DE AMOR PARA UN DESCONOCIDO, obra que está disponible en Amazon. Todas mis protagonistas tienen algo de mí, son especiales y extraordinarias, pero quiero traer a Amanda en esta ocasión porque ella ha sido hasta ahora la única protagonista que ha existido en una época diferente a la mía: agosto de 1943.

Con Amanda le hice honores a todos esos recuerdos contados por mis abuelos cuando me hablaban de ese “mundo mejor” que a ellos les tocó vivir. Ese tiempo en que los pueblos apenas comenzaban a juntarse, cuando las carreteras y avenidas aún eran trochas para el paso de mulas. Una época en que debías viajar por horas a caballo o en viejos vehículos de madera por vías donde las leyendas andaban a pie, ocultos entre los matorrales. Cuando el dinero no valía más que el honor de la palabra empeñada, cuando unas mejillas sonrosadas eran motivo de escándalo. Ese tiempo que no viví, pero que recuerdo mejor que mi propia niñez porque me lo han repetido tantas veces que parece que fuera más mío que de ellos.

Amanda me permitió recorrer con ella esas horas menguadas, en que solo un puñado de conucos poblaba la falda de una montaña mágica, que parecía tener vida propia. Ella, una chica citadina que escapaba de la guerra, me enseñó a oler las flores sin prisa, a jugar con mariposas y a deleitarme con las maravillas más simples y magnificas de la tierra. Me enseñó a amar la vida, respetándola desde lo desconocido, sin sentir vergüenza por los placeres o por esos ocasionales sentimientos de venganza que nos acosan cuando vemos una injusticia.

Amanda me enseñó a amar a quien no conocía, a esa persona a la que no vemos, pero que a su paso nos dejó impactados con su presencia. Me mostró que la escritura es capaz de exorcizar a los demonios que tenemos dentro y puede comernos los órganos si les dejamos aunque sea un poco de espacio.

Amanda ha sido mi mayor heroína, porque, a pesar de estar en un lugar que no le pertenece hizo suyo cada tramo de ese paraje. Lo conquistó y lo amoldó a sus necesidades, llenándolo de luz. Ella que, a pesar de estar rodeada de un grupo de gente con quien no tenía ningún tipo de relación, e incluso, reflejaban el desagrado que sentían por su persona, las amansó con sus silencios, con su timidez e inseguridades, hasta volverse más fuerte.

Amanda superó la más dura de las adversidades sin perder un solo gramo de su esencia. Se hizo grande en medio del conflicto y amó como nunca a quien solo vio una vez en la vida. Me hizo feliz, no solo durante su escritura, sino desde que la dejé plasmada en esa novela. La convertí en faro y me es difícil olvidarla desde entonces, porque aún ahora, desde su mundo mágico e intangible, sigue acompañándome en mi caminar.

Y tú, ¿has conocido a una heroína igual?

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