Anya y yo siempre supimos que trabajar para el gobierno era delicado, no sabías quien podía perjudicarte, no sabías quien era tu aliado o enemigo y definitivamente no podías confiar en nadie, así que era usual tener unas fuertes dosis de paranoia al día.

La mujer a la que amaba, trabajaba en un importante caso de asesinato en Soliptium, un asesinato poco común, una entidad digital fue capaz de quemarle el cerebro a una humana por lo que esa noticia no le convenía a los creadores de la Udnet, destruiría una plataforma de negocios multimillonaria y en la cual el gobierno de muchos países estaba involucrado.

Muchos sabían que la creación de Udnet estaba en fase beta aún pero ellos la promocionaban como algo pulido y completamente terminado, pero había fallas, errores que podían costarle la vida a un humano y había rebeliones de entidades digitales que se estaban gestando y tomando cada vez más poder, como el famoso Alexei, que en círculos underground estaba dando mucho de que hablar.

Meses de investigación, transformaron a Anya y en un saco de nervios, vivía la mayor parte del tiempo alterada y yo temía por su salud mental.

Yo como agente de la ley y el orden, podía enterarme de cosas que normalmente no salían a la luz pública y un sujeto anónimo cierto día me llamo con un tono de voz modulado:

-Anya está en peligro – me dijo la voz distorsionada y sin previo saludo.

-¿Quién habla? – pregunté nervioso.

-Eso es irrelevante, pero creo que deberías considerarme un amigo, ya que esta conversación puede perjudicarme. Tú y Anya deben de salir del estado y posteriormente del país, agentes gubernamentales mucho más poderosos que tú están buscándola para asesinarla. Ella reveló detalles en su última noticia que no fue del agrado precisamente de estas personas.

-¿Por qué me estas ayudando? – pregunté con desconfianza.

-Porque odio a esta gente y porque no pertenezco a este mundo.

-¿A qué te refieres? – pensé que estaban jugando conmigo.

-Haz lo que te digo, váyanse lo más lejos posible, cambien su identidad, en tu micropad te dejo información de un contacto que puede destruir sus antiguas identidades y comenzar una nueva vida.

-¿Cómo puedo saber que todo esto es cierto? Ni siquiera sé quién eres y porque me ayudas.

-Ya te lo dije anteriormente, porque odio a la gente que quiere perjudicarlos y porque sé que ustedes también pueden colaborar con muchos de mis planes a futuro. Lógicamente, después de esta ayuda que les estoy proporcionando ustedes deberán colaborar. No tengo más tiempo, revisa tu micropad, allí entenderás a profundidad todo lo que te he dicho.

No podía creer todo lo que acababa de suceder, pero tenía el presentimiento de que era algo genuino y peor aún de que Anya estaba en peligro. Mi primer impulso fue llamarla inmediatamente pero no contestaba el micropad. Llamé alrededor de 15 veces pero no lograba conectar y lo extraño es que, así ella estuviese ocupada siempre atendía el micro. Esta vez no fue así. Seguidamente traté de rastrearla por GPS, dándome cuenta que su micro estaba bloqueado y encriptado, en pocas palabras, no era rastreable, por lo menos para alguien con tan pocos conocimientos de cómputo como yo lo era.

Decidí comunicarme con unos colegas que empezaron a realizar una exhaustiva búsqueda por todas partes y contacte con un hacktivista que colaboraba frecuentemente con nosotros en estos casos.

Dos largas horas después, Williamson, el hacktivista, me informó sobre el paradero de Anya, enviándome la dirección exacta al micro.

Recuerdo que las piernas no me reaccionaban como era debido y que se me activó una alarma de alto estrés que inmediatamente apagué porque irónicamente empeoraba las cosas. Mi corazón latía con fuerza y la adrenalina hizo su trabajo, empezó a ralentizar el tiempo y yo me sentía mucho más rápido y con mayores reflejos. Empecé a conducir con vehemencia, no podía permitir que la inteligencia artificial lo hiciese, no sería lo suficientemente rápida, muy al contrario, sería cautelosa y no podía permitirme esa pérdida de tiempo.

Pasaron 20 minutos y llegué al sitio que Williamson me había marcado en mi micropad, un edificio desvencijado con las paredes manchadas de grafitis y obscenidades fue con lo que me topé. Salí corriendo, la puerta derruida estaba cerrada, así que le disparé un par de veces y rompí la cerradura. Entré e inmediatamente me percate de un vaho que inundaba el sitio, como si mucha gente hubiese estado encerrada en este lugar. Pronto me di cuenta que era el típico lugar en donde residían adictos al Blacksnow. El micro me daba indicaciones de la ubicación de Anya, pero algo dentro de mí no quería llegar a ese sitio específico porque sabía que había malas noticias tras descubrirlo.

Anya yacía muerta con un disparo en la garganta y en el pecho, la sangre inundaba todo alrededor, no había espacio en el que no corriera dicho líquido que irónicamente nos daba la vida, pero yo tenía enfrente a lo que más amaba, muerto.

No hace falta pensar mucho en mi estado tras ver esta escena. Ya la había visto muchas veces, pero en este caso, conocía y amaba a esa persona. Cuando esta clase de cosas sucede, la vida se te viene abajo y ya nada más importa, solo queda esa fuerte sensación de venganza...

Meses después de la muerte de Anya, Williamson contactó conmigo, diciéndome que ella estaba viva, a lo que le mandé una maldición para él y todos sus ancestros. Lo cierto es que técnicamente era verdad, la consciencia de Anya fue subida a Soliptium y fue encarcelada en una prisión digital. Williamson amablemente me proporcionó un peligroso contacto con ella, que no podía durar mucho tiempo.

Me acosté en un diván frío, me colocaron el mit en la cabeza para que pudiese entrar en soliptium y pude encontrarme con Anya después de largos meses:

-Anya ¿Cómo estás? – dije como si me estuviese ahogando.

-¿Quién eres tú? – al decir esto me quedé extrañado.

-Soy Ivanov ¿O es que aparento ser alguien más? – le dije con sarcasmo

-No sé quién es Ivanov y no quiero que nadie más me torture, les he dicho mil veces lo que sé, ¿porque aún me retienen aquí? – decía con desasosiego.

-Seguramente le han borrado parte de su memoria Ivan, trata de indagar más acerca de su estado” – me decía Williamson que monitoreaba todo el proceso fuera de Soliptium.

-¿Qué te han hecho Anya? – le pregunté observando su estado de nervios pero no hablaba - ¿Qué ha pasado contigo?

-Siempre vienen los hombres sin rostro y me torturan para que diga cosas de las que no tengo idea – al terminar de decir esto, me enseña sus brazos, cortados y con sangre coagulada – No sé porque confió en ti, pero por favor no me hagas daño.

-Anya, escúchame, tu realmente estás muerta – tenía que ayudarla pero debía darle ese duro golpe primero – Te encuentras en un entorno digital en donde el dolor y la agonía pueden ser fácilmente superables si decides concentrarte, sé que no eres militar, ni policía y ni un agente gubernamental preparada para esto, solo te digo que cuando vengan de nuevo los hombres sin rostro, no pienses en el dolor y diles todo lo que sepas.

-¿Por qué me estás ayudando? – me preguntaba como si no existiese alguien que pudiese importarle

-Porque te amo Anya, seguramente no lo recuerdas, pero vivíamos felices antes de que toda esta tragedia ocurriese.

-Ya tienes que salir de allí Ivan, mueve el culo – me dijo Williamson.

-Vendré por ti Anya, saldremos de esto, no tendremos un cuerpo físico pero estaremos bien aquí.

-¿De qué coño hablas Ivanov? – decía extrañado Williamson, quizás intuyendo lo que estaba pensando.

-Nos vemos pronto Anya, haz lo que te digo, enfócate y piensa en nosotros, sé que no tienes ningún recuerdo anterior de nosotros, pero recrea uno nuevo, saldremos de esta, te lo prometo.

Al salir de Soliptium y asimilar la “realidad” a la que estamos acostumbrados cada vez menos, Williamson empezó con su perorata:

-¿En qué estás pensando Ivanov? Créeme que si es lo que yo he estado cavilando hace unos pocos minutos no contarás con mi ayuda – dijo decidido el hacktivista.

-Debo hacerlo, ¿Acaso no has visto en el estado en que se encuentra? – dije empezándome a molestar.

-Ivanov, debes aceptar que ella está muerta.

-Parcialmente muerta – dije excusándome – pude reconocer en sus ojos a la Anya que amo.

-Eso es solo una representación gráfica, un cumulo de datos en un servidor, Anya, la que conociste ha muerto, recuerda que le borraron sus recuerdos.

-Una vez le dije que la enamoraría cada día de mi vida, si ya no me recuerda, debo intentarlo ¿No crees? Necesito sacarla de esa celda, tienes que comprenderlo ¿Acaso no has amado a alguien? – le pregunté exasperado.

-Como tu jamás, lo que intentas hacer es una locura pero creo que en tu caso sería eutanasia – dijo con un tono sardónico.

-Solo hazlo, no deseo matarte, has sido una buena persona conmigo – le dije pausadamente.

-Sé que no me matarías Ivanov, no puedo comprender lo que sientes, pero… Maldita sea, te ayudaré.

Pocos días después mientras estaba acostado en el mismo diván, Williamson estaba preparándolo todo y precisamente esto me hizo recordar un caso de un filósofo que decidió subir su consciencia como muchos pero para causar una rebelión en Soliptium.

-Relájate, te matare en pocos minutos ¿Eso te hace sentir mejor? – me dijo a modo de broma Williamson.

-Haz lo que tienes que hacer y déjame en paz – le dije sonriendo

El proceso fue indoloro, pero cabe acotar que me hizo recordar un mal viaje con Blacksnow. En mi adolescencia lo probé unas cuantas veces y me excedí en la última, gracias a ello no soy un maldito junkie sino un loco enamorado que se suicidó para rescatar lo único que ama. Soy un agente federal sin familia, ni hijos, que tuvo relaciones cortas por impaciencia, terquedad y que por circunstancias de la vida conoció a una periodista que trabajaba en un caso en el cual yo estaba a bordo. No sé cómo llamar a esto, ¿amor? ¿Locura? ¡Qué más da! Ya estaré muerto en unos pocos minutos, la parte crucial de mi vida está por empezar, recuperar algo imposible. Extrañaré la adrenalina, los latidos rápidos en mi corazón y el peligro, aunque creo que todo será prácticamente igual, solo será una vida paralela, una muerte por una vida y una vida para rescatar a alguien que vive muriendo todos los días...