Vacaciones de verano

Llevaba 2 años viviendo en Inglaterra y decidí volver a casa para las vacaciones de verano. Quería ver a mi madre y a una sobrina recién nacida. No era miembro de ninguna iglesia pero creía en Dios. Tuve esta experiencia en la ciudad de Blackpool en Inglaterra, en julio de 1978. Era estudiante de estudios técnicos, y apenas terminaron las clases, todos los estudiantes fueron a visitar a sus familias. Me quedé sola con el temor de morir en un accidente aéreo.

Mi madre dijo que podía pagar el boleto de avión, pero tan pronto como dijo eso, comencé a sentirme muy nerviosa porque la sensación de morir era muy fuerte. Una noche, esperando que llegara el boleto del vuelo, tuve un sueño. Soñé que estaba volando con mi madre en un avión plateado brillante en un cielo azul brillante, y el avión cayó en un mar azul brillante, luego emergí del agua, pero mi madre no lo hizo. Este sueño no significó mucho para mí, pero me di cuenta que aunque estaba en pánico, empecé a sentirme serena y dispuesta a pasar por todo.

Una semana después, la dueña de la casa me dijo que el sobre que estaba esperando había llegado. Era mi boleto de avión, inmediatamente comencé a recoger todo para el viaje. Tenía mi maleta preparada, y salí corriendo a la agencia. Ahora estaba nerviosa porque no tenía mucho tiempo para llegar a España. Viajé desde Blackpool a Manchester City en una vieja locomotora negra y lenta, parecida a las que salen en las películas del oeste, y lo peor fue que era lo único que había. Luego tomé un taxi desde la estación del tren hasta el aeropuerto de Manchester.

Finalmente, tomé un avión de la línea British Airway a España. En la agencia me dijeron que mi boleto no me permitía viajar desde Heathrow a Venezuela. Me di cuenta que mi madre había comprado un boleto equivocado, además de que necesitaba una visa de tránsito para España que no tenía, por lo que no podía salir del aeropuerto, y la policía española me puso en custodia. Perdí la conexión con el avión de la línea aérea Iberia que me sacaría de España.

A pesar de todos los contratiempos sentía serenidad, y lo más curioso es que yo no hacía nada al respecto, no decía nada y no movía ni un sólo dedo para resolver mis problemas. Me senté en el pasillo esperando y observando a la gente pasar, pero de repente, un hombre se me acercó y me dijo que iba a resolver todos mis problemas, me pidió el pasaporte y se fue. Era como si no pasara nada, dejando que otras personas arreglaran todo por mi, sentía que yo estaba encapsulada y alejada de todo mal, yo sólo tenía que estar allí. Esperé mucho tiempo, y finalmente el hombre regresó, me entregó el pasaporte y me tomó de la mano y me dijo que corriera porque el avión estaba por partir, corrió conmigo al patio del aeropuerto, y me mostró el nuevo avión que iba a tomar.

Creo que no le dí las gracias, todo fue muy rápido. Me enviaron a Venezuela en la aerolínea venezolana Viasa en el Jet 747. Fue un regalo porque no era el vuelo reservado para mí. En el avión ofrecí una oración a mi estilo, y le pedí a Dios que me protegiera porque lo único que quería era ver a mi madre, y le dije que en mi regreso podría hacer conmigo lo que quisiera.

El vuelo llegó al aeropuerto de Maiquetía en la ciudad de Caracas, y tenía que ir a la ciudad de Maracaibo al otro extremo del país, y ese era otro problema porque no tenía dinero para pagar el boleto, sólo me quedaban algunas libras esterlinas. Me senté otra vez a esperar, no sabía que hacer. El capitán del avión Viasa me vió como preocupada y se acercó y me preguntó qué me pasaba y le expliqué. El capitán me dijo que el avión donde había viajado iba rumbo a Europa otra vez pero pasaba primero por el aeropuerto de Maracaibo a recoger unos pasajeros que iban a Nicaragua y que no tenía impedimento alguno para dejarme allí, me dijo además que sólo tenía que esperar que lo limpiaran. Iba sola con la tripulación y dando gracias a todos y a Dios. Por fin llegué a casa sana y salva.

Al regresar a Inglaterra tuve una experiencia terrible en el avión de la línea aérea TAP. Entramos en una zona de turbulencia, y pensé que era el final de mi vida, en los azores el avión casi se desploma, la gente gritaba y lloraba, todo se revolvió, mis pertenencias estaban regadas por todos lados, pero no pasó nada al rato todo se normalizó. Yo le había pedido a Dios que no importaba lo que me pasara al regreso, casi que me dice que El había escuchado mi oración. En este momento, sentí como si alguien me estuviera protegiendo. Pensé en el sueño y pude sentir que alguien había velado por mi en todo el viaje. El sueño había sido una revelación. Mí madre ya tiene 30 años de haber fallecido y yo sigo viva, era necesario que yo viviera, me casé y tuve 5 hombres que ya se han casado y tienen hijos. He ayudado a muchas personas en mi vida y siempre he sido inspirada en muchas cosas al hablar a otros, mis hijos me llaman mamá pitonisa. Yo no me creo nada pero los demás me lo dicen. Las experiencias personales tienen su valor, compártelas.